En mi noche de bodas

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Es todo lo que dice y eso basta para que empiece a temblar.

Es hora.

—Solo di : Sí

Sí...
Sí...
Sí...

Dos letras, es todo lo que necesitan de mí. Es todo lo que ocupan, es la firma de mi castigo.

Mis zapatos retumban, en mis tímpanos, en mis huesos, mientras mi estómago está vuelto al revés, y mis ojos están secos de tanto esfuerzo por mantenerlos abiertos a tanto Flash.

Rosas, gritos, murmullos, llantos, largos brazos intentando tocar este enorme vestido. Hombres lanzando cumplidos, mujeres admirando mi atuendo, peinado, otras profiriendo rabia por llevarme de marido a Peeta.

¿Quién dijo que no sé mentir? Sí está sonrisa enmascara tan bien el dolor que me corroe por dentro. Este pánico de estar entregando lo único que hasta hoy era mío: libertad.

Rosas, gritos, murmullos, llantos, largos brazos intentando tocar mis brazos. Mujeres haciendo ofertas indecorosas, pidiéndome que no me casé, insultando a Katniss.

Todo pasa tan deprisa.

—El amor es:
Tu tibia mano por la mañana, tus dulces ojos que me miran...el amor es...
»El final de mi soledad. El alto a mi llanto, tus brazos consolandome, tu sonrisa iluminando nuestro sendero.

Hablo de amor, porque no podría hablar de lo que nos une en realidad.
Nuestra boda es de todos, menos nuestra.

Escribí pensando en ella.
Y ella que está a mi lado ni siquiera pareció escucharlas. No la culpo, pero entre tanta mentira tenía que colocar algo de verdad.

Ella responde mis votos, con palabras que me gustaría creer, que suenan tan dulces, que son tan irreales.

Dos monos amaestrados, que sonríen, se abrazan y dicen sí, en el momento acordado.


Un sí a los Mellark.

Fiesta.
Banquete.
Baile.
Gente.
Exceso.
Despilfarro.
Y miseria. En mi interior, en el fondo de estas máscaras sonrientes que ambos llegamos en el rostro.

Bailamos, cada canción ella está en mis brazos, su pelo desprendiendo ese olor tan suyo.
—Debimos morir.

Susurra a mi oído, deteniendo mi corazón que se estruja al escuchar su dolor. Lo que sufre por saberse mi esposa.

—Morir suena mejor a tener que ser mi esposa. —inquiero.

—tu y yo no somos esposos Peeta.

—No es algo que debas recordarme. Conozco mejor que tú el teatro.

unas bayas en este momento me parecen irresistibles—responde Katniss, mirando al vacío, mientras yo la llevo en mis brazos al ritmo de otra estúpida canción.—Estar bajo tierra y no en este circo.

—si la muerte suena más apetecible que tenerme a mí como marido, tendré que ser yo el que te cambie de opinión. Prometo no ser tan malo, llevarte a la cama el desayuno, desearte los buenos días, apreciar tus silencios y no enfadarte en mis pláticas. Te llevaré bollos de queso cada que apetezcas y me esfumare de tu vista cuando se te antoje.

Eso la hace reír y me siento afortunado, no habia sonreído de verdad en este largo día.

—No soy muy estorboso, ni empalagoso, pero mis oídos y brazos siempre estarán para ti, para escucharte y abrazarte si así lo pides, incluso cuando ni siquiera tú sepas que lo necesitas.
Somos amigos Katniss, no lo olvides, sigo siendo tu amigo.

LOS MELLARKWhere stories live. Discover now