26. Parejas poco eficientes.

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Sobre la fiesta de esta noche... Stella me contó todo sobre ella y dijo cuán feliz sería si iba, ya que, bueno, para ella soy parte de la familia. Aunque las dos sabemos que realmente no lo soy y está tratando de cumplir su promesa con Natalie.

La campana suena y nos indica que es momento de volver a clases. Estoy aliviada de irme. Me siento saturada y no hay una razón en particular. Es... Todo. La fiesta, la dinámica del grupo del que todavía no me siento parte, la situación con mamá... Es demasiado y creo que los sentimientos están empezando a caerme después de haber estado tanto tiempo subida en una nube de «soy nueva y todo es emocionante». Acepto la invitación de Aggie para ir de compras esta tarde y desaparezco de la cafetería. Tengo clases con el señor Anderson, mi profesor de Química, y eso solo significa que me espera tortura.

Camino por los pasillos llenos de estudiantes, quienes se apresuran por llegar a sus clases antes de que toque la segunda campana. Subo las tediosas escaleras, ya que mi laboratorio es uno de los salones más alejados de Everdeen. Mis piernas deberían parecerse a las de una modelo al final del año. Estoy por entrar al salón cuando alguien me sujeta de la muñeca. Volteo y me encuentro con Liam. Alzo mis cejas con sorpresa. Es la última persona que esperaba que me detuviera. ¿En qué momento me siguió?

Todos los estudiantes que están por entrar detrás de mí se quedan en sus lugares, paralizados al ver a Liam y que les esté bloqueando el camino. Por supuesto que él no les presta atención. Hace un ademán con su cabeza para que nos alejemos de la puerta. La curiosidad es más grande que yo, así que lo sigo.

—¿Necesitas algo? —pregunto echando una rápida mirada al salón de clases. El profesor puede entrar en cualquier momento y, si no estoy adentro, quedo fuera por toda la clase y con una mala nota.

—Nah, solo te agarré el brazo porque me gusta cómo se siente —responde con sarcasmo.

Pongo mis ojos en blanco. Estoy por girarme e irme, pero me vuelve a detener.

—Que sea rápido, Liam —pido.

—Eso es algo que no puedo prometer —eleva sus cejas juguetón y es cuando capto lo que entendió. Arrugo mi rostro en una expresión mezclada de asco y sorpresa. ¿Por qué siempre estamos jugueteando en la línea de lo mal pensado?

—¡No eso! —exclamo.

—¿Dije algo? —arquea una ceja.

—Liam —presiono a punto de perder la poca paciencia que tengo.

—Sí, sí —habla aparentemente recordando vino—. ¿Quieres venir a la fiesta conmigo?

Mis cejas se juntan ante la pregunta. Me deja desconcertada, tanto que debo parpadear un poco antes de darme cuenta de que no, no es una alucinación de mi cabeza. Liam Hamilton está aquí, en carne y hueso invitándome a ir a esa aburrida fiesta de beneficencia.

—¿Es necesario llevar pareja? —es lo más estúpido que puedo preguntar, pero lo único que sale de mis labios. ¿Y quién puede culparme? Luego de todas las descripciones que me han dado de Liam, ¿que quiera llevarme como su pareja a la fiesta? No tiene sentido.

Está planeando algo.

—No, no es requisito para entrar —responde y detesto su sarcasmo—. Pero ¿quieres venir conmigo? Será divertido. En realidad, no. Pero yo haré que te diviertas.

No puedo evitar pensar que hay una segunda intención malvada detrás de todo esto; sin embargo, no quiero ser tan paranoica.

Decido darle el beneficio de la duda.

—¿Está bien? —respondo sin salir de mi tono de voz dudoso.

—Perfecto —sentencia sonriendo—. Te paso a buscar a las ocho. Ah, y otra cosa, Quinn: yo que tú busco algo interesante que hacer en esta hora porque Anderson acaba de entrar.

The New Heartbreaker | DISPONIBLE EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora