–Ven, aquí hay una mejor –abre la puerta que está al final del pasillo y la habitación está vacía.

–Wow, esta es mucho más grande –digo sorprendida al ver la inmensa habitación que tengo delante de mis narices.

–Muy bonita –dice Ashton siguiéndome el royo.

Me acerco a la estantería y miro las cosas que hay.

–Mira Ash, ¡hay muchos libros!

–Wow –dice haciéndose el sorprendido –. Liz en una estantería es normal que haya libros, ¿no crees?

–Cállate idiota –me giro hacia él y le doy un puñetazo en el brazo.

Luego coge mi mano y me da un dulce beso en los nudillos que hace que me muera de amor.

–Te quiero.

–Y yo a ti –me dice y empieza a darme besos por toda la cara.

–No quiero perderte –le digo y se me cae una lágrima por la mejilla.

–Eh, eh –dice limpiándola con su dedo pulgar –. ¿Por qué lloras? No vas a perderme, no me voy a ir a ninguna parte.

–Lloro porque te quiero mucho y últimamente todo me está yendo demasiado bien. Siento que es solo cuestión de tiempo que alguna mierda me explote en la cara y espero que no seas tú.

–Te lo repito no me voy a ir a ninguna parte, ¿me oyes? –asiento.

–Sí, bésame por favor.

Al decir esas palabras falta tiempo para que Ashton acerque su boca a la mía. Empieza a darme besos suaves y dulces. Yo abro la boca para dejar paso a su lengua y todo se torna un poco más juguetón.

Ashton me da besos en el cuello y yo no puedo aguantarlo. Luego vuelve y hace una cadena de besos desde el cuello a mis labios, pasando por la mandíbula.

Me da un suave y dulce mordisco en el labio inferior que altera todos y cada uno de mis sentidos.

–Ashton, quiero...

–¿Qué quieres, nena? –dice con la voz un poco más ronca.

–A ti –le digo y siento que la temperatura de esta habitación ha subido demasiado.

–¿Estás segura de que me quieres a mi...? –me pregunta y yo asiento y le beso con demasiada pasión.

Me agarra del culo, lo que me pilla por sorpresa y me coge. Yo enrollo las piernas al rededor de su cintura y seguimos besándonos. Una y otra vez.

Me lleva hasta algo que creo que es la mesa y me sienta ahí. Me sube el vestido un poco para que pueda sentarme y al tocar mis muslos con sus dedos me pongo nerviosa.

Le quito la camisa y le doy besos por el cuello.

–Quítame el vestido –le susurro y más que una orden suena a suplica.

Él me coge como antes y me levanta del escritorio, me deja en el suelo y me da la vuelta. Estoy de cara a la pared y me desabrocha la cremallera besándome toda la columna hasta que el vestido cae al suelo.

Lo aparto con un pie y antes de girarme para estar cara a cara me da un beso en la nuca.

–¿Estás segura de que quieres hacer esto? –pregunta mirándome y yo asiento.

–Sí, te quiero a ti –le digo y le rodeo el cuello con los brazos mientras le beso.

–Espera, espera...

–¿Qué pasa?

–No tengo condones...

–Espera, miremos por la mesita de noche. Seguro que puede haber.

Aléjate de míWhere stories live. Discover now