–Puedes llamarme Susan y a ver, ¿por qué no debe ayudarle? –mi madre habla mientras mete nuestros chocolates en el microondas.

–Verás... Ethan no es un buen chico. Roba constantemente y se mete en líos. Sé que ayudar es bueno, pero en este caso no es la mejor opción. Ha ido un par de veces a la cárcel y sabemos que seguirá yendo, por no hablar de que intenta separar a su hija de su novio –al escuchar esas palabras mi madre frunce el ceño.

–¿Eso es cierto, Liz? –dice mirándome sorprendida y yo asiento.

–Sí, todo eso es cierto y hay más. Muchísimo más pero creo que no es necesario contarlo... –Wendy hace una mueca. Sé que más que no hacer falta lo que no quiere es contarlo.

–Sí, tienes razón. Creo que con esa información ya me hago una idea –suspira mi madre.

El microondas suena y yo me levanto para sacar mi querido chocolate caliente. Al abrir la puerta un delicioso aroma invade mis fosas nasales. «Mmm, chocolate».

–Liz, coge el paño o te vas a quemar –me advierte mi madre.

–Que no me quemo –toco una taza y sí, queman y mucho. Cojo el paño y saco las tazas, las llevo a la mesa y luego saco el azúcar.

–Gracias –me dice mi mejor amiga al traerle el azúcar.

–De nada –le sonrío –y bueno mamá, ¿qué piensas?

–Que no es bueno que tomes tanto azúcar –dice mirando a Wendy.

–No mamá sobre eso no, sobre Ethan –yo pongo los ojos en blanco.

–He cambiado de opinión y como siempre haces lo contrario a lo que te digo te lo diré por si acaso –dice mirándome fijamente –. No quiero que ayudes a ese chico. ¿Me has escuchado Elizabeth?

–Sí madre, te he escuchado –digo en tono burlón y mi madre sigue sin apartar la vista de mi.

–Eso espero, ahora me voy. Tengo cosas que hacer antes de irme al trabajo –se levanta de la silla.

–Vale –digo alargando la última sílaba.

–Cuando os terminéis el chocolate se acaba la reunión, ¿de acuerdo?

–Mmm –digo mientras le doy un sorbo a mi taza y ella sale de la cocina. «Sabe de maravilla...».

–¡Lo hemos conseguido! –grita mi mejor amiga y levanta la mano para que le choque los cinco.

–Te quiero tanto –me tiro a sus brazos.

–Lo sé cielo, lo sé. Respecto a la fiesta...

–No –la interrumpo –. No pienso ir.

–¡Venga ya, Liz! –se queja –. La fiesta de hoy no es en casa de Ashton.

–¿Y dónde es? –pregunto un poco interesada.

–En casa de un chico.

–¿Qué chico?

–No sé un amigo de mi hermana, pero me han dicho que va a ser genial.

–Wen, sabes que iría pero no puedo...

–Liz, la fiesta empieza tarde. Te recogeré con Juliana a eso de las nueve o diez si quieres. Puedes bajar con el pijama y te vistes en el coche. Te vas a dormir temprano y luego bajas por la ventana.

–¿Y si me caigo? –enarco una ceja.

–Yo estaré abajo para cogerte, incluso podemos decirle a Ashton o Danny que vengan y te ayuden.

Aléjate de míWhere stories live. Discover now