Me Hiciste Quererte - [YOONMIN]

Propuesta

Eran las 2:54 de la tarde y Jimin no tenía el propósito de levantarse, parecía un niño pequeño haciendo berrinche ya que cuando fueron las enfermeras a darle su desayuno, lo rechazó y dejó a un lado; simplemente no tenía apetito ya que se sentía miserable por lo que pasó una noche anterior con Jungkook.

–¿Cómo puedes ser tan idiota, Jimin? —pasó su mano por todo su rostro— ¡¿POR QUÉ TE TUVO QUE GUSTAR JUNGKOOK!? —gritó y golpeó furiosamente el colchón—.

Un doctor que iba pasando, abrió rápidamente la puerta de su habitación haciendo mucho ruido y esto ocasionó que dejara de gritar al instante, cuando entró, dijo:

–Tienes una visita.

–No deje entrar a nadie —respondió  con un tono deprimente aún con la sábana encima—.

–Pero ha estado esperando a que te levantaras—contestó incrédulo—.

El doctor ya había ido a ver al rubio con anterioridad pero creyó que éste estaba durmiendo desde hace horas, sin embargo, lo que no sabía era que Jimin no pudo dormir, pasó toda la noche llorando y preguntándose si era una buena decisión la que había tomado. Fastidiado, contestó:

–Bien, déjalo entrar, de igual manera no creo que mi día vaya peor —murmuró—.

Se quitó la sábana de la cabeza y trató de acomodarse en la camilla para recibir a cualquier persona que estuviese fuera, sin embargo, se asombró al ver que era Yoon Gi, quién había cumplido su promesa se ir al día siguiente. Jimin no lo podía creer, notó que Suga estaba realmente apenado y que sería capaz de hacer cualquier cosa con tal de que lo perdonara. Haciendo a un lado su sorpresa, preguntó serio:

–¿Realmente creíste que te había dado una segunda oportunidad? —alzó una ceja—.

–Si... —pausó y cerró la puerta— creí que hablabas enserio, pero sí no confias en mí, estoy dispuesto a hacer cualquier cosa.

–¿Seguro?

–Lo juro, cualquier cosa —añadió Suga posicionando una mano sobre su pecho—.

–No sé si creerte —entrecerró sus ojos y cruzó sus brazos— Pero creo que puedes hacer algo para que te crea...

–¿Qué? Dímelo—contestó ansioso—.

–Vístete de mujer y envíame una foto —le dirigió una mirada pícara y comenzó a reír—.

–¡¿QUÉ?! ¡¡¿PARA QUÉ QUIERES QUE HAGA ESO?!! —gritó enfadado acercándose a Jimin—.

–Diversión —levantó sus hombros inocentemente como si fuera un niño—.

–¿Hablas enserio?

–Si, bueno, si quieres que yo te perdone —miró hacia otro lado de la habitación—.

–No, no, si está bien... Lo haré.

Jimin sorprendido por la respuesta volteó rápido y dijó:

–¿Eres capaz de hacerlo?

–Si, con tal de que me perdones... ¡Oye! Pero debes prometer que no se la mostrarás alguién más o te mato.

Jimin asintió diciendo:

–Soy un hombre de palabra, no le mostraré a nadie tu foto, además quiero una peculiar, una en donde estés vestido de chica... pero con el uniforme del colegio.

Suga miró a Jimin con indiferencia y preguntó nuevamente:

–¿Hablas en serio, Jimin?

–Ya te dije, si quieres que te perdone, debes de tomarte una foto así —terminó en un tono tierno—.

–¡Agh! Me repugnas pero bueno, haré lo que tu digas, dame tu número telefónico para pasartelo por mensaje.

Después de que intercambiarán números y redes sociales, añadió Suga:

–Talvez tengas tu foto hoy en la noche. Ah y toma —colocó un sándwich y cuadernos sobre la mesita de noche—.

Jimin sorprendido, tomó el sándwich algo dudoso y viendo como se iba Suga, gritó:

–¡Oye!, creerás que soy bobo pero ¿Cuál es tu nombre real? Yo sólo he escuchado que te dicen Suga...

—Se volteó rápidamente y posicionó su mirada en Jimin— Min Yoon Gi. Ahora me voy.

Suga salió veloz de la habitación dejando a Jimin sólo con el sándwich en la mano; el rubio estaba atónito, por fin sabía el nombre de la persona que estaba dispuesto a hacer con tal de recibir una disculpa suya. Comenzó a comer aquél sándwich cuando de pronto comienza a interrogarse:

–¿Cómo se vera vestido de mujer? Viéndolo bien, tiene un perfil muy fino, parecido al de una chica —susurró— Incluso creo que su rostro tiene mejor aspecto que el de una chica —comenzó a reirse— ¡Ay, Min Yoon Gi! Ya quiero verte vestido de chica y hacer el ridículo —terminó riendose mientras dirigía el sándwich a su boca—.