Me Hiciste Quererte - [YOONMIN]

Arrepentimiento

...

Todos voltearon a la puerta y se sorprendieron al ver que era un chico del salón de junto, sabían que su nombre era Jungkook y notaron que éste tenía un semblante de enfado y era de esperarse, ya que había escuchando atento la mentira de Suga.

–¿Está hospitalizado? —preguntó atónito—.

–Si —suspiró— las lesiones ocasionadas por las escaleras fueron muy graves y se va a ausentar por un tiempo.

–Oh, que mal, creo que iré a visitarlo y a cuidar de él —expresó un gesto falso de lástima caminando hacia su lugar—.

–Yoon Gi, necesito hablar contigo un momento en el campus.

–Si tienes que decirme algo que sea aquí —respondió rápidamente sin voltear a mirarle—.

–¿Seguro? Yo lo decía por si pensabas golpearme y ocultarlo ante todo el colegio, ya sabes, algo a lo que ya estás acostumbrado. Vamos.

Todo el aula se quedó callado y tras arrojar su bolso de mala gana a la silla, Yoon Gi lo siguió; él había entendido las obvias indirectas del chico por lo que no le quedó más que seguirlo. Ambos caminaron hacia el campus y se dirigieron a las gradas donde Suga tomó asiento.

–¿Qué sucede? ¿qué es tan importante decirme?

—Sé lo que le hiciste a Jimin —respondió atándose la agujeta— tenía la idea de que eras ridículo pero no lo suficiente como para golpear a uno de nuevo ingreso.

–¿Qué sucedió, Kookie? –apoyó sus codos sobre sus piernas— yo no hice nada, tú mismo dijiste que fueron las escaleras...

–Eso lo dije para que no quedaras mal frente los demás —se puso de pie— sé que lo golpeaste y amenazaste, tanto fue así, que me rogó para que no lo mencionara en la escuela.

–¿Y cómo es que ahora todo el colegio lo sabe? —respondió recobrando su postura—.

–Debiste asegurarte de que nadie te viera, ¿recuerdas a su amigo Jin? Bien, él fue quien lo vió todo.

–Ese maldito... Me da igual quien haya sido, ahora mi reputación está manchada y todo por golpear a un santurrón —musitó—.

–Él no es ningún santurrón, solamente le desagradó tu comportamiento y dió su opinión —añadió Jungkook— es increíble que estés temiendo más por tu reputación que por su estado de salud, eres realmente patético.

Suga se puso rápidamente de pie y como si fuera un impulso, su mano ya convertida en puño se dirigía hacia el rostro de Junkook, sin embargo, éste último supo cómo evadir el golpe y ágilmente, detuvo la trayectoria de su mano.

–¿Piensas golpearme así como lo hiciste con Jimin? —lo miró con enfado fijamente— no dejaré que lo toques nuevamente y si realmente quieres arreglar algo de lo que hiciste, tienes que ir a pedirle disculpas en persona y no sólo eso, también tienes que ofrecerte a ayudarlo, sólo así recuperarás tu estúpida reputación —arrojó la mano de Suga al aire—.

El pálido estaba callado ya que nunca antes alguién le había detenido el golpe, miró con furia a Jungkook y después respondió:

–De acuerdo, lo haré, pero sólo para no quedar mal frente los demás y dar una buena imagen de mí.

–Como quieras, sólo necesitas mostrar tu arrepentimiento o sino, todo el colegio se dará cuenta de que tu fuiste el causante de todo —concluyó con un rostro enfadado—.

Jungkook se iba alejando de aquél lugar y sintió que conversar con el pálido fue un pérdida de tiempo, de pronto, la mano de Suga se posicionó en su hombro y dijo en voz baja:

–¿En cuál hospital se encuentra? Créeme que estoy arrepentido por lo que hice sólo no le digas a nadie, sino me vere muy patético —dijo haciendo un rostro de desagrado— trataré de arreglar mi error, lo juro.

El castaño siempre se mantuvo indiferente e incrédulo ya que sabía que para Suga decir una mentira era bastante fácil. Tras unos minutos de haber reflexionado, decidió darle la dirección y él número de la habitación Jimin, pero no precisamente para ayudarlo sino para tenderle una trampa.

–Trata de no asustar a Jimin, te veré luego.

Jungkook caminó hacia su aula y dejó sólo al pelinegro quien tenía planeado ir a ver a Jimin después de clases, el único problema era que no sabía como reaccionaría éste ante su visita, así que dejó todo a su suerte, estaba dispuesto a correr el riesgo con tal de pedir perdón.