Capítulo 20: Una Pequeña Línea.

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El horizonte no era visible, la nívea capa de blanco predominaba en cada componente del mundo mágico y los árboles danzaban con un sutil silbido de viento. Un golpeteo más de nieve y su estado de anonamiento se fragmentaria como los pequeños copos de naturaleza fría. En sí el paisaje era hermoso, la luna ya se mostraba insinuante ante una bella noche estrellada y ella no podía más que lamentarse ante lo irónico que se sentía todo aquello.

La castaña se encontraba en su dormitorio, el paisaje más allá de la ventana en verdad que era espléndido y más sin embargo, no podía prestar atención a nada más que no fueran sus pensamientos. Su mente navegaba en las bohemias noches en las cuales su dormitorio en Gryffindor solamente había sido un pequeño catalizador del sueño perdido. ¿Cuantas veces esté solo había sido una caja fuerte que guarda el huracán de emociones con las que llegaba en media noche después de la sutileza de un beso? No se atrevía a contarlas pero sabía que habían sido demasiadas como para decir que esa habitación de estilo medieval ya no la acogía como en años anteriores. La palabra menesteres llegaba a su mente al solo pensar en un remplazo...

El día había sido gris, el sol se escondía burlón de sus propios sentidos y ella constantemente podía percibir las molestas punzadas clavadas en su pecho al solo recordar el agrio despertar de aquella mañana. Todo habia sido tan mínimo y tan significativo a la vez que al momento de traerlo a la memoria le mostraba lo cuan frágil era ante las hirientes palabras de Draco. Cada fuerte exclamación había llegado profundo como una espada en fuego que destruye cada alianza del alma humana.

El haber visto como el pálido rostro del chico se desencajaba en una furia innegable había hecho que en su garganta las palabras ardíeran ante la complejidad de ello. Tal vez habia sido una imprudencia el haber irrumpido de esa manera en sus cavilaciones, pero algo más que su permanente curiosidad había actuado por ella. Su indebido acto la había abofetado en el justo instante en que una afligida diferencia marcaba los enormes kilómetros entre lo que se siente y entre la lúgubre realidad y eso por primera vez le importo.

Por que por un mínimo y casi incontable segundo el observar el alto estado de alteración en Draco la había hecho caer en un cruel y intranquilo hoyo de compasión ante él, por que sus orbes grisáceas le mostraron la confusión ante lo que la tenebrosa marca le dictaba. Sin duda alguna, estaba casi segura que una mínima parte de él no estaba de acuerdo con lo que era, un mortífago...

Las lágrimas luchaban por salir y la intranquilidad aumentaba con cada eco de su voz "Solo aléjate". Merlín... Quiso tomarse un segundo para gritarle que no lo haría, que eso era ya algo incoherente para su ser y que en realidad la estaba lastimando, quiso aventarse a sus brazos, besarlo de una manera casi dolorosa para después decirle que ella borraría cualquier indicio de dolor en su blanquecina piel en donde la siniestra marca se situaba, cielos quiso hacer muchas cosas y sin embargo no las hizo... Su propia esencia se había quedado paralizada ante la agobiante petición y ella simplemente lo había dejado salir por la puerta de la mágica sala.

Un suspiro de melancolía y dio un último vistazo a lo que creía observar a través del cristal de su ventana, para después dirigirse a su cama. Un par de libros regados y una muy cálida manta yacían en ella. Para Hermione era de suerte el que sus compañeras fueran ausentes en el dormitorio, le habría resultado un fastidio el haber estado recibiendo constantes cuestionamientos venenosos sobre asuntos que en definitiva no tenían el derecho de entrometerse. La hora de la cena estaba por arribar y la ganas de siquiera salir de la habitación eran nulas.

El transcurso de aquel fatídico día había sido de lo más consumidor. Era fin de semana por lo que cualquier pretexto para salvaguardar sus lamentos habían sido del todo absurdos, hasta para ella misma. Junto a sus amigos había estado en la sala común durante la pesada mañana y en los jardines durante la tarde. Su actitud hacia ellos había sido siempre la misma, fraternal y cálida, y pese a ello un sombrío estado la perseguía sin que éstos lo percibirán. Solo una pequeña distracción de parte de los chicos había servido para escapar casi corriendo hasta la biblioteca y desahogar su pesadumbre en el peculiar olor de su santuario. Entre libros viejos el atardecer había llegado, fue en ese instante que su dormitorio le pareció del todo tranquilizante, cuan equivocada había estado...

MercyWhere stories live. Discover now