Capítulo 11: Dulce Roce.

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La magia corría por entre los suspiros de todos aquellos magos y brujas que se atrevían a soñar con el bien.

Los carruajes estaban listos, los profesores encargados se encontraban al tanto de cualquier percance y los alumnos no cabían de la emoción ante la nueva expedición al bello pueblo de Hogsmage.

La sala común de Gryffindor estaba ya casi vacía. Todos los alumnos bajaban entre platicas y risas, regresando por un momento el ambiente de los buenos tiempos. En uno de los sofás, se encontraban Hermione y Ginny esperando a que Ron y Harry bajaran. La molestia era evidente y más en la temperamental pelirroja, sin duda no estaba nada contenta con la tardanza de los chicos. Hermione por igual estaba un poco harta de estar esperándolos en la solitaria sala, sin embargo, como siempre sus libros eran de gran ayuda para filtrar aquellos sentimientos que implicaban el gritar con hastio, y esta vez no era la excepción.

– ¿Por que tardan tanto? Odio decir esto ¡Pero merlín parecen chicas! –. Bufo con fastidio Ginny – Basta, iré por ellos.

Weasley se levanto de sofá de un solo brinco. Estaba a punto de dirigirse hacia las habitaciones de los chicos cuando Hermione intervino.

– Aguarda Ginny, de seguro que ya vienen –.  Freno sin despegar sus ojos del libro que leía. Sabía que su intensa amiga era capaz de bajar a Harry y Ron de las orejas si era necesario, quería evitarlo – Ven, solo llevamos quince minutos esperandolos.

La paciencia de Hermione era un tesoro inalcanzable para Ginny. Pero el drama era un buen recompensante, lo demostró al seguir su exasperación.

– Si Hermione quince largos, desesperantes e insoportables minutos. De seguro que no alcanzaremos carruaje.

La pelirroja simplemente regresó resoplando ante el sosiego de Hermione y se sentó nuevamente en el sofá. Solo entonces, como si de un ave fénix en fuego furioso, la ira de Ginny llamo a los chicos. Éstos bajaron listos para por fin para ir su pequeño viaje a Hogsmage.

– ¡Gracias al cielo! - Dijo Ginny, de nuevo levantándose  instantáneamente del viejo sofá.

– ¿Por que demoraron tanto? –. Cuestionó la castaña a sus mejores amigos, imitando a la pelirroja.

Lo chicos con expresión neutral recibieron la pregunta, mientras observaban a ambas chicas con un pequeño brillo de enfado en sus ojos.

– Siento decirlo Ron, pero eres el chico más lento que pueda existir. –. Harry lo soltó. Había estado esperando a su amigo, no hubiera sido necesario, sin embargo, al saber que Ginny estaba en la sala común, un sentimiento de ansiedad y ganas de salir corriendo para estar junto a ella le trajo sin remedio a la mente como esa chica pelirroja que le quitaba el sueño era o al menos tenía que ser ante sus ojos nada más que la pequeña hermana de su mejor amigo. La culpa se propagó a tan sólo llegar a esa conclusión, que a decir verdad, no era nada nueva. Fue este el motivo por el cual decido quedarse a esperar a Ron aún sabiendo que la consecuencia sería el letargo de éste.

– No es mi culpa estar en un estado nada alarmante  pereza debido a que el capitán del equipo de quidditch nos traiga como elfos domésticos en las prácticas –. Contesto Ronald como indirecta a su mejor amigo, marcando exageradamente la palabras. En realidad el comentario era absolutamente verídico, desde el inicio del curso al caer sobre Harry el liderazgo del equipo, su cuerpo había resentido ante la excesiva preparación a la cual el chico los sometía. Harry era un poco más exigente en cuanto los entrenamientos y las estrategias, al parecer su amigo quería algo más que una distracción ante todos sus futuros y actuales problemas, y no lo culpaba, el mismo encontraba en el Quidditch una entretenida salida.

MercyWhere stories live. Discover now