- Capítulo Cincuenta y Tres -

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Volvimos donde se encontraban Tom, Carrie y Zachary, ellos se levantaron al vernos y enseguida Zachary extendió sus brazos en mi dirección.

—    Te extrañó — dijo Carrie entregándomelo.

Reí acomodándome a Zachary en mis brazos y besé su frente antes de que él apoyara su mejilla sobre mi hombro, tenía su cabeza ladeada y miraba a Dougie con una sonrisa.

—    Mira Doug, te está mirando.

Dougie miró a Zachary y sonrió tomando la pequeña mano de Zachary, acariciándola suavemente. Zachary soltó una dulce carcajada, lo que hizo que todos los presentes soltaran otra.

Se escuchó la voz del altoparlante anunciar vuelos pero el mío aún no había sido anunciado, pero a los pocos minutos, otra voz en el altavoz se escuchó y esta vez sí había dicho mi vuelo.

Era mi vuelo el que llamaban. Mi vuelo.

No podía ser verdad, ya era la hora. El momento que no quería que llegara estaba aquí, no podía ser cierto. Me gustaría que todo fuera un mal sueño, que aún me quedaran días en Inglaterra para disfrutar de mis amigos y de Dougie, pero no... aquella era la realidad, el vuelo que habían anunciado era el mío y debía tomarlo.

—    Es mi vuelo — dije en un bajo susurro y posé mi vista en mis primos y luego en Dougie. Todos estaban demasiado serios.

Tom me miró y asintió.

—    Tu vuelo.

Caminé lentamente hasta donde debía ir, tomada de la mano de Doug y sosteniendo a Zachary con la otra. Nadie decía nada. ¿Por qué lo tenían que hacer aún más difícil? Supongo que yo tenía que ser la que rompiera el silencio que se había formado. Llegamos hasta aquella puerta donde debía despedirme de los chicos.

—    Llego la hora.

Tom se acercó a mí y me abrazó durante un largo rato mientras en mi oído me deseaba suerte, le sonreí y asentí como respuesta a lo que me decía. Luego se acercó Carrie, quien prácticamente repitió lo mismo que me dijo Tom pero con distintas palabras. Dejé que Tom sostuviera a Zac para que se despidiera de él. Y luego, vino lo que no quería que pasara, Dougie se acercó a mí, sus ojos estaban cristalinos y sus labios estaban en una línea recta.

—    No me olvides.

Fue lo primero que dijo Dougie antes de que me abrazara y posara su rostro sobre mi hombro, pude escuchar como sollozaba, lo que hizo que mi corazón se partiera, nuevamente Dougie lloraba. Lo abracé tan fuerte cerrando mis ojos, dejando que las lágrimas que hace horas querían salir fueran libres.

—    No te olvidaré — murmuré después de aclarar mi voz y besé su mejilla. — Nunca, ¿Me escuchaste? — me alejé tomando su rostro entre mis manos.

—    Fuerte y claro — intentó dedicarme una sonrisa, lo que no logró. Pasó su mano por su rostro limpiando los restos de lágrimas que le habían quedado.

—    Cuídate Doug — subí mi mirada a sus ojos, esos ojos que hace meses me tenían hipnotizada, los miré por varios minutos, quería tenerlos grabados en mi mente para pensar en ellos — Te amo, prometo volver pronto — me acerqué más a él rodeándolo por su cuello y lo besé, lo besé con tanta tristeza que nuevamente lágrimas caían por mi rostro.

Nos separamos cuando escuchamos otra llamada para el vuelo, lo miré con el rostro lleno de lágrimas y pude notar que él estaba igual o peor que yo. Le pasé un sobre que dentro tenía un papel y le susurré algo en su oído, él asintió e intentó sonreírme.

Dougie se despidió de Zachary, lo cual me dio tanta tristeza, Zachary extrañaría muchísimo a Dougie, al igual que Dougie extrañaría a Zachary. Noté que más lágrimas caían de los ojos de Dougie al despedirse de mi bebé.

—    Los amo — grité alejándome de ellos.

Los miré por sobre mi hombro entrando por esas puertas que me llevarían de vuelta a lo que yo solía llamar hogar. Pero, ¿Qué era realmente lo que nosotros llamabamos “hogar”? Y la respuesta la tenía en mi iPod. Sí, la respuesta era el nombre de una de las canciones de la mejor banda del mundo -la banda de mi novio-, Hogar es donde nuestro corazón se encuentra. Eso es lo que realmente es el hogar. Yo no volvería a mi hogar, volvería a mi casa, pero no a mi hogar, la diferencia no muchos la pueden notar y debo admitir que cinco minutos atrás yo era una de las personas que no encontraban diferencia en esas dos palabras que se encuentran relacionadas.

Volví a mirar por última vez donde estaban los demás, intenté sonreírles y me despedí con el gesto de mi mano, entrando por fin a aquella gran puerta que me llevaría hasta el avión.

Little JoannaWhere stories live. Discover now