- Capítulo Veintitrés -

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[ Tom’s POV ]

Tras toda una noche escuchando los llantos de Joanna no pude dormir bien, Joanna no paraba de llorar desde que le confesó a su madre sobre su embarazo. La cual no reaccionó de la mejor manera. Terminaron teniendo una discusión por teléfono, discusión que dejó a mi prima de la manera en que se encontraba.

Serví el almuerzo y se lo llevé en una bandeja, dudaba que Joanna quisiera salir de su habitación hoy. Subí las escaleras hasta su habitación y entré sin antes tocar la puerta. Joanna estaba cubierta con las sabanas hasta la última parte de su cabeza, aún se podían escuchar unos sollozos.

Desocupé las cosas que tenía sobre su cómoda y dejé la bandeja ahí, me senté delicadamente en la cama y acaricié lo que supuse que era su cara. Lentamente bajó las sabanas que la tapaban, dejando mostrar su cara, mejillas pálidas, ojos rojos e hinchados y dos grandes ojeras bajo sus azules ojos. Claro, no había dormido durante dos días seguidos.

—    Te traje almuerzo — le hablé delicadamente acariciando su cabello que estaba hecho un desastre.

Joanna se acomodó sentándose sobre la cama y apoyó su cabeza en el respaldo mirándome y me dedicó una sonrisa ladeada.

—    Gracias Tom — murmuró — Eres el mejor primo que alguien podría pedir.

—    De nada, Joanna — le dediqué una sonrisa, la cual ella respondió débilmente— Después quiero que te duches, te vistas y saldremos.

Joanna tomó la bandeja y la puso sobre sus piernas. Al escuchar lo que había dicho negó y me miró.

—    No quiero salir.

—    Saldremos igual. Danny hará un asado en la noche, no puedes faltar.

Me miró con los ojos entrecerrados y bufó antes de comenzar a comer lo que le había llevado de almuerzo. Pollo con arroz, algo típico, pero delicioso.

—    Pasado mañana llegan de Disney — le avisé.

—    ¿Has hablado con ellos? — preguntó y bebió del jugo de naranja.

—    Sí, con Carrie, dice que trae muchos regalos.

Joanna sonrió y volvió a comer. Bajé las escaleras hasta la sala y llamé a Giovanna.

—    ¿Qué pasa amor? — respondió ella.

—    Hoy en casa de Danny — caminé hasta el piano con el celular en altavoz

—    ¿Lograste convencer a Joanna?

—    Le dije que iría, así que creo que es lo que hará — dejé el celular sobre la parte superior del piano.

—    Sí, le hará bien salir, olvidarse de todo. ¿Aun sigue mal por como su madre reaccionó? — preguntó Giovanna.

—    Sí, la verdad no escuché mucho de la pelea, solo vi como Joanna se destrozaba al escuchar lo que su madre tenía para decirle, pero creo que es normal, luego todo se pondrá bien, es el impacto de una madre que sabe que su pequeña hija está embarazada.

Me acomodé sobre el banco que estaba frente al piano.

—    Es cierto, tienes toda la razón.

—    Lo sé — sonreí — Amor, hablamos luego, tengo que “trabajar” — reí al decir lo último, Giovanna rió y se despidió.

Tomé las partituras que estaban cerradas sobre el piano y busqué la que necesitaba, la puse frente a mis ojos y comencé a tocar las notas que el papel tenía escrito, acompañando también con mi voz. Este era mi trabajo: componer. Lo que más me gustaba hacer, más que trabajo era mi vida, la música ha estado conmigo desde que tengo memoria.

—    Me gusta — escuché detrás de mí la voz de mi prima — ¿Es nueva? No la había escuchado.

—    Sí, estamos preparando el nuevo álbum — me volteé dejando de tocar — Solo un par de canciones y ya está listo.

Joanna se acercó y tomó el papel con las notas de la canción, sonrió mientras leía la letra de la canción.

—    ¿La hiciste tú solo? — preguntó fijando su mirada en mí.

—    Con ayuda de los demás, claro.

—    Me encanta — asintió levemente mirándome — Eres muy bueno en eso, siempre lo has sido.

—    Ya sabes, la música es mi vida —respondí con una sonrisa, encogiéndome de hombros.

—    Y debe ser mucho mejor cuando la compartes y más de mil personas alrededor de todo el mundo aprecian lo que ustedes hacen, gastan montones por los conciertos y... se podría decir que darían la vida por ustedes.

Miré a Joanna y una sonrisa se apoderó de mi rostro, era cierto lo que decía, nunca lo había pensado de ese modo, todo lo que yo hacía con los chicos, era apreciado por miles y miles de personas alrededor de todo el mundo.

—    Y Tom, gracias por el almuerzo — sonrió nuevamente — Estaba delicioso, a veces creo que deberías ser chef —rió.

—    De nada primita —le sonreí.

—    Ahora iré a ducharme, no se me olvida lo del asado de Danny.

Se alejó subiendo nuevamente por las escaleras, su estado había cambiado completamente. ¿Quién puede entender a las mujeres? Me encogí de hombros como respuesta de mi propia pregunta, volviendo a lo que estaba haciendo antes, mi trabajo.

Little JoannaWhere stories live. Discover now