- Capítulo Tres -

330 20 1
                                    

Me desperté al sentir como el avión tocaba suelo, ¡Estaba aterrizando! Luego de un viaje de no sé cuantas horas por fin estaba aquí, en mi -ahora- nuevo hogar: Londres, Inglaterra.

Miré por la ventana, no se veía mucho, pues, eran las tres de la mañana, la voz del avión comenzó a hablar, diciéndonos que habíamos llegado y que en poco minutos podríamos bajar del avión.

Me levanté del asiento en el minuto en que todos lo hacían.

No podía negar que me sentía extraña. Estaba nerviosa y ansiona al mismo tiempo. Realmente no podía creer que estaba en mi ciudad soñada.

Bajé del avión y fui a buscar mis maletas, donde me demoré más de lo que tenía planeado, era todo un gran desastre.

Por fin salí de todo ese trámite, bajé por la escalera al primer piso, busqué con mi mirada a alguien que se pareciera a mi tía, aunque claro, muchos recuerdos de ella no tenía, la última vez que la había visto yo era una niña.

-        ¡Joanna! – escuché a lo lejos, volteé hacía donde había escuchado  la voz, una señora sonriente se acercaba hacia donde yo estaba. Al momento que estuvo frente a mí me dio un gran abrazo – Tanto tiempo querida.

Así que esta era mi tía Debbie.

-        Estás tan grande Joanna, ¿Cuántos años que no nos veíamos? – me miró con su característica gran sonrisa.

-        Diez años tía – le sonreí.

-        ¡Pero por dios, como se pasa el tiempo, que grande y linda estás! –exclamó sin quitar su mirada de mí.

-        Gracias – reí al escucharla hablar.

Caminamos hacia el estacionamiento, mi tía hablaba y hablaba, lo que me hacía sentir más cómoda, sin duda alguna agradecía eso de ella. Mi madre siempre recalcaba que mi tía desde pequeña no dejaba de hablar. La tía Loro le decían algunos.

-        Tu primo estaba muy feliz de que vinieras, ¿Te acuerdas de él?

-        ¿Cómo olvidarlo? – reí al recordar que cuando éramos pequeños jugábamos a que nos casabamos. Éramos unos bebés. – De hecho, aún no nos divorciamos del último matrimonio que tuvimos –bromeé y ambas reímos.

-        Él ya creía que lo habías olvidado.

-        No, nunca olvidaría a mi familia, menos a mi esposo –volví a reír - ¿Y qué tal con su banda?

-        Si, muy bien, ¿Se escucha allá en Norteamérica? – pregunto mi tía buscando su auto.

-        Sí, he escuchado un par de canciones en la radio, son realmente buenos – le sonreí.

Subimos al auto, mi tía prendió la radio y enseguida se logró escuchar la voz de mi primo.

-        Tom siempre me deja los cds de su banda puestos, tengo los 6 espacios solo con cds de McFLY –puso sus ojos en blanco sonriendo.

– Si, conozco esta canción –sonreí acomodando mi cabeza en la ventana - ¿6 cds? Wow, ¿Cuánto tiempo llevan?

-        Creo que cumplirán siete años –dijo completamente concentrada en el camino mientras manejaba – Tom está tan feliz con los chicos, es su sueño hecho realidad.

-        Me imagino –respondí mirando por la ventana.

El viaje del aeropuerto a la casa fue algo largo. Tía Debbie me contó todo lo que habían hecho en estos años. 

Cuando el reloj dio las 5:12 mi tía se estacionó, miré por la ventana y me encontré con una hermosa casa, muy distinta al tipo de casas que se veía en mi barrio. El jardín de la casa de mis tíos estaba tan bien cuidado que lo único que se podía ver eran colores intensos. Las flores y el césped llamaban mi atención.

-        Hogar, dulce, hogar – susurró mi tía apagando el motor del auto y quitando las llaves de él.

Bajé del auto y saqué del auto mis queridas maletas, mi tía tomó una de ellas y me ayudo a entrarlas a la casa, traté de hacerlo en silencio, supuse que como era tan temprano nadie estaría despierto, pero creo que me equivoque.

-        ¿Joanna? – un chico de cabello castaño claro se levantó de la mesa que estaba cerca de la entrada y se acercó a mí.

Esperen, ¿Este chico era mi primo? ¿Él que no veo hace diez años? Lo examiné por unos segundos y, sin duda alguna, era él. Seguía igual que antes, solo que más adulto, aunque aún así, se podía ver esa tierna sonrisa que lleva desde los dos años.

-        ¡Tom! – dejé mis maletas en el suelo y  me abalancé sobre él abrazándolo fuerte – Tanto tiempo.

-         Mírate, que grande estás – tomó mi mano e hizo que me diera una vuelta frente a él, reí divertida mirándolo.

-        Y tú, ¿Cuándo creciste tanto? – desordené su cabello, él rápidamente lo volvió a ordenar – ¿Qué haces despierto a esta hora y vestido de esa forma? –arrugué mi nariz confundida.

-        Tengo que salir a las seis –rodeó los ojos – Tengo que hacer un photoshoot.

-        Cierto, se me había olvidado que eres famoso – me burlé y él simplmenete se encogió de hombros poniendo sus ojos en blanco.

Tom y mi tía me ayudaron a subir las maletas hasta la cual sería mi habitación durante un año. Wow. Era hermosa. Estaba casi segura que mi madre había dado las ideas para la decoración.

Me acerqué hasta las fotos que colgaban en la pared, sonriendo ante estas. 

-        Que buen día – dijo Tom mirando la foto en donde salía una versión pequeña de nosotros junto a un gato color marrón.

-        Fue cuando rescatamos a ese gato... –reí recordando ese día. 

-        Fuimos héroes por un día – murmuró Tom y me dedicó una sonrisa. - ¿Te gustó tu habitación?

-        Así es, quedó hermosa.

-        Yo la decoré –rió al ver mi reacción y volvió a hablar. –Con un poco de ayuda de tu madre y de mi novia.

-        Eso lo explica todo –le sonreí – Así que con novia…

-        Sí, hace mucho ya –sonrió mirándome – casi ocho años, no puedo creerlo.

-        ¿Ocho? Wow, eso es mucho, yo apenas llevo 9 meses junto a Tyler.

      -        Así que con novio – Tom subió sus cejas repetidas veces, molestándome de esa forma, yo me limité a asentir y revisar cada rincón de mi nueva y espaciosa habitación.

Little JoannaWhere stories live. Discover now