- Capítulo Veintiuno -

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Giovanna y Dougie se fueron a eso de las once de la noche, podría decirse que pasado a las once. Luego de que se fueran subimos y cada uno se fue a su habitación.

Me cambié de ropa a mi pijama y me acosté, me quedé unas horas viendo una película que estaban pasando en la televisión, ‘Back to the future’.

—    ¡Tom! — grité desde mi habitación — Están dando volver al futuro en el HBO— le avisé.

—    ¡Gracias! — gritó de vuelta mi primo.

Sabía que era una de sus películas favoritas, al igual que una de las mías.

Me quedé hasta el final de la película y después de que terminara, apagué todo para dormirme. Cerré mis ojos e intenté que mis pensamientos se borraran, pero no lo conseguí. Gracias a mis pensamientos no pude dormir en toda la noche, ni un maldito segundo.

Así de rápido pude notar como se hacía de día, vi todo el amanecer. Se veía hermoso, mi ventana tenía una vista realmente hermosa. Tomé mi celular para ver la hora, eran recién las seis de la mañana.

No quería ni verme en el espejo, puedo apostar que grandes ojeras se apoderaban de mí, y no me equivoqué, así era, grandes y notorias ojeras bajo mis ojos. Después de una ducha, me demoré casi treinta minutos maquillarme dejándome sin rastros de ojeras en mi rostro.

Bendito seas maquillaje.

Bajé a la cocina e hice el desayuno, necesitaba una taza de café, aunque extañamente no me sentía tan cansada como creía.

Desayuné sola, dudaba que Tom bajara a esta hora un día sábado, pero le dejé todo listo para su desayuno.

Escuché pasos bajando las escaleras, Tom venía con cara de dormido y en pijama.

—    ¿A qué maldita hora te despertaste? — preguntó rascándose la nuca.

—    No dormí — lo miré dedicándole una sonrisa mientras lavaba los platos que había usado en el desayuno.

—    ¿Por qué? —preguntó él mirándome confundido.

—    No lo sé —me encogí de hombros y le señalé su ya preparado desayuno— Ahí esta tu desayuno.

Tom sonrió y se sentó en la mesa para servirse las tostadas que le había hecho, le calenté agua y le serví café.

—    Creo que me gusta esto de que no duermas — rió mirándome.

—    No será siempre, primito — le saqué la lengua y tomé las cosas que estaban sucias de la mesa.

Después de que Tom desayunara, salimos al centro comercial, fue divertido pasar por la parte de los juguetes, Tom era como un niño y se fotografió con cada peluche que veía, más si era uno de Disney.

—    Tom, no haré eso — lo miré riendo mientras negaba.

—    Por favor, solo quiero que me acompañes en esto.

Miré la espada brillante de “láser” que tenía en sus manos y no podía creer lo que me estaba pidiendo. Tom quería que jugara con el a Star Wars en la tienda.

Y así fue...

Tom terminó convenciéndome y comenzamos a jugar con las espadas láser de Star Wars, claro que, Tom era el emocionado, se subía a donde podía y gritaba los diálogos que se sabía de memoria. Era todo un nerd.

El momento más vergonzoso fue cuando noté que unas chicas comenzaron a tomar fotos, claro que no a mi, sino a Tom, quien estaba aún emocionado creyéndose un Jedi.

—    Tom — lo miré riendo divertida — ya estamos haciendo el ridículo.

—    ‘Nadie puede matar a un Jedi, Qui-gon Yin’ — me dijo serio.

—    ¿De que hablas? —enarqué una ceja sin entender.

—    Joanna, no arruines mi papel — murmuró fulminándome con su mirada.

Reí negando levemente y me senté en una silla, mientras veía el espectáculo que Tom estaba haciendo. Una chica de pelo color rojizo se acercó a mí.

—    Eres la prima de Tom, ¿no es así? — me preguntó y sonrió, dejando mostrar sus blancos y perfectos dientes.

—    Así es — la miré sonriendo también.

—    ¿Podrías decirle si se puede tomar una foto conmigo?

La miré y luego pasé mi vista a Tom. Interrumpirlo sería difícil, pero lo haría. Asentí mirando a la chica y volví a acercarme a Tom.

—    Oye Anakin, esa chica — apunté a la chica pelirroja — quiere una foto contigo.

Tom asintió y se acercó hasta la chica, la cual me pasó una cámara y les tomé una foto, Tom posó como todo un Jedi, con la espada mientras la chica sonreía y reía ante lo que Tom hacía.

Después de eso, Tom volvió a la normalidad, solo que, decidió comprarse la espada de juguete de láser con la que jugó en todo momento. Me divertía estar con él, era como estar con un niño.

—    Tom, no puedo creer que tengas 25 años — lo miré mientras esperábamos que nos dieran nuestro helado.

—    No recuerdes mi edad, yo soy como Peter Pan.

—    Si, claro, Peter Pan — recibí el helado que había pedido y luego Tom recibió el suyo.

Volvimos a casa luego de un lindo día en el centro comercial, hace meses no había comido tanto como hoy, Tom me había llevado a McDonalds,  tomamos helados, etc.  En resumen, comimos como dos cerdos.

—    Tom, fue un gran día — le sonreí.

—    Lo sé, lo pasé excelente.

Me senté en el borde de la cama de Tom, mientras veía como él dejaba la espada que se había comprado junto a las otras que tenía.

—    Estás loco, en serio, no entiendo como Giovanna está contigo — reí recostándome en su cama.

—    Es porque ella también lo está, ambos lo estamos.

Tom se sentó a mi lado y se recostó apoyando su codo sobre la cama y su cabeza en su mano para mirarme.

—    Ayer te vi — dijo de repente. Lo miré sin entender de qué hablaba.

—    ¿Me viste? — reí un poco — ¿Qué viste?

Tom rió levemente sin responder y luego me miró sonriendo.

—    Dime Tom... 

Tom alzó sus cejas divertido en forma burlesca y yo negué divertida, ya sabía de qué se trataba todo esto.

—    Tu beso — murmuró entre risas —, tu beso con Dougie.

Little JoannaWhere stories live. Discover now