- Capítulo Treinta y Siete -

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[ Dougie’s POV ]

¡Había dicho que sí!, ¡Había dicho que sí!

Aún no lo podía creer, al escuchar su respuesta mi mundo había cambiado por completo, nunca había sentido aquella sensación de querer saltar desde un avión, una y un millón de veces gritando cuanto quería a Joanna.

Mierda, ¿qué era lo que me había hecho esta muchacha? Me había convertido en todo un romántico, un lado que tenía oculto.

De todos modos mi plan había salido a la perfección, debía agradecer a Harry que había estado toda la tarde ayudándome con la pintura.

La idea de escribir en la pared me la había dado Danny, luego de tirar tantas ideas absurdas, como gritarle desde un avión a Joanna si quería ser mi novia, claramente reí al escucharlo, pues Joanna no escucharía mi pregunta... Danny y su cerebro.

—    Me gustó lo que hiciste — murmuró Joanna acomodándose en mi cama.

La miré por el espejo que se encontraba frente a mi cama, mientras me cambiaba de camisa a pijama.

—    Me alegra que te haya gustado, no sabría si resultaría bien —admití riendo.

—    Pues entonces alégrate porque me ha encantado — sonrió y me lanzó un beso desde lo lejos.

Lancé mi camisa, que recién me había quitado, al sofá que se encontraba a mi lado y me acerqué rápidamente donde ella, para así darle un corto beso, el cual ella correspondió con una gran sonrisa y una pequeña carcajada, bajando sus manos por mis brazos, dejando su mano izquierda sobre mi tatuaje, el cual acarició.

—    Me gusta — murmuró observando cada detalle de mi tatuaje que comenzaba por mi hombro y terminaba por mis brazo derecho. Ladeó una sonrisa dándole suaves caricias.

—    ¿Sí? Es algo loco — respondí con una risita.

—    Es un tatuaje que solo tu podrías tener — subió su mirada hasta encontrarse con la mía — De seguro esa es la razón por la que me gusta.

Esta vez le dediqué una gran sonrisa, todo lo que ella hacía o decía me hacía sentir mariposas en el estomago, se que suena cursi pero me encantaba. Ella entera me encantaba. Y aún no podía creer que ella fuera mía. Era mi novia. Mía. Mía.

Tomé su rostro delicadamente entre mis manos, poder sentir esas suaves mejillas hacer contacto con mi piel me estremecía. Ella se acercó lentamente hacía mí, segundos que por mi ansiedad, se sintieron como horas. Pero al fin llegó el momento, sentí como sus suaves labios hacían contacto con los míos, haciendo que las miles de mariposas en mi interior comenzaran a juguetear dentro de mi estomago nuevamente. El beso fue uno de los más tiernos y duraderos que habíamos tenido, se sentía el amor y la ternura, nos separábamos cada tanto para poder darle el merecido aire a mis pulmones.

Joanna volvió a besarme pero al segundo se separó rápidamente de mí, abriendo bien sus ojos, de manera exagerada.

—    ¿Qué pasa? — la miré preocupado.

—    Patadas, patadas — me miró posando sus manos sobre su panza — Aquí, mira.

Tomó una de mis manos y la posó sobre su panza, pude sentir unos pequeños golpes que daba el bebé dentro de su panza, la sensación era extraña. Miré a Joanna, que tenía una sonrisa de oreja a oreja, notó que yo la miraba y subió su vista a mí aún con su hermosa sonrisa en la que mostraba sus dientes.

—    Mi pequeñito — murmuró sonriendo.

—    ¿Has pensado en como llamarlo? — pregunté de repente dándole cariños sobre su panza.

—    Me he pasado noches sin dormir escribiendo en mis cuadernos los posibles nombres, pero ninguno me convence aún — arrugó su nariz y me sonrió posando una de sus manos sobre la mía.

—    ¿Dougie? — la miré riendo y ella se unió a mi risa. — Deberías pensar en llamarlo así.

—    Dougie le pondría a mi perro — rió dándome un corto beso, el cual yo correspondí.

—    ¿A tu perro? Debería ofenderme con eso — negué levemente con mi cabeza fulminándola con mi mirada.

Joanna rió divertida y volvió a tomar mi rostro entre sus manos para así acercarme lentamente y darme cortos besos repetidas veces, en los cuales yo me dejaba besar con una amplia sonrisa.

—    Me gusta tu nombre, pero solo para ti — murmuró rodeándome el cuello con sus brazos.

Después de unas horas entre mimos, charlas y besos, con Joanna decidimos dormirnos.

 *

Me desperté a la mañana siguiente y noté que Joanna no estaba a mi lado, pude sentir el olor a tocino que venía desde la cocina. Me levanté de la cama y caminé en dirección a la cocina, donde me encontré con una Joanna cocinera preparando el desayuno.

—    Buenos días — dije acercándome hasta donde ella se encontraba.

Joanna se volteó quedando frente a mí y sonrió dejando sus manos sobre mi pecho dándole caricias.

—    Buenos días, Poynter — me besó pero se separó antes de que pudiera corresponder aquel beso.

Dejó las cosas sobre la mesa y nos sentamos a desayunar. Era increíble despertar y saber que ella estaba junto a mi, desearía que así fuera cada mañana de mi vida. 

Después de un delicioso desayuno, levanté la mesa y lavé los platos mientras Joanna se daba una ducha.

—    ¿Ya puedo entrar? — reí desde el otro lado de la puerta de mi habitación, donde Joanna se cambiaba de ropa.

—    Sí — respondió riendo.

Giré el pomo de la puerta para así abrirla y entré dejando cerrar detrás de mí. Joanna se encontraba en el baño arreglando su cabello vestida con una de mis camisas.

—    Te quedan mejor a ti que a mí.

—    ¿Qué cosa? – rió volteándose para mirarme.

—    Las camisas — reí mirándola mientras sacaba ropa de mi armario.

—    No es cierto, a ti te quedan mucho mejor — salió del baño y se sentó en el borde de la cama mirándome

—No recuerdo que a mí me queden tan sexy —comenté y ella puso sus ojos en blanco con una sonrisa escondida.

— El baño es todo suyo, Sr. Poynter.

Little JoannaWhere stories live. Discover now