28. Planes para una mejor vida.

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Baxter tuvo que hacer algún tipo de huelga en la cafetería de la clínica, para que le dejen preparar chocolate con canela a su manera.

La taza conserva el calor de mis manos y las rosquillas glaseadas están deliciosas. O será que siempre amé las rosquillas, como Homero.

—Es mi turno de verla —dice Anika levantándose—. Gracias por la bebida deliciosa, cuñado.

Baxter le sonríe y ladea la cabeza con gracia. Él ha estado hablando con Felicity sobre su novio drogadicto y me sorprende lo rápido que pudo sacarle información para ayudarla.

—Sé que debo terminar con él —dice Felicity—. Pero incluso siendo adolescente eliges mal a las personas con las que te rodeas.

—No te encierres en un círculo, sólo sal y conoce más personas —le dice Baxter—. No las mismas de siempre; las que ya conoces, las que sabes que son malas para ti y aún así estás allí.

Felicity es excelente en el arte, ama pintar en lienzo con óleo y acuarela, además de ser buena en los idiomas.

—No creo poder alejarme —admite mi hermana.

—Simple —responde Baxter—. Vete a estudiar fuera del país.

Felicity se queda con expresión algo asombrada, pero pensativa.

—Eres buena en los idiomas, te gusta el arte y papá te ama tanto por ser la niña menor, que es capaz de mandarte a dónde tú quieras —le digo.

Y no miento. Mi madre les pudo haber metido un montón de falsas ideas en la cabeza, pero papá ama a Felicity por ser la menor.

Ella promete pensarlo, pero deseo que se aleje de la gente que le hace daño aquí, deseo que se aleje de su novio.

Kaleb apoya la idea, él fue el primero en visitar a mamá.

—Tu turno —le dice Anika a Felicity al salir.

Ella entra suspirando y cierra la puerta.

—Bien, esa fue una buena charla —me dice Baxter.

—Debes caerle bien, porque ella no cuenta nada —le digo.

—Soy una persona agradable —él me sonríe.

Me quedo con ganas de rosquillas, así que Baxter se ofrece a traerme una caja de la cafetería.

Kaleb se sienta a mi lado, mientras Anika se sienta en el otro extremo.

—Su nombre es Tessa, la conocí en un bar y es una belleza —me dice, ruedo los ojos—. Realmente es hermosa y creo que podría ser la indicada.

—Y de sólo oír ese nombre, ya sé que no es la indicada para ti —le dice la abuela apareciendo a paso lento, junto a mi nana.

Ambas saludan y Baxter regresa con mis rosquillas, abraza a su madre y se sienta a mi lado.

—No seas pájaro de mal agüero, abuela, por favor —le pide Kaleb como niño pequeño.

—Tú no encuentras buena mujer en un bar, Kaleb Aedus Rowe —la abuela se le acerca—. A menos que trabaje allí de manera decente, pero no que vaya a consumir bebidas. Reacciona, muchacho.

Kaleb se acomoda derrotado en su silla. Sigo comiendo mis rosquillas en silencio, mientras Baxter me roba una que otra. Pero como no son las glaseadas, no hay problema.

—Es tu turno —me dice Felicity.

Me levanto y Baxter me hace un gesto dulce para que entre con seguridad.

La habitación, al igual que toda la clínica, tiene aire acondicionado. Mi madre me mira en silencio, su rostro está pálido y no tiene gota de maquillaje.

—Me sorprende que estés aquí —me dice.

—Vine porque me importas —le dije.

Ella suspira, no se mueve, se queda en silencio a ratos.

—Debo pedirte perdón —dice.

—¿Por qué? —pregunto—. ¿Por hacer que Felicity y Anika crean que papá sólo nos quiere a Kaleb y a mí? ¿Por echarme de la casa, prefiriendo tu reputación? ¿Por casi quitarte la vida, sin pensar en tus hijos? ¿O por decir que soy la desgracia de tu vida?

No puedo evitar sacar todo el manojo de preguntas que llevo dentro, sé que no es momento para esto pero hay cosas que no logras evitar.

Habla pausado, tomando varios respiros en las oraciones:

—Lamento todo lo que hice, Virginia. En verdad lo lamento —me dice.

El nudo en la garganta sube y sube, pero logro articular las palabras.

—Yo no tengo nada que perdonar.

Ella mueve la vía del suero mientras vuelve a suspirar.

—Dime qué puedo hacer para arreglar esto.

—Dale el divorcio a mi padre —le digo inmediatamente. Ella me mira unos segundos y asiente—. Cuando estén divorciados, te llevarás a Felicity de aquí para que pueda estudiar en otro lado y la alejarás de la gente que la está involucrando en drogas.

Antes de que ella pueda volver a decir algo, sigo hablando:

—Papá te dará el dinero que necesiten —le digo—. Y cuando vuelvan, tú buscarás un trabajo digno, así sea en la empresa de los Rowe. Pero vas a conseguir un trabajo y vas a aprender a valerte por tu propia cuenta.

—Haré todo eso, lo prometo —me dice.

Toma mi mano y le da un apretón. El nundo regresa, ¿hace cuánto no hacía ese gesto conmigo?

Salgo de la habitación y todas las miradas recaen sobre mí, me quedo parada sin hacer nada.

—¿Qué fue lo que le dijiste que está tan tranquila?  —me pregunta Felicity.

Me acerco a ella con una sonrisa de lado, minúscula.

—Cuando mamá y papá se divorcien, tú y ella se irán de aquí para que estudies en otro lado —le digo—. Sin objeciones, sin reproches.

Papá frunce el ceño, todos están aglomerados a nuestro alrededor.

—¿Ella aceptó darle el divorcio? —me pregunta Anika.

—Sí, cuando regrese con Felicity y ella conseguirá un trabajo en la empresa de los Rowe con su título universitario desperdiciado —le digo. La abuela va a protestar—. Sin reclamos, ni nada.

Papá sabe que tiene que hacerse cargo de los gastos mientras ellas no estén aquí.

Cuando todos están de acuerdo, me alejo con Baxter y mi nana.

—Mírate, ni en otra vida hubiera imaginado que hicieras cambiar de opinión a tu madre —me dice mi nana con una sonrisa—. Estoy muy orgullosa de ti, cariño.

—Yo también —dice Baxter besando mi frente.

Sonrío por un momento. Pero aún tengo una charla pendiente con Felicity.

Ella se acerca a mí y nos quedamos en un rincón del pasillo.

—¿Cuántas veces consumiste droga?

Ella me mira con los ojos muy abiertos, no soy tonta. Sé que si al menos tiene novio drogadicto, ella no iba a tardar en caer en el hueco.

—Yo... no lo sé —responde.

Eso sólo me dice que hay que sacarla de este lugar lo antes posible, y espero que sea a tiempo.

¡Ayúdame, Baxter!Where stories live. Discover now