2. Conociendo a Baxter.

42.9K 3.8K 1.2K
                                    

Es una jodida granja.

El primer ser vivo que me recibe no es el hijo de mi nana, sino un gallo que vuela por encima de mi cabeza y me hace gritar con desespero.

—¡Eh, Ringo! —exclama un chico que sale de la gran casa cerca del, lo que supongo, granero—. Eso no se hace.

El chico es alto, tiene muchas pecas que van desde su rostro y bajan por su cuello. Lindo perfil, casi perfecto. Es guapo, pero parece que lo que tiene de guapo lo tiene de loco.

Él le acaba de hablar a un gallo.

—Discúlpalo —sonríe—. Tú debes ser Virginia.

—Sí, llámame Pepper —digo—. No me gusta mucho mi nombre.

—Virginia es un bonito nombre.

Ahora pienso que en verdad está loco, pero no digo nada. Mientras el chofer de mi padre entra a la casa junto al granero para dejar mis maletas, yo voy tras el chico pecas.

—Bienvenida, soy Baxter Lawler.

—El hijo de Bernardette, mi nana.

Él sonríe y asiente.

—Sí, tu nana.

Me muestra la casa sencilla, pintada con tonos marrones y bonitos jarrones en cada rincón de esta. Me muestra los animales de la granja y siempre parece estar hablando con ellos, me está asustando.

—¿Por qué hablas con ellos? —me atrevo a preguntar.

Él me mira riendo, sus ojos se achinan un poco mientras lo hace.

—Me gusta hablarles —me responde encogiéndose de hombros—. Mamá dijo que estabas aquí por asuntos sociales, ¿me explicas?

Dejo escapar un largo suspiro, miro el atardecer cayendo antes de responder a su pregunta.

—Estoy embarazada.

Cuarta vez. Es la cuarta vez en el día que digo esa frase y creo que podría estar desmayándome ahora porque aún siento los gritos de mi madre al decirle.

—¡Ay! —exclama—. Y tu familia tiene compromisos con la sociedad.

—Mi familia no tiene compromiso —le aclaro—. Mi familia está casada con la sociedad. Ya sabes, imágenes por aquí, imágenes por allá.

Él sonríe. Le sonrío de vuelta y me quedo allí, mirando a los animales que no huelen bien. Jamás me he acostumbrado a los animales, así que por eso mis hermanos no tuvieron ninguna mascota en su poder.

—Tendrás que acostumbrarte a ellos, te quedan nueve largos meses en la granja —me avisa. Hago una mueca triste al saber mi destino—. Quizás en las mañanas puedas recoger los huevos de Charlotte, Jackie y Mack.

—¿Y quiénes son? —pregunto.

—Las gallinas.

Parpadeo, pero no veo tono de burla en su voz. Me alejo y me dedico a ver con gran atención la casa, si voy a salir definitivamente no podré hacerlo con tacones.

—¿En qué te metiste, Pepper? —me pregunto con una mueca.

En menos de veinticuatro horas la suerte me ha pateado en el trasero brusca y dolorosamente. Mi vida va a cambiar y soy consciente de eso.

—Cálmate, Cole solo se fue, Willa solo te traicionó, tu madre solo te echó de casa por su reputación, solo vas a vivir en una granja con animales por los próximos nueve meses —me digo e intento sonreír—. No es tan grave.

Es muy grave y no puedo engañarme de esa forma tan absurda. Este asunto es grave, todos mis lujos se fueron y mi dinero, mis tarjetas de crédito.

Todo se fue al caño porque a Cole se le olvidó el jodido condón.

—Ojalá te de un herpes, Cole —le digo al aire.

Sí, un herpes no estaría mal. Teniendo en cuenta de que lo desapareces por un tiempo y luego vuelve a aparecer. Es crónico, así que lo merece.

—¡Baxter! —exclamo y él asoma su cabeza por el marco de la puerta, me mira—. Yo... bueno, ¿sabes hacer algo de brujería?

—No —responde frunciendo el ceño, pone un pie dentro—. Y no harás ningún acto extraño en la casa, Pepper.

—Bien —respondo.

Ruedo los ojos y dejo que mis tacones me guíen por la casa una vez más. No es muy grande, pero es bonita. Creo que eso lo recompensa. Los retratos en la pared muestran a mi nana más joven, aunque no ha cambiado mucho porque sabe cuidarse. En otra foto está un niño pecoso, es Baxter.

—Eras lindo —le digo.

Oigo su risa, nada exagerada. Normal.

—¿Y acaso no lo sigo siendo?

Lo miro con una ceja arqueada y sigo con las fotos. Recuerdo haber visto una foto de Cole cuando era pequeño, era precioso el condenado.

—¿Puedo preguntar por el papá del bebé? —me mira con curiosidad.

Sus ojos son de un color extraño, pero hace buen contraste con su piel y su constelación de pecas.

—Huyó —respondo simplemente.

Casi nunca tengo vergüenza de responder con la verdad, soy así y me agrada. No importa lo que piense la gente, a mí me queda la satisfacción de haber contestado con la verdad.

—Es una vergüenza para los hombres, Pepper —me dice acercándose.

—Por eso sólo hay Día de la Mujer —le digo sonriendo. Él me sonríe—. Él no sería un buen padre de todas formas.

—Definitivamente no —dice—. Sigue siendo una vergüenza.

—Puedes disculparte por él, Baxter. Cole ha hecho que mi día sea una pesadilla.

Él hace una reverencia disculpándose, pero no miento cuando digo que él ha siedo el culpable de mi día terrible. Si al principio era consciente de que las cosas en casa se iban a poner feas, no imaginé que en algún momento de mi vida lo encontraría con Willa, mi ex mejor amiga.

—¿Algo más pasó? —pregunta.

Sé que lo ve en mi rostro.

—Después de decírselo, lo encontré con mi mejor amiga —le cuento.

Él me mira con la boca abierta por un segundo. Frunce el ceño.

—¡No debería ser llamado hombre!

—Oh cariño, no sabes como deseo que le caiga herpes a su amiguito —digo y él se ríe conmigo—. Por eso necesito hacerle brujería.

—Pues no harás cosas de esas en la casa, mi madre se escandalizaría —me dice con una ceja arqueada.

Asiento riendo, nos sentamos en el sofá cercano. Llego a la conclusión que es un chico agradable, porque no ha forzado las cosas, ni me ha tratado diferente.

—No te ves derrotada —me dice.

—Yo no estoy derrotada —aclaro con plena seguridad.

Él sonríe ante mis palabras y ya no se siente tan mal estar en una granja con el hijo de mi nana.

Será mi amigo, ¿no?

Ese día acaba con un mensaje de mi padre diciéndome cuanto me amaba y que me visitará seguido, que me dará dinero semanalmente para que pueda sobrevivir, que Kaleb ha llorando como niña, que mi ex novio con aspecto de motociclista de los años noventa no merece ser padre y como cereza del pastel me dice: “Serás una buena madre.”

Mi padre cree en mí, sé que lo hace así que es el ser que más amo. Lo amo porque sé que él creerá en mí cuando nadie más lo hará.

¡Ayúdame, Baxter!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora