22. Un instinto.

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El auto se estaciona fuera de la granja, causando un alboroto entre Ringo y las gallinas. La hermana de Baxter es igual de pecosa y guapa, tiene un buen cuerpo. Somer es rubia y bonita, delgada también.

—Ya llegaron —sonrío Baxter—. Pep, solo serán unos días. Son agradables.

Asiento sin decir nada, ellas se acercan con una sonrisa. Somer se adelanta y va directamente a Baxter con los brazos abiertos y una sonrisa enorme.

—Hola, Bax —le dice, su tono de voz es dulce. Nunca más le diré Bax, lo juro—. Siempre es un gusto volver a verte.

—Lo mismo digo, Somer.

Jenna se acerca y abraza a su hermano, pasa sus manos por su cabello. Se conocen, es un ambiente tan familiar que me siento excluida.

—¡Hola! —exclama Jenna al mirarme a un lado—. Soy Jenna, mucho gusto.

Me extiende su mano y la acepto.

—Soy Virginia, el gusto es mío.

Somer me mira fijamente, no con asco, ni con recelo, simplemente me mira con... curiosidad.

—¿Ella es tu... novia, Bax? —pregunta y su mirada me recorre—. Nunca me mencionaste que serías padre.

Veneno. Va a echar veneno, porque ahora me mira con evidente fastidio.

Pero no va a lograr hacerme sentir menos, eso jamás. Nadie va a lograr que me sienta menos, mucho menos ella y su intento de mirada de serpiente.

—Oh —él ríe, no sé qué está pasando por su mente. Pero su respuesta me complace—. No sabía cómo mencionarlo.

Y el Oscar es para... ¡Baxter Lawler!

Somer pestañea con sorpresa, no sé a qué juega Baxter, no sé porqué acaba de dar a entender que es el padre de Crystalie. Pero no me desagrada eso, no es que esté desesperada por encontrar un padre, sin embargo él me gusta y me gusta su respuesta para alejar a Somer y su mirada venenosa.

—Vaya, no sabía que tenía una cuñada —sonríe Jenna—. Bienvenida a la familia, Virginia.

Sonrío complacida.

—Gracias, Jenna.

—¿Y seré tía de un niño o una niña?

Baxter sonríe y las hace pasar a la casa antes de contestar su pregunta.

—De una niña —dice finalmente.

Jenna parece contenta de que su único hermano “le de” una sobrina.

—No sabes cómo me alegra, porque el hermano de Murray, Cole, no parece tener intenciones de encontrar a alguien que le de estabilidad —dice ella y Baxter me mira de reojo—. Así que mejor ser tía por parte de mi hermanito directamente.

Baxter sonríe y asiente, toma mi mano y las enlaza. Mi respiración se acelera y el corazón se me quiere salir.

—Felicidades —masculla Somer.

—Gracias, preciosa —sonrío de manera exagerada.

Jenna se da cuenta y ríe junto a Baxter, pero no me causa gracia, así que le aprieto la mano.

—Por cierto, estaré viajando a la ciudad estos días de manera constante porque estoy organizando una reunión para mi familia y la familia de Murray —dice Jenna—. Será en la ciudad, así que irás con Virginia, porque ella es parte de la familia.

Me mareo por un momento, sé que esa reunión hará que vuelva a ver a Cole.

—Ten por seguro que nos tendrás allí, hermanita —le dice Baxter, siento un ligero apretón en mi mano.

Somer pide permiso para ir a el cuarto que le corresponde. Yo ya había sacado todas mis cosas y las había pasado a la habitación de Baxter.

—Es la sorpresa del embarazo, Bax. Sabes que aún no puede superar lo que pasó, y ahora Virginia está embarazada con una niña Lawler. Ya se le pasará —aclara Jenna.

—Sí, se le tiene que pasar —mascullo.

Ellos asienten.

Jenna en una chica bien vestida, con aires de glamour. Es guapa como su hermano, y se ve que tiene dinero. Será porque tiene una mejor vida con su marido.

Conocí a Murray una vez, es apuesto como Cole. Pero mucho más maduro y de mente más abierta.

—Murray es un marido increíble, ama a su familia y me ama —dice ella tan segura, me encantaría hablar así de alguien—. Su hermano es más mujeriego, todo se lo toma a broma.

—Sí, es un idiota —dice Baxter.

Jenna frunce el ceño y pestañea.

—¿Cómo?

—Eso se ve en los periódicos —le dice él, aclarándole.

—Oh, sí —ríe ella.

Jenna se va a descansar.

Me quedo en el sofá con Baxter, en silencio. Pasa sus manos por mis pies y hace el intento de arrancarme los vellos que no tengo.

Me recuesto y me acomodo hasta sentir alivio porque siempre fui delgada y mi vientre está tan grande –a mi parecer– que me duele la espalda.

—Así que Somer.

—Calmada, fiera —sonríe de lado y me mira con una ceja arqueada—. Ella y yo no tendremos nada.

—No si yo estoy para impedirlo.

Toma mis dos manos y hala de ellas hasta que mi cuerpo queda sentado.

Se acerca con una sonrisa y su rostro está tan cerca del mío. Su cuerpo está cerca, está entre mis piernas para su comodidad y pongo mis manos en su cuello.

—¿Celosa, cielo? —pregunta.

—Ni un poco, tierra —contesto.

Entonces uno mis labios con los de él de manera ágil. Él acepta el beso y su cuerpo queda sobre el mío sin aplastar mi vientre.

—Oye, Bax... —era Somer.

Mi corazón da un brinco cuando no le presta atención, abro un momento los ojos de pura curiosidad. Y veo como él le hace un movimiento de mano, como diciéndole “luego, luego”.

Entonces vuelvo a él y mis manos hacen un paseo por su cabello, él aparta mi cabello de mi rostro y sonríe cuando aparta sus labios, pero su rostro sigue cerca.

—¿Nada celosa, cielo?

—Ella no representa amenazas, tierra.

Él ríe y deja un beso rápido en mis labios.

—¿Por qué nos estamos llamando cielo y tierra? —pregunta.

—Yo que sé, pero me gusta.

Él se encoge de hombros sonriendo.

Se acomoda a mi lado en su lugar y me abraza. Descanso mi cabeza en su hombro y espero hasta quedarme dormida, pero no lo logro.

—¿Qué pasó entre Somer y tú? —le pregunto susurrando.

Él suspira y me abraza más cerca.

—Cuando éramos jóvenes, ella quedó embarazada pero sus padres me odiaban y le hicieron abortar —dice y mi cuerpo se tensa—. Y ahora, como cree que seré papá, supongo que le afecta.

—¿Quién podría odiarte? ¿Si sabías que le afectaría, por qué le dijiste que tú eras el padre de Crystalie? —le empiezo a bombardear con preguntas.

—Escucha, no lo hice con el fin de hacerle sentir mal o recordarle el pasado —dice, eso lo sé—. Pero solo salió de mí, las palabras solo salieron, he visto como tu vientre ha crecido a lo largo de estos meses. Fue como...

—¿Un instinto?

—Sí, un instinto.

Asiento sin decir nada, porque su instinto no me molesta.

¡Ayúdame, Baxter!Where stories live. Discover now