21. Un mundo pequeño.

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Las visitas no se hicieron esperar un mes después, seis meses y apenas puedo caminar como un ser humano normal y quiero creer que es bueno que mi trasero ha crecido.

—Bien, llámame abuelo desesperado pero me volví loco —me dice papá entrando con un montón de bolsas.

Me siento en el sofá junto a Baxter y Kaleb mientras mi nana y papá nos cuentan un montón de cosas.

—Nada de leche de farmacia a menos que sea necesario —dice mi nana con una mueca—. Tus pechos tendrán que mantener bien a la niña.

—¡Nana! —exclamamos Kaleb y yo al oír eso. Baxter a mi lado ríe.

—Yo no quería saber de los pechos de mi hermana, mierda —dice Kaleb cubriéndose el rostro.

Mi padre y yo reímos con más fuerza al ver el rostro rojo de Kaleb.

—Pero así se van a poner las cosas cuando tengas tus hijos, niño —le dice mi nana mirándolo mal.

—Tonterías —repone—. No puedo elegir una buena chica y ya me estás hablando de hijos.

Papá me muestra las cosas que trae en las bolsas. Es ropa, mucha ropa.

—Ya veo a qué te referiste cuando dijiste que te volviste loco —le digo.

—¡Ay, mira esto! —exclama mi nana alzando una prenda bastante simpática.

Sonrío y asiento, seguimos viendo la ropa con una sonrisa. Siento que las cosas están tomando forma, que todo se está poniendo en su lugar.

Ahora que veo todo desde este punto, no sé que pasará cuando salga del embarazo. Me iré de aquí, o a dónde me iré.

—Gracias, papá —sonrío y lo abrazo.

Todo parece ir bien, es bastante lindo que mi padre haga todo esto.

—¿Cómo va el divorcio? —pregunto a papá, recostándome en el sofá.

Pongo mis piernas sobre las de Baxter y al parece soy la única que nota que mi padre no deja pasar ese sencillo movimiento. Esto es obra de Kaleb Rowe.

—Sé que va a complicarse en algún punto del proceso, pero con el acuerdo prenupcial ella no podrá tocar ninguno de mis bienes —él dice y luego ríe—. No es como si mi madre lo permitiría.

—La abuela Rowe la odia —digo, no era ningún secreto eso.

No es como si Kaleb y yo sintieramos odio hacia nuestra madre. De hecho, en el fondo sentía afecto, porque tú no puedes ser humano si odias a la mujer que te dió la vida. Y no la odio, de hecho, estoy convencida que si le pasa algo a ella... sufriría.

—No es para menos, tu abuela tiene un sexto sentido respecto a las parejas de cualquier Rowe —dice nana, ella y la abuela son muy amigas—. Por una extraña razón, si tu abuela dice que esa persona no les conviene, la cosa termina mal.

—¡Entonces es culpa de la abuela que ninguna de mis relaciones funcione, porque siempre les echa mal ojo! —exclama Kaleb indignado.

—Kaleb, ¿es que tú no entiendes o ya se te fundió el cerebro? —lo miro mal y él me mira de reojo—. Que abuela solo ve si te conviene, nada más.

Mi padre asiente y Baxter está en silencio, pendiente a la conversación.

—Bien decía mi madre que Marge no me convenía —dice papá—. Pero yo era tonto, ciego, joven y... tonto, otra vez.

Kaleb y yo nos reímos.

***

El calor nos asaba otra vez, así que nos fuimos Baxter y yo al lago secreto. Cabe aclarar que esta vez, si vine con traje de baño.

El lago seguía delicioso y cristalino, era un deleite a la vista. Pero ver a Baxter sin camiseta, eso si era bueno para la vista, incluso para alguien con miopía.

—¿Te vas a quedar allí o vas a venir a disfrutar del lago? —pregunta.

Camino y me adentro en el lago, mi piel acalorada se relaja al instante y me acerco a Baxter.

—Bien, este lago es mi lugar favorito a partir de ahora —le digo.

Me muestra su sonrisa.

—Pensé que eran mis brazos —me mira fingiendo estar ofendido.

Lanzo una carcajada y acaricio mi vientre.

—Camino como un pingüino y pronto mis pies se hincharán —le digo a Bax con una mueca—. Voy al baño seguido y tendremos que comprar mucho papel higiénico en estos últimos meses.

Él coloca sus manos en mi vientre y sonríe.

—Solo tres meses más, Pepper —me dice hace dibujitos en mi bolsa de canguro—. Tendrás a Crystalie en tus brazos, tus padres ya se habrán divorciado y ya estarás en la ciudad nuevamente.

En la ciudad nuevamente, recobrando mi vida, todo como siempre. Si eso es lo que dejé, lo que quise, ¿por qué se siente tan raro cuando lo menciona?

—Sí, eso —es lo único que digo y sonrío a medias.

Seguimos en el lago y cuando mis deditos están a punto de convertirse en pasa, nos vamos.

Me ducho y me abrigo, salgo a la sala y espera un plato con sopa.

—Oh, mira —le digo—. Un mensaje de mi nana.

Él me presta atención. También con ropa seca y un plato de sopa, se sienta a mi lado.

—Dice que... —leo y frunzo el ceño, es evidente que es para él—. Jenna y Somer están aquí.

Baxter me mira con sorpresa, no sé quiénes son. Pero por su mirada de alegría, deben significar algo para él.

—¿Quiénes son? —pregunto.

—Jenna es mi hermana y Somer es su mejor amiga —explica—. Somer y yo tuvimos un romance en la adolescencia.

Genial, ¿eh?

El mensaje no acaba allí, porque mi nana dice que ambas pasarán una semana aquí, en la granja. Pero no tengo ni voz ni voto para refutar algo, porque no es mi casa y solo soy una invitada como ellas.

—Ah —respondo.

—Sí, me imagino que Jenna dormirá en la habitación de mamá y Somer... bueno, ella dormirá en la habitación de huéspedes —dice—. Tú dormirás en mi habitación.

Algo en mí siente alivio al saber que Somer no dormirá con Baxter. Lo cual es absurdo.

—¿Por qué Jenna no vive contigo?

—Jenna está casada —responde—. Su esposo es hijo de los dueños de uno de los mejores hoteles del país, se llama Murray Jones. Quizás lo conozcas, él una vez dijo que su competencia era las empresas Rowe.

Las empresas de hotelería y turismo de mi padre, de mi familia.

Trago saliva.

En ese momento me doy cuenta de que este mundo es muy pequeño.

—¿Pepper?

Tomo un respiro antes de responder:

—Murray es hermano de Cole.

¡Ayúdame, Baxter!Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora