16. Consuelo con sabor a felicidad.

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Kaleb apareció en la madrugada en su auto afuera de la granja, no hemos dormido nada y a mi hermano se lo veo realmente alterado.

—¿Qué sucedió? —pregunté.

Hacía un poco de frío, así que a pesar de andar en pijama de algodón, me cruzo de brazos.

—Se volvió loca de celos cuando Pearl le escribió a papá —explica—. Y se volvió más loca, como si eso fuera posible, cuando los abogados llegaron para hablar del divorcio.

Hago una mueca, dejo escapar un suspiro. Estoy segura de que la casa debe estar hecha un desastre.

Veo por las ventanas del auto que toda la ropa de mi hermano está ahí.

—Solo por esta noche —dice—. Solo por esta noche, solo quería salir de esa casa.

Baxter no se hace problema, aunque solo hay dos habitaciones disponibles porque mi nana mantiene la suya cerrada con seguro todo el tiempo.

—Ustedes dormirán juntos —les digo señalándonos.

Hago mi intento de entrar al cuarto pero Kaleb me lo impide.

—No, amor, tú dormirás con él.

—Sí, Pep. Deja que Kaleb tenga un poco de comodidad después de salir de esa casa —me dice Baxter.

Abro mi boca en protesta pero no sale nada, ¿dormir con Baxter?

—Bien —digo finalmente.

Baxter entra a su habitación y yo me quedo unos minutos más con Kaleb.

—Mírate, está más... —me mira como si me examinara, se detiene en mi vientre—. Embarazada.

—No me digas —sonrío con sarcasmo.

Lo agarro de los bordes de su chaqueta y acerco su rostro al mío.

—¿Cuál es tu objetivo? —pregunto.

—¿De qué, hermanita? —pregunta con inocencia.

Lo acerco más y lo zarandeo.

—No me jodas, Kaleb Rowe —le digo casi gruñendo—. Me has mandado a dormir con Baxter.

—Oh, cariño —ríe—. Cuatro meses y me dirás que no ha pasado nada.

Por primera vez, siento mi rostro encenderse, estoy segura de que me he sonrojado... y yo nunca me sonrojo.

—Te gusta —afirma.

—No —respondo, él me ladea la cabeza con una ceja arqueada.

—Admite que Baxter te gusta, Pep.

Bufo y suelto su chaqueta, me arreglo el pijama y entro a la habitación de Baxter después de que Kaleb me guiñara un ojo.

Cierro la puerta, me giro y veo a Bax arreglando las almohadas.

—Hola —no tengo nada más que decir realmente.

—Hola, tú —sonríe.

Me indica mi lado de la cama y me siento, él hace lo mismo en su lado por unos segundos para apagar la luz de la lámpara.

Me recuesto después de pasar unos quince segundos en la oscuridad, siento el calor corporal de Baxter a pesar de que hace frío afuera.

—No será incómodo —dice—. Yo no soy mal dormir, tampoco pateo.

—Créeme que las únicas patadas que quiero sentir son las de mi hija —le digo causando su risa.

Me doy la vuelta, dándole la espalda para poder dormir, cuando siento su cuerpo apegarse al mío y su brazo paso sobre mí hasta que su mano se queda en mi vientre.

Me quedo en silencio, ni siquiera me molesta que él se haya pegado así como un caracol. Es más, tengo ganas de agradecerle a Kaleb. Quizás deba hacerlo por la mañana.

—Así que te gusto —dice y percibo una pequeña pizca de burla.

Siento a través de la pijama como sus dedos hacen movimientos circulares sobre mi vientre.

—No me gustas —digo sonriendo.

Ahora escucho su risa.

—Claro que sí.

Dicho esto, dejamos de hablar y me quedo en silencio al menos quince minutos antes de casi conseguir dormir con el cuerpo de Baxter pegado al mío.

Entonces vuelvo a escuchar su voz:

—Si te sirve de consuelo, también me gustas.

***

Cuando amanece, intento estirarme pero el cuerpo de Baxter no me deja y tengo que vaciar mi vejiga.

—Baxter —murmuro mientras hago un intento de apartarlo muy pobre.

—Sí, me gustas Pepper —murmura en medio de su sueño.

Intento moverlo nuevamente, pero fallo miserablemente. Resoplo y me está dando calor, mi vejiga está llena y me pica el vientre.

—¡Baxter! —exclamo y él abre un solo ojo.

—¿Qué? ¿Qué pasa? —murmura.

—Déjame ir al baño o me orinaré aquí en tu cama sin ningún tipo de pudor, maldita sea —le digo y él me da la espalda para seguir durmiendo.

Me levanto y salgo de la habitación, me adentro en el baño y jamás vi un retrete tan bonito.

Me lavo las manos y me echo agua en el rostro, salgo con paso lento y veo a Kaleb en el sofá con Pulgoso.

—Tú, portador de gérmenes —le digo sonriendo—. No me imaginé verte levantado tan temprano.

—Casi no he podido dormir, estaba pensando en que dejé solo a papá en el nido de rastrevíspulas —dice.

—¿Esas no son esos bichos de Los Juegos del Hambre? —pregunto pero ni al caso—. Además papá no está solo, está con la abuela.

Nos quedamos en el sofá con Pulgoso, quien ahora tiene mejor aspecto a comparación de su llegada.

—¿Cómo vas? —pregunta señalando mi vientre.

Paso una mano por este y sonrío.

—Todo está bien —digo—. Ya se mueve y patea, le gusta llamar la atención.

—¿De quién habrá sacado eso? —me pregunta con burla.

Le pego en la costilla y él se queja

Me está dando hambre así que hago un intento de cocinarme algo. Pongo un huevo en el sartén y hago tostadas que para mi suerte salen excelentes.

Virginia Rowe, la mejor tuesta pan de la ciudad.

Hago lo suficiente para Kaleb, Baxter y yo.

—Bien, muchacha —dice Kal—. Has aprendido algo.

—Cállate.

Baxter se levanta y se sienta en su lugar de siempre, me siento orgullosa de mi desayuno.

—Uhm, Pepper cocinando, ¿qué celebramos? —se burla Baxter.

—Cállese —le digo sirviendo el jugo de naranja.

Nos sentamos a desayunar, pero ni comparación con el desayuno que hace Baxter usualmente. Aunque no salió tan mal.

Mientras le pongo mermelada a mi tostada, recuerdo que Baxter dijo anoche que le gustaba.

Y al final me toca a mí admitirlo: me gusta Baxter Lawler.

¡Ayúdame, Baxter!Where stories live. Discover now