Capitulo 18

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—Ana, ven y siéntate a mi lado —susurra Christian antes que logre decir algo, obedezco mientras Christian posiciona mi plato, cubiertos y mi vaso en mi nuevo puesto.

Alzó la mirada confundida y veo como la chica rubia se acerca con una brillante sonrisa, cuando llega a nuestra mesa deja su bolso en el puesto que acabó de desocupar y saluda a todos y luego de corresponderle le disparó a Christian una mirada interrogante.

—Ella es Mia, mi hermana —aclara agobiado.

¿¡Qué!?

—¿Y ella es...? —pregunta Mia mirándome con una sonrisa resplandeciente. Le sonrió de vuelta.

—Es mi novia, Ana. —Doble ¿¡qué!?

Christian me toma de la mano y yo aguanto la respiración para no ponerme a gritar por todo el restaurante, tengo suficiente con mi ropa.

Desde el día en que me beso, lo cual fue hace dos semanas y media, hemos salido casi todos los días, pero nunca ninguno dio algún indicio de querer aclarar lo que éramos, ¡pero acaba de decir que soy su novia!

¡Oh por Dios!

—Un gusto. —Sonrió aún incrédula sintiendo como mis mejillas queman a la vez que Mía chilla y Grave nos mira fascinada e incrédula.

—¡Oh no lo puedo creer! ¡Eres tú! ¡Eres real! ¡Seremos como hermanas! ¡Tenemos que salir de compras ya! —chilla y en menos de un minuto siento sus brazos estrechándome contra ella y apartándome de Christian—. Te llamaré —chilla aún abrazándome y yo le correspondo delicadamente.

—Mia ya déjala, no la agobies —profiere y la aparta de mí, sólo soy capaz de dedicarle una débil sonrisa—. No sabía que tú y mamá se habían organizado para venir a verme justamente hoy —dice cambiando de tema a lo que Mia le pone los ojos en blanco y se pavonea de vuelta a su lugar en donde se sienta y de recarga sobre el hombro de Grace para luego besar su mejilla someramente haciendo reír a Grace, en cambio Christian aún le observa impasible esperando una respuesta.

—Ya que no respondes a los llamados tenemos que venir personalmente a ver como estas, si no fuera por Elliot ni siquiera sabríamos si aún respiras —declara impasible. Frunzo el ceño y miro a Christian ceñuda. ¿Él ha estado haciendo eso? ¿Por qué?

—Mia... —musita con un deje de advertencia. Mia simplemente se encoge de hombros y se endereza en su sitio llamando al camarero con un vago gesto de mano.

—Siento todo esto, no sabía que vendrían —susurra en mi oído y yo sólo suelto una risita escogiéndome de hombros.

—No te preocupes, estoy bien. Esto no será un interrogatorio. —Le sonrió, pero al ver su expresión achino los ojos—... ¿O sí? —Asiente casi imperceptiblemente y yo me giró hacia su mamá y hermana encontrándolas a ambas mirandome como si fuera la única botella de agua en el desierto.

Vaya...

Susurros de Amor... y del corazón Where stories live. Discover now