Prefacio

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Toda la sala se mantenía en un sepulcral silencio, cada uno sumido en sus propios pensamientos y en su propio dolor a la espera de que la doctora Smith entrara la sala de espera con buenas noticias. Como si hubiera escuchado las plegarias silenciosas de la familia Grey, ingreso a la sala seguida de una enfermera, pero la expresión de ambas dejaba mucho que desear, sus labios se encontraban presionados en una fina línea y las líneas de expresión de su rostro se encontraban marcadas y tensas provocando que un fuerte escalofrió recorriera el cuerpo de Christian y que su cuerpo se sacudiera levemente, pero eso no le impidió acercarse rápidamente a la doctora.

Limpiándose los ojos con el dorso de la mano pregunto en un débil susurro:

—¿Cómo está, Anastasia? —su voz estaba cargada de dolor. Un dolor mucho mayor, uno que no demostraba a simple vista a pesar de que lo conocieras y pudieras descifrar cada una de sus expresiones. Estaba desgarrado y perdido sin ella.

Su madre se acercó junto con su esposo y poso su mano en el hombro de su hijo intentando proporcionarle algo de consuelo y apoyo, pero el sólo tenía cabeza para lo que la doctora tuviera que decir de Anastasia.

—¿Jane? —insistió Grace al ver que la doctora Smith se mantenía en silencio intentando encontrar la forma de decirle aquel hombre destruido el estado en que se encontraba su novia, y de no haber sido por aquel accidente, su prometida.

Hoy sería el día más feliz de la vida de Anastasia y de Christian... o al menos debió ser así. Christian luego de un año de noviazgo reunió el valor suficiente para hoy poder pedirle a la mujer que tanto ama y por la que daría la vida que fuera su esposa.

—Anastasia se encuentra estable, pero desgraciadamente no podemos hacer nada más por el momento... —La cara de Christian se deformó y tomó un fuerte tono rojo a una rapidez sorprendente y por más que quisiera gritarle a esa mujer que hiciera su trabajo y que le devolviera a Anastasia callo ante el suave apretón que su madre le dio en hombro para intentar calmarlo. La doctora prosiguió al ver que todos la miraban con desesperada expectación—: En estos momentos se encuentra en coma con un traumatismo craneoencefálico debido a la magnitud del golpe que sufrió al momento del impacto, por el momento no hay nada más que nosotros podamos hacer, solo esperar a que despierte y realizar una serie de exámenes para asegurarnos de que se encuentre bien y no haya secuelas, pero por el momento no hay nada de lo que preocuparse. Puede tardar en despertar en cuestión de horas, días, semanas o en casos más extremos y esperemos que este no sea uno de ellos, puede tardar meses o... tal vez nunca. —Un sollozo ahogado escapo de los labios de Grace que era sostenida por los brazos protectores de Carrick.

El cariño que la familia Grey le tenía a esa dulce joven era innegable, a tal punto que Mia que se encontraba en Francia había tomado el primer vuelo de vuelta a Seattle para poder ver y estar al pendiente de su cuñada como lo estaba toda su familia.

—Lo bueno es que traía cinturón de seguridad, de lo contrario pudo ser peor —agrego en un intento torpe para consolarlos, pero no funciono, solo se ganó una mirada asesina por parte de Christian y Carrick.

—Quiero verla —intento no tartamudear o titubear.

—Claro, ya está instalada en su cuarto. Mar, lleva al señor Grey con la Señorita Steele por favor... —pidió la doctora y antes de que alguien pueda decir algo, Christian comenzó a seguir a la enfermera mientras la doctora se quedaba hablando con los demás Grey.

Sus pasos resonaban por todo el pasillo hasta entrar a un pequeño ascensor en el que ambos entraron en completo silencio, Christian retorcía sus manos en su regazo ansioso y preocupado, él no estaría tranquilo hasta verla y poder tocarla.

Cuando Christian se enteró del accidente de Anastasia, se encontraba en el restaurante acordado por ambos, esperando a que Anastasia llegara, pero ella nunca llego por lo que el miedo se hizo presente rápidamente y las preguntas comenzaron a atacar su mente: ¿Estará bien? ¿Se arrepintió? ¿Sospechaba lo que quería decirle esta noche y prefirió plantarme que decirme que no?

Sentía como un nudo se le formaba en la boca del estómago y como su corazón se estrechaba cada vez que pensaba en ello o se cuestionada aquellas preguntas, pero supo rápidamente que algo iba mal cuando el que entro rápidamente al restaurante fue Elliot en vez de Anastasia; su cara revelaba que no venía con buenas noticias. Elliot odiaba tener que darles esas noticias a su hermano, pero debía hacerlo como él lo habria hecho si los rolles fueran al revés y sabía que Anastasia lo necesitaba más que nada en estos momentos...

—Por aquí señor Grey —murmura la enfermera en tono conciliador sacando a Christian de su ensoñación y este sacude la cabeza y asiente siguiéndole el paso.

De repente la enfermera paro frente a una puerta, la habitación número 301, habitación en donde se encontraba Anastasia. Su corazón comenzó a martillear fuertemente su pecho y antes de que la enfermera tomara el pomo de la puerta, él ya se encontraba abriéndola y atravesando la puerta rápidamente, solo escucho como la enfermera cerraba la puerta detrás de él.

Todo el aire escapo de su cuerpo cuando contemplo el cuerpo de Anastasia que reposaba sobre la camilla del hospital, en la habitación solo se escuchaba un débil sonido proveniente del monitor cardiaco en que se encontraba conectada Anastasia; su pecho ascendía y descendía lentamente. Christian se acercó lentamente hasta llegar a una silla y sentarse en ella cerca de Anastasia, las lágrimas caían solas por sus mejillas mientras él tomaba su mano libre de intravenosas y la llevaba a sus labios intentando ahogar sus sollozos.

Parecía que estuviera dormida, sus pestañas reposaban en sus sonrojadas mejillas, sus labios se encontraban entre abiertos y rojos como una cereza, pero una gran venda cubría gran parte de su cabeza recordándole cruelmente que no estaba dormida, sino en coma.

Sin soltar su mano se levantó de la silla y se acercó a ella como solía hacer cada mañana que ella se quedaba en su departamento y tenía que despertarla, en estos momentos deseaba con todas sus fuerzas que al escucharlo susurrar en su oído abriría sus hermosos ojos azules y le sonreiría como solo ella sabía hacerlo y como nunca nadie le había sonreído. Con amor.

—Ana, sé que te gusta mucho dormir y si por ti fuera la palabra madrugar no iría en el diccionario, pero ya es hora de que abras tus preciosos ojos y nos vayamos de aquí. —Respiro profundamente inhalando su dulce aroma a fresas sintiendo como el vacío y dolor en su interior crecían cada vez más y más—. Tengo miedo, tengo miedo a que no despiertes y que nunca más pueda volver a escuchar tu risa —Su sollozo ahogado se escucho por toda la habitación—, pero sé que despertarás y yo te estaré esperando aquí, en esta silla para que sea lo primero que veas al despertar. Pase lo que pase o digan lo que digan, siempre estaré aquí... contigo —susurro con amor.

Susurros de Amor... y del corazón Where stories live. Discover now