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Narra Ramiro



La presencia de los padres de Bruno sentados en la sala ponian nerviosos a mas de uno. No estamos acostumbrados a que nuestros padres aparezcan donde vivimos, ni mucho menos que ocupen el sillon de la sala y se ubiquen alli hasta que su propia sangre aparezca. Nadie conocia a la perfeccion la historia de Bruno, el tan solo nos habia contado que habia decidido viajar en busca de un poco de paz, de un rumbo nuevo. Ni Micaela, que habia sido su novia, habia conocido el pasado de Bruno que segun el le hacia tanto mal. Florencia les habia compartido algo para que beban y para que puedan comer mientras que Sergio preparaba en la cocina la cena para todos nosotros. Bianca se habia excusado que no compartiria la mesa con nosotros, sino que cenaria en la cama. Pablo la acompañaria luego de ir a la heladeria en busca de helado. Mientras las dos rubias se ubicaban en la mesa y usaban sus respectivos telefonos, Nacho estaba sentado en un banco de la cocina charlando con Sergio. Gonzalo habia salido de su habitacion para tomar las llaves y avisar que esa noche no cenaria con nosotros. Nos parecio raro, o por lo menos a mi, que nos avisara ya que hacia dias que no nos dirigia la palabra a ninguno. Ahi fue que recorde la charla que me habia contado Bianca que tuvieron, en donde ella lo vio totalmente arrepentido de cada uno de sus actos. Pero yo no confiaba. Algo me decia que no debia hacerlo.




Yo, por mi parte, solo decidi sentarme en un costado de la cocina ocupando una banqueta. Sentia de fondo las voces de los chicos charlando pero mi cabeza estaba en otro lado. Recordaba como hacia dias venia viendo a Bruno actuar de forma rara, algo nervioso. Como en vez de pelear por el amor que sentia por Micaela solo se sentaba en el sillon de un cuerpo compenetrado en su celular, o simplemente se encerraba en su pieza. Lograba verlo tranquilo cuando tocaba la guitarra o cuando se enganchaba en la computadora viendo alguna pelicula. Mas de una vez quise acercarme, preguntarle que era lo que lo incomodaba, pero sentia que era el menos indicado si me decia que la culpa de su mal momento la tenia mi hermano. Lograba entenderlo si sentia que el tenia gran parte de la culpa de que Micaela no decidiera seguir luchando por la relacion de ambos, pero tambien sabia que mi hermano no tenia la culpa de que Micaela decidiera jugar con los sentimientos de ambos. Total, eso era lo que habia hecho.



Sali de la cocina un poco aturdido ante mis pensamientos. No me costaba nada meterme en cosas ajenas a las mias, olvidandome completamente de lo que yo queria. Golpee dos veces la puerta, esperando que del otro lado me contesten. Escuche su voz, dandome paso. Lo primero que vi fue la panza de Bianca, sido acariciada por sus manos. Habia decidido salir del murmullo de la cocina y del clima tenso de la sala para hacerle compañia a la mujer que todavia seguia ocupando mis sueños. Porque si, no hay noche en donde no me lamente por no haber luchado por ella. 



-¿Que te trae por aca? - Me sente a su lado, sacandome las zapatillas y estirando mis piernas.


-Necesitaba salir de ese lugar tan tenso - Ella asintio como entendiendo a que me referia - Y como se que estas sola porque Pablo salio a comprarte helado vine a hacerte compañia.


-Que buen amigo que sos - Sonrio. Por unos minutos me quede tildado mirando esa sonrisa y se dio cuenta - ¿Tengo dulces en la cara que me miras tanto?

Under the same roof 2 © Where stories live. Discover now