Persecución

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Empujé a otro chico que soltó alguna imprecacion, pero no me paré a disculparme, tenía demasiada prisa. Seguía la mochila roja del secuestrador de diarios que avanzaba deprisa hacia su coche. Me sujeté la bandolera y de repente choqué contra alguien cayendo al suelo con brusquedad. La voz de un chico se disculpó educadamente. Yo pasé olímpicamente de él y recogí el carpetón del suelo metiendo las hojas deprisa. Intenté incorporarme y el chico que me había tirado al suelo me ayudó a levantarme.

- Lo siento mucho. ¿Estás bien?-

- Sisi, estoy bien. Perdona-

Me solté rápidamente de su agarre y continué mi camino lo más deprisa que pude. El chico ya se había metido en su coche y conducía lentamente para salir del conglomerado parking. Me quedé quieta y pude ver claramente quien iba dentro. Sorprendentemente sabía quien era. Se trataba de Ross un chico de mi clase. No había hablado con él nunca en el instituto pero tenía un vago recuerdo de jugar con él cuando eramos pequeños. Mi madre y la suya se conocían y habíamos pasado algún tiempo juntos. Sin embargo todo eso quedaba atrás en mi mente mientras absorbía su imagen actual. Tenía el pelo claro y los ojos marrones, parecía que era bastante alto aún estando sentado. Iba con ambas manos en el volante y echado ligeramente hacia delante pendiente de salir. Ni si quiera se dió cuenta de que le había estado mirando. Torció en la salida del aparcamiento y se perdió en la carretera. Suspiré cansada. Había sido un día agotador. Me miré la mano que estaba sangrando por la caída anterior. Maldije para mis adentros, ni si quiera me había dado cuenta. Me resigné y subí al autobús escolar con otro grupo de gente. Yo por desgracia no tenía coche como Ross secuestrador de diarios. Me dejé caer en un asiento y subí las piernas rodeando las rodillas con los brazos. El carpetón y la mochila estaban en el asiento de al lado y si tenía suerte nadie se sentaría a mi lado e interrumpíría mis pensamientos. Necesitaba un plan para recuperar mi diario antes de que a ese tonto le diese tiempo de leerlo. Pensé en colarme en su casa y rebuscar entre sus cosas cual detective secreta pero luego descarté la idea por ser demasiado fantasiosa e inmadura. "Laia esto va en serio" me dije.

En ese diario había cosas muy importantes para mi. Dibujos que expresaban mucho, que contaban mi historia. Eso era mucho más personal que un diario. También guardaba papeles que representaban algo importante para mi: una entrada de mi primera representación de teatro, billetes de avión, una foto muy antigua de mis abuelos de jóvenes, entradas de conciertos etc. Si alguien leía y veía todo lo que había allí sería como si me dejasen desnuda frente a una multitud. Me estremcí sólo de pensarlo.  Necesitaba un plan, y uno bastante bueno. Tampoco podía ser tan dificil me dije. Iría a su casa esta tarde y hablaría con él claramente. Le pediría que me devolviese el diario. Si no me lo quería dar le obligaría. Así de simple. Pero no me iba a ir con las manos vacías. Si era tan fácil por qué me ponía tan nerviosa al pensar en lo que me esperaba esta tarde. Suspiré mirando por la ventanilla. Había demasiadas cosas que podían salir mal, como por ejemplo que Ross negase tener un diario o que se negase rotundamente a devolverselo o que ya lo hubiese leído de arriba a abajo. Aparté esos pensamientos de mi cabeza y me puse los auriculares. Subí la música a tope y dejé que the black keys inundara todos mis pensamientos.

El ladrón de mi diario.Where stories live. Discover now