Pasión.

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Tengo que admitir que lo extrañé como no tienen idea. Dios.

Sonreí y casi me caigo al él darme una vuelta mientras "bailábamos" descalzos sobre la suave grama.

Reí y lo miré, volviendo hacia él y dándole un beso casto.

Habíamos pasado la tarde completa hablando sobre cosas sin importancia y me había encantado estar con él. El tiempo se va sin ni siquiera darse cuenta cuando estas con esa persona.

Sacudí mi cabeza y suspiré ante aquellos pensamientos que albergaban mi cabeza sin permiso y es que llegaban a mí sin consideración alguna, pero no me importa ya. De alguna manera sé lo que siento, pero no quiero admitirlo, no aún.

Juntamos nuestras frentes mientras a la luz de la luna bailabamos un vals bastante lento, cerré mis ojos y suspiré su aroma dejándome llevar ante la sensación de paz que me llenaba en ese momento tan íntimo y bello.

Las estrellas brillaban y el dulce sonido de los grillos sonaban desde lejos, dándonos un ritmo imaginario y nos moviamos al compás. Sus manos gigantes tenían las mías con suavidad mientras me daba vueltas para luego sostenerme con un brazo en mi cintura.

Nuestros labios se chocaron lentamente y en un beso casto saboreé un poco de su suavidad.

Abrí los ojos y lo miré.

-¿me permite pasar la noche con usted, bella dama?.- preguntó aún dándome vueltas, sonreí y alcé una ceja.

-Para mí sería un placer.- sonrió y se bajó un poco mientras pasaba su brazo por mis piernas y me alzaba hasta la altura de su estómago. Miré sus ojos y él los mios y comenzó a caminar por el pequeño bosque que dividía la casa de la extensión de grama. Las hojas crujían y yo no podía evitar centrar mis ojos en su rostro.

Y el de vez en cuando me veía y sonreía. Suspiré ante todo esto y acaricié su pelo y con sorpresa miré la casa, a la que habíamos llegado rápidamente o era porqué el tiempo se me había ido por estar embelesada mirándolo .

Subió las escaleras fácilmente conmigo a cuestas y caminó por los pasillos rápidamente, abriendo la puerta de mi habitación mientras que con una mano me sostenía, si que era fuerte.

Entró y luego lentamente me dejó sobre mis pies y luego se dió la vuelta, sentí un vacío de repente pero me calmé al ver que solo cerraba la puerta con seguro.

Me miró con esos ojos matadores y lentamente caminó hacia mí sin quitarme la mirada de encima. Se paró frente a mi y conectamos nuestras miradas.

-¿en qué me has convertido Tess?.- pregunto retóricamente, sin esperar respuestas, lo miré y extendí mi mano hasta la suya, acariciándola.

Suspiró.

-Ya no mato por ti, ya ni siquiera me importan mis opositores y los complotados que armen para hacerme caer del gobierno. No me importa la gente que está contra mí, ya no me importa nada. Porqué ya no quiero hacer daño, sé que puedo perderte si lo hago.- alzó su mano y acarició mi mejilla lentamente, cerré mis ojos ante su tacto.

-No lo hagas más, me alegra que hayas cambiado.- sonreí dulcemente al escuchar esas palabras. Y en mi mente sonaba que era verídico lo que sus labios decían. Solo verdad.

Que debía confiar. Que debía ayudarlo a ser una mejor persona y lo estoy haciendo bien al parecer.

No me importa ya si estoy siendo demasiada confiada, pero con él estoy conciente de que no me arrepentiré. Sé que lo que estoy haciendo está bien y me llena de paz saber que está cambiando.

La luz de la lámpara era casi oscura y eso ayudaba con el ambiente.

Me acerqué a él y alcé mi cabeza hasta su mentón y este bajó su cabeza para besarme dulcemente.

El DictadorWhere stories live. Discover now