Desamparada.

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Sonrió con alegría y me abrió la puerta para que pasara primero.

Había sido un día largo de caminatas y recorridos por la zona y los pies me estaban matando. Fue un día de risas y muchos juegos. Duncan era muy lindo y juguetón y había dejado toda su baba en mi mano. Pero había sido un día perfecto, clima perfecto y la compañía perfecta.

Había disfrutado mucho de su compañía, la verdad había que decirla. No me sentía incómoda y es que como si pudiéramos hacer cualquier cosa sin tener restricciones. Nos habíamos escabullido a la cocina y comimos ahí mismo sin necesidad de que nos llevaran al gran comedor.

Reímos mucho conversando y comimos como bestias.

Suspiré mientras me sentaba de golpe y comenzaba a quitarme una zapatilla, la dejé a un lado e iba a comenzar a quitarme la segunda, cuando unas manos se toparon con mi campo de visión.

William de había arrodillado y me quitaba lentamente los tirantes de las zapatillas, sacándola de mis pies. Miró mis piernas y luego conectó su mirada con la mía. Pasó sus manos por mis piernas lentamente acariciandolas, subió por los muslos y entró las manos entre el vestido. Contuve la respiración y sentí como este dibujaba círculos imaginarios dentro del vestido. La piel de mi cuello se erizó y ahogué un gemido al sentir como agarraba mis bragas de cada lado y los bajaba lentamente, sacó sus manos y bajó las bragas hasta mis tobillos, sacándola por mis pies.

Agarró la tela entre sus manos y frente a mi, se llevó las bragas hasta sus rostro, aspirando mientras cerraba los ojos. Lanzó un gemido ahogado que terminó en un gruñido.

-hueles exquisito.- murmuró, mientras metía la tela en uno de los bolsillos de su saco, sus ojos se habían oscurecido y se levantó para mirarme a los ojos y agarrar mi rostro entre sus manos para besarme profundamente, metiendo su lengua hasta lo más recóndito de mi boca. Gemí ante la profundidad y le regresé el beso con fiereza atrayendolo hacia mi, poniendo mis manos en su nuca.

El beso se hizo rudo y tan profundo que me iba a atragantar con su lengua, era muy salvaje y eso me encantaba.

Se subió conmigo a la cama y acarició mi cabello, mientras bajaba por mi cuello y daba besos mojados y tentadores, chupando, lamiendo y mordiendo todo a su paso. Mi cuerpo tembló y gemí en su oído haciendo que gruñiera mi nombre. Se quitó sus zapatos y se quitó el botón del pantalón, para luego quitarse el saco y luego con agilidad se sacó la camisa quedando solo con su pantalón. Con su mano bajó lentamente su pantalón mientras lo dejaba atrás y subíamos a la cama como si de peldaños se tratase. Acaricié su cuerpo y me aventuré a tocar su masculinidad sobre la tela del bóxer, quien estaba más que dura en ese momento.

Levantó la tela del vestido y la deslizó por mi cabeza dejándome completamente desnuda ante él. Hizo un camino de besos hasta mis senos y luego los lamió y mordió con paciencia, sacándome de mis casillas. Gemí alto al sentir su mano en mi zona v, acarició mis pliegues y llevó un dedo hacia mi entrada, lo introdujo y este entró fácilmente debido a mi humedad.

-estás lista para mi.- su voz era ronca y lenta, seductora, lo atraje hacía mi boca y lo besé profundamente con ansiedad. Esto me estaba encantando.

Subió hasta mis caderas e hizo fricción junto con las suyas.

-quiero que me montes.- susurró en mi oído, lo miré traviesa y sonreí al imaginarme la posición en mi cabeza. Sin demora, mientras lo besaba y devoraba sus labios, me subí encima de él. Pasó su mano por mi espalda y me atrajo hacia él, para seguir besandome con facilidad. Bajó su mano lentamente hasta mis abultadas nalgas, las acarició y sin previo aviso, le dió una palmada que dejó picor en ella. Lancé un grito ahogado al sentirlo, pero sonreí en medio del beso. Este estrujó sus manos con mis nalgas, para luego, zampar otra palmada que hizo que el aire me faltara. Me elevó y luego me dejó caer suavemente dejando que su arma entrara suavemente dentro de mi .

El DictadorWhere stories live. Discover now