Lista.

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-¡déjenme!.- vociferé con todas mis fuerzas, pataleando todo a mi alrededor.

Prefiero estar muerta a que sus dedos recorran mi piel, me da repugnancia de solo pensarlo.

-¡sueltenme!.- los gritos retumbaban en las paredes negras de aquél túnel lleno de puertas de hierro. Las cabezas dudosas de algunas chicas de veían por lo barrotes mirando a mi dirección.  Las miré con terror, se les veían flacas y con ojeras tan negras como la noche, incluso con golpes en su rostro. Oh Jesucristo,  me impresiona esto, sabía que era malo pero no tanto,  incluso que violaba a las muchachas y luego las dejaba ir, pero que estúpida fui al pensar eso, él no se arriesgaría, no es tan tonto.

Me ahorcaré si me dejan ahí.  ¿Qué mierdas digo?, si no doy para eso. Pero lo repito, prefiero morir a quedarme aquí encerrada. Aunque eso quiere decir que tenga oportunidad para escapar en un futuro, tal vez Dios me esta dando otra oportunidad.  Pero no sé que haré cuando me toque ser la puta del presidente. No lo soportaré. 

Esto es algo muy malvado, ¿cómo una mente humana puede ser tan retorcida para hacer esto?. Mis huesos chocaron contra algo, al ser arrojada a algo frío y duro, el suelo, me dejaron tirada en una celda, con las manos amarradas y la falda de la escuela subida hasta el comienzo de los muslos, exhibiendo mi tersa piel. Con mis manos y como pude me tapé un poco. Miré todo a mi alrededor, al menos aquí no hay cuerpos en descomposición. Lancé un quejido de dolor al sentir mis piel rasguñada por la caída causada por esos imbéciles.

-¿quién es la nueva?.- escuché un eco, la voz de una chica. Apoyé mis manos en el piso frío y caminé hacia la puerta, alzandome para ver por los barrotes, aunque no alcanzaba a ver nada, ya que no tenía buena altura. Intenté nuevamente al saltar para ver algo pero fue un fracaso total.

-soy Tess.- murmuré recostando mi cabeza en la puerta fría de metal, rindiendome y suspirando ante la situación que me acabo de meter, mi mente estaba maquinando todo tipo de ideas, pero ninguna se me hacía lo bastante atractiva para las oportunidades que tengo de salir.

-¿por dónde te vió, Tess? .- preguntó una de las muchachas en las otras celdas, su voz se oía sufrida y rota, junté mis cejas al imaginarme lo peor que les ha pasado a ellas.

-no me vió.- acoté.- quería formar un grupo de jóvenes en contra de su gobierno, pero una de sus espías le informó y aquí estoy.

-le gustaste.- murmuró otra.

-que mala suerte.- refunfuñé, a lo que por una extraña razón estas rieron.

-te espera el infierno, Tess.- escuché una voz cantarina, miré lo gris del metal pensativa. No me espera, estoy en un infierno.

-¿a ustedes dónde las vió?.- pregunté.

-a mi me vió en uno de sus discursos, fue triste al ver a mi madre sufrir por no poder hacer nada,  cuando me arrebataron de su mano.- Miré hacia un lado, sintiendo pena ajena.-es triste.- sentí su voz apagada. Me imaginé en aquella situación y hasta me sentí mejor que mi hermano, ni mi madre, ni mi padre estuvieran ahí,  como sea me iban a llevar y ellos no iban a poder con la culpa.

-muy triste.- fue lo único que me salió y fue sin pensarlo.

-yo fui a su votación y al salir de allá,  me raptaron  y jamás he vuelto a ser la misma, ni he hablado con mi familia.- saltó otra. Las chicas parecían muy calladas y ahogadas en su propio dolor.

-osea,  que tienen mucho tiempo aquí.- me sentí triste por ellas, esto debe de ser algo aterrador. Debe no, es algo aterrador. Me imagino la pesadilla que han vivido, me nace una rabia inmensa contra ese animal. Dios, que cruel es al jugar con la vida humana como si fueran nada. Maldito.

El DictadorWhere stories live. Discover now