Capítulo 11: Recuerdos Amargos

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Sara

Miraba mi muñeca Mia que me observaba desde la cama

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Miraba mi muñeca Mia que me observaba desde la cama. Me la regaló mi madre cuando sólo tenía tres años. Me gustaba jugar con ella a peinarla. Ahora que tengo 10 años, me gusta hacerle vestidos de cartón. Mia tiene el pelo marrón, corto que le llega por los hombros. Sus ojos con azules y su piel es morena. Me enamoré de ella por su color de piel. Era diferente a las otras muñecas de mis amigas, eso le hacía ser única y especial.

Diseñar los vestidos para Mia me relajaba. Tendría que estar haciendo los deberes, pero no podía concentrarme. Hacía 2 años que mi padre murió y me quedé sola con mi madre. Me acuerdo que estaba bastante triste y enfadada. Mi madre se recuperó pronto y metió en casa a su novio. Kanaye un hombre asiático y con muy mala leche*. No lo quiero, más bien lo odio. Kanaye no es bueno, hace cosas raras. Además trata muy mal a mi madre... y a mí también.

Hacía tiempo que quería hablar con ella y pedirle que nos fuéramos de esa casa o dijera a ese hombre que se fuera. Él me había hecho daño, quería decírselo a mi madre pero no tenía ningún momento a solas con ella. Decidí que era el momento de hablar con mi mami y de paso coger chocolate para merendar.

Salí de mi habitación y bajé por las escaleras para llegar al comedor. Entonces escuché gritar a ese imbécil. Venía del bar seguro, siempre que venía de allí parecía que estaba enfadado con todos.

—¡Valentina! Maldita mujer—chilló de una manera que me daba mucho miedo—¡Ven aquí si no quieres que te deje inconsciente a golpes!

Llegué al comedor justo cuando mi madre aparecía por la otra puerta. Por ahí se llegaba a la cocina. Me escondí para evitar que me vieran. Me daba mucho miedo Kanaye. Un día estaba jugando a modelos con Mía. Le había hecho muchos vestidos y se lo estaba enseñando a mi padre. Había puesto una foto suya en la pared y paseaba a Mia delante de la fotografía. Entonces entró Kanaye muy enfadado, me cogió del brazo muy fuerte y me tiró al suelo. Después cogió la foto de mi padre y la rompió a trocitos. Desde ese día, guardo la fotografía debajo de mi colchón. Estuve un día entero pegándola con celo. La foto está descolorida y en muy mal estado, pero era la única que tenía. Kanaye tiró todas las fotos de mi padre a la basura el día que entró en mi casa. Decía que así ayudaba a mi madre y a mí a superar su muerte. Yo creo que él odia a mi padre y por eso quemó sus fotos en el jardín.

—¿Qué necesitas?—preguntó mi madre temerosa, despistándome de mis pensamientos.

—El inspector Kaimi ha estado por mi trabajo—dijo serio y con un tono de enfado.

Mi madre se quedó muy quieta. Empezó a jugar con su delantal. Eso era porque estaba muy nerviosa, siempre hacía ese gesto cuando algo estaba fuera de control. Yo me agaché sentándome en el suelo para no hacer ruido.

—¿Qué quería?—preguntó ella evitando la mirada de Kanaye.

—Quería hablar conmigo—dijo acercándose y cogiendo a mí madre del brazo con fuerza—sobre ti ¡¿Qué leches le has contado?!*

Eddie (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora