Capítulo 7: Eddie "El cazador"

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Alba

Me encontraba en el comedor de mi casa con los objetos delante de mí. No dejaba de pensar si hice bien en dejar que Álex se llevara una vez más a Naomi. Cada minuto que pasaba con su padre, era un minuto más que tenía para pegarle. Pero no podía hacer nada, era su padre y por ley se tiene que quedar con ella. Si de alguna forma podría demostrar a la policía que es un maltratador... pero ¿Cómo?

Miré un sobre en blanco bastante arrugado que tenía encima de la mesa. Éste junto con otro objeto había estado escondido en el brazo de Eddie. Estaba segura que lo había dejado Helena, pero tenía mucho miedo de que ésta carta revelara mis miedos. Me negaba a creer que ella se había ido. Ella sabe cómo es Alex y lo que puede llegar hacer a su hija. No la dejaría sola con él ¿o sí?

Cogí la carta y la giré. En la solapa del sobre en pequeño ponía "Alba". Me alegre al ver mi nombre, una señal de que mi amiga no me había olvidado que contaba conmigo. Éste era un mensaje para mí, no había duda. Busqué entre mis bolsillos y encontré la llave de casa. Rasgué con ésta el sobre y desdoblé la hoja. Leí muy deprisa sin dejar de sentirme confusa. Cuando acabé me dejé caer en el respaldo de la silla ¿Esto era verdad?

Entonces pasé la hoja y lo vi. Esto iba en serio, Helena había pensado en mí.

— Te prometo Helena que lo cumpliré — susurré.

Entonces me levanté cogiendo las dos hojas, el sobre y los objetos que me quedaban. Grité a pleno pulmón "¡Ahora vengo!" para que mi marido y mi hija me escucharan. Me fui como alma que se lleva el diablo hacia mi coche.

— Espero que no sea demasiado tarde — dije mientras me dirigía a la estación de policía.


Eddie

Alex se encontraba a escasos metros de Naomi

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Alex se encontraba a escasos metros de Naomi. Estaba en ropa interior y se le acercaba insinuante a la niña. De su boca salía un olor a Alcohol muy desagradable. Mi princesa le miraba con los ojos de la inocencia y pensaba que estaba jugando. En cierta parte era así, pero no era un juego infantil.

— Déjame contarte el cuento — volvió a repetir.

La niña le dio el libro no muy convencida y con gran miedo. No dejaba de apretarme el cuerpo. Si seguía así el algodón que tenía dentro se me saldría por los ojos. Eso me daba igual, yo intentaba por todos los medios reunir todas mis fuerzas para usar mi poder. Pero el tiempo se agotaba, este condenado estaba empeñado en acercarse a Naomi.

— No cariño, este libro no lo quiero. El libro de la caperucita roja, el verdadero, me lo sé de memoria. Era un libro que mi padre me contaba.

— ¿Tu papá te leía cuentos? — preguntó la niña extrañada.

— Sí, pero no eran los clásicos. Los que me contaban tenía escenas más... especiales — dijo mientras se metía en la cama al lado de mi princesa.

Eddie (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora