Capítulo XXXIX

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Ainhoa.


Las agujas del reloj haciendo un sonido acompasado era el único sonido que llenaba la habitación.


Era todo silencio desde que había regresado, nadie se atrevía a romper la tranquilidad y serenidad que había en este cuarto. Me encontraba recostada en mi enorme cama desde hacía horas, de costado derecho y con la mirada perdida en la enorme ventana que estaba allí; realmente no recuerdo a donde daba visual en este momento.

Tenía los labios resecos y los ojos pesados, era el precio de estar horas y horas llorando. Mi hijo ahora estaba siendo enterrado en el panteón de la familia. Es que después de tanto sangrar, Ilenya junto con Alia se encargaron de que pueda eliminar el cuerpo sin vida de mi hijo.

Ahora sus restos estarían descansando junto con sus abuelos, Rachel y Klaus.


A veces creo que es injusto el destino que me tocó, yo no quería ser reina, no quería grandeza y mucho menos quería pertenecer a un mundo mágico que era tan déspota y sangriento.

Yo lo unico que queria era que el chico guapo y popular del instituto se fijara en mi presencia, dio la casualidad que ese chico era un licántropo y que estaba unido a mí a través de un enlace astral de su raza. 


Siempre me imagine a Ethan como un ser sumamente lejano a mi, el era el tipico cliche. Alto, musculoso, tatuado, guapo; En cambio yo era todo lo contrario a él, tenía pocas curvas, era tímida, poco sociable. El siempre estaba rodeado de gente a la que llama amigos, que tiempo despues descubri que todos pertenecen a la manada; y yo solo tenía a Dory que era mi fiel confidente. ¿Que sera de ella ahora?, ¿Que sera de Conrrad?, ¿Que hubiese pasado con mi madre adoptiva si yo no llegaba a sus brazos?.

A veces pienso que la solución de todo la tenia Viktor, cuando quiso matarme cuando niña. A veces pienso que mi vida acabo cuando de mi vientre sacaron el cuerpito de mi bebe, a veces pienso que morir es mi única salida.


Aunque tengo otros pensamientos, estos me obligan a seguir respirando y aunque parezca increíble, me dan un propósito para seguir andando: Venganza.

Estas tres noches en las que pude dormir bajo el abrigo de mi castillo, solo pude soñar distintas maneras de tortura para Galaphar y para Ezra, una peor que la otra y aun así ninguna me convencia del todo. En mis sueños estaba yo, en un sótano con ambos amarrados y en mi mano había una guadaña similar a la que usa la muerte. Los heria, torturaba y humillaba; me bañaba en su sangre y por fin ellos morían.

Pero no era suficiente.

No podían morir y quedar libres de culpa y cargo, debían pagar en vida cada atrocidad cometida por sus manos, debían sufrir lo mismo que sufro yo en estos momentos. 

Debían estar tirados en una cama, con la mirada perdida en una ventana y con ganas de morir.


Por supuesto que yo los vería caer, y aunque se me vaya la vida en esto puedo asegurar que ellos caerán, rogaran a cualquier deidad para que los mate y padecerá en carne la ira desatada de una madre, de una híbrida, de una reina.

Y ese día comenzaba hoy. Por lo menos uno de ellos tendría su castigo.


Ezra estaba encerrado en las mazmorras donde tiempo atrás estuvo mi pueblo; desde el momento que partimos con rumbo al Reino, Jal lo mantuvo sedado y bajo estrictas órdenes mías, fue encarcelado para que una vez recuperada, hiciese lo que quisiera con el.

El TestigoNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ