Capítulo III

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¿La seguiste durante toda la noche? —  Preguntó Malcom sin mirarme

Tenía que asegurarme que ese pedazo de mierda de Ethan no la lastimará, debía seguirla de cerca pero sin que ella no supiera...



Ainhoa estaba rodeada de cuerpos sudorosos que bailaban en una pista improvisada en la sala de la casa de Ethan.
Durante su ataque de rabia y frustración decidió asistir a la fiesta con el vestido rojo más sexy que tenía para impactar, pero ahora que esa ira se había evaporado pensaba que haber asistido era una estupidez.
Quedó en el centro de la pista esperando a Dorothy que se había marchado con la excusa de ir por unos tragos, dejándola sola. Que esa soledad no duró mucho gracias a unos brazos fuertes que la aprisionaron desde atrás.
Ella pegó un pequeño salto y se dio la vuelta para encarar a su captor, un joven rubio de ojos marrones y cuerpo fornido le sonreía y extendía el vaso que tenía en sano derecha.

¿Gustas? , es de cereza — Dijo a los gritos por la fuerte música, Ainhoa negó con la cabeza y su acompañante se acercó a su oído para hablarle.

Anda, no seas niña , ni que fuera tu primera fiesta —  Dijo riendo y Ainhoa miró seriamente el vaso y le dio un pequeño sorbo, efectivamente tenía gusto a cereza. — Me llamo Drago.

— Yo me llamo Ainhoa— Dijo por encima de la música.

—Lo se, soy compañero tuyo y tu ni me pelas...

Ainhoa lo miró bien a la cara tratando de deducir quien era pero no daba con su rostro. 


—Lo siento pero no te reconozco — Dijo Ainhoa avergonzada.

—No hay problema, soy del grupo de Chad, Blaze y Ethan...

Ethan es amigo de Drago.

—Un gusto entonces—Dijo Ainhoa con una sonrisa boba producto del alcohol que había tomado mientras el rubio hablaba.

Drago se acercó más a ella y comenzaron a bailar sensualmente en medio de la pista, Ainhoa se acercaba a el y reía totalmente perdida de sus actos.

Drago la iba dirigiendo cada vez más lejos de la pista a medida que seguían bailando, cuando Ainhoa se percató de esto ya estaban en un pasillo que estaba continuó a la sala, allí varios adolescentes se basaban y tocaban.

Drago no le dejo tiempo a pensar cuando la estampó contra la pared y la beso fieramente y con violencia, Ainhoa se removió pero el era mucho más fuerte, sus manos se colaban por la falda de su vestido haciendo que Ainhoa se remueva con más firmeza.

Ella rogaba que alguien oyerá sus gritos pero con esa música era imposible, iban a violarla y no podía hacer nada para impedirlo, hasta que sintió como Drago se alejaba súbitamente y ella iba a parar al piso.

Su mirada se centró en los dos jóvenes que se peleaban, uno era el rubio Drago y el otro era también rubio y de ojos celestes como los de Ethan...
Era Ethan.

¡Ethan la había salvado!

—¿Qué haces idiota? Sabes que esta prohibida—Dijo Ethan tomando del cuello de la camisa.

— No te metas Ethan.

—Vete Ainhoa, este no es un lugar para ti—Dijo Ethan severamente sin dejar de ver a Drago, ella se levantó del piso y tambaleándose se dirigió a la fría calle.

Llegó a una esquina llorando y lamentándose, ella no debió ir a esa fiesta, Ethan se lo había dicho, ella no pertenecía ahí.
De la nada apareció un taxi que no dudo en tomar.

—¿Hasta donde pequeña?—Dijo el joven taxista de ojos verdes y cabello castaño, ella le dio la dirección de su casa y en un llanto silencioso transcurrió su viaje.

Al llegar pago si viaje no sin antes recibir el consuelo del taxista " Eres muy joven y bonita, no deberías llorar por un chico ", como si el supiera...

Al entrar fue sigilosamente a su habitación para no despertar a su padre, pero a juzgar por su borrachera ni un tsunami lo despertaría.

Entró en su cuarto y se derrumbó contra la puerta para llorar. ¿Porque siempre debía ser débil? Con su padre, con Ethan , con Drago...

Ella era débil y por eso todos se abusaban. Se levantó para acostarse en su cama, el dolor de cabeza más el cansancio del cuerpo la estaban matando y lo único que quería era dormir hasta que su vida diera un vuelco, cuando se desplomó conté a la cama recibió el golpe de un objeto que ya estaba allí, era un libro viejo de tapa negra y páginas amarillentas.

—¿"El diario de Rachel"? ¿Qué es esto?— Dijo Ainhoa tomando el libro entre sus manos y miró a la luna llena que se alzaba frente a ella en busca de una respuesta.



¿Tu lo dejaste allí? —  Preguntó el doctor.

Por supuesto, ese era el momento de la verdad.


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Ethan en multimedia
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El TestigoWhere stories live. Discover now