Yumi ladeó el rostro hacia Sasuke, quien al notar la mirada de su compañera, hizo lo mismo. ¿Querría decirle algo? Sus miradas se cruzaron, una de ellas esforzándose en parecer vacía, y la otra limitando su curiosidad.

—Así no ganemos... —Inició la chica de largos cabellos negros—, así no... ganemos —repitió un poco más fuerte. No pensaba decirlo dos veces. Ni siquiera sabía si estaba bien decirlo en voz alta, pues nunca sabía cómo reaccionaría el Uchiha—, debe saber que fue divertido estar con usted.

Por unos segundos, Sasuke se quedó sin palabras. ¿Había escuchado bien? Un extraño y tedioso nudo en la garganta le impidió responder. Además, ¿qué podría decir? ¿"A mí también me pareció divertido"? No. Uchiha Sasuke no decía esas cosas. No tenía por qué hacerlo. Había sido demasiado hablar de su hermano. No cometería más errores.

—Hacemos un buen dúo —Soltó antes de darse cuenta.

—Los ganadores son... —Un redoble de tambores que calló lo siguiente que ambos querían acotar.

"Cuando digan mi nombre, Sasuke se dará cuenta del error que cometió en no emparejarse conmigo", exclamó Karin en su interior. Se ajustó los lentes sobre el puente de su nariz y luego de sacarle la lengua a Suigetsu, buscó a Sasuke con la mirada. Lo halló más distraído de lo que se imaginaba, envuelto en sus propios pensamientos y frunciendo los labios. ¿Qué bicho le había picado?

—Hōzuki Suigetsu y Jūgo —Anunció el organizador haciendo que dos ninjas se miraran entre sí con una alegría impropia para personas que habían sufrido mucho a manos de un hombre que los trató como ratas de laboratorio, y se levantaran de un salto.

Karin maldijo en voz alta, a lo que Suigetsu no prestó atención, sino que apuró a Jūgo a ir por el premio.

El dinero les sentaba bien a todos, incluido el Uchiha. Así que después de discutir si marchar de inmediato a la venganza o quedarse en el hotel y pasar un buen tiempo, la mayoría votó por la segunda opción.

—Brindo por Karin que al fin está comportándose —Hipó Suigetsu luego de tomarse media botella con la Uzumaki—. Esta chica... tiene carácter.

—Pues yo brindo por mi amigo Suigetsu —Rio la pelirroja apoyándose en el susodicho—. Eres tan molesto que a veces me da ganas de matarte, pero comprendo que quieras llamar mi atención —Se burló, dándole palmaditas amistosas—. Oh, y por Sasuke, obviamente —Le guiñó al Uchiha—, porque después de que mates a tu hermano, me encargaré de que tengamos tres hijos.

—No puedo creer que quieran emborracharse —Se quejó Sasuke por lo bajo, ignorando las risotadas de sus amigos, exceptuando a Jūgo que comía bolas de arroz tranquilamente.

—Nunca he bebido, ¿sabes? —Comentó la chica sentada a su lado—. Si salía con mis amigos, había altas posibilidades de ser castigados luego. Ryuto siempre odió la diversión. Decía que nos impedía hacernos más fuerte. Él... —Era como tú—, él creía que la amistad, la familia, todo aquello que te hace humano, no valía la pena. Lo único que importaba ante sus ojos, era el poder.

Entonces —y sin querer— Sasuke se imaginó a una pequeña Yumi con heridas por todo el cuerpo y tierra en el rostro, sin sonrisas, sin sonrojos, sin la pizca de vida que la acompañaba a todas partes. Y no le gustó esa imagen.

Él había tenido una buena niñez —al menos mientras sus padres estaban vivos—, pero ella ni eso había conocido. Había sido desde pequeña la responsable de cuidar de su hermana menor, de ocultarle la verdad de su pueblo, de pintarle un mundo de maravillas para que fuera feliz a su costa. Miró a Yumi que tenía entre sus manos un vaso de sake y fue imposible no desearle felicidad. Una pequeña parte de él la admiraba por lo fuerte que había tenido que ser, y la otra se sentía orgullosa de haberla encontrado. Itachi no sabía a qué se enfrentaría llegado la hora.

Kimi ga suki | Tú me gustasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora