Parte 1 - Capítulo 1

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1.
Bastian apagó el despertador de las seis y cuarenta y cinco de la mañana y se levantó de la cama perezosamente. Su cabello estaba despeinado y al pisar el frío suelo, se dio cuenta de que sus medias habían desaparecido entre las sábanas.
—¡No devuelta!
Metió el brazo dentro del acolchado y comenzó a hurgar desesperadamente hasta el fondo, con la esperanza de encontrarlas.
Cuando se dio por vencido, caminó hacia el baño y mojó su cara para despabilarse. Su torso estaba totalmente descubierto. Lo único que tenía puesto era un pantalón jogging, el mismo que usa de pijama para dormir todos los días.
Nanny le aseguró que se ve extremadamente sexy de esa forma: recién levantado, despeinado, y semi-desnudo. Pero él siempre fue inseguro de su cuerpo, a pesar de ser alto y delgado. Tal vez sea porque no es musculoso como la mayoría de los chicos de su edad… Y es porque no le importa ser así, él lo que quiere es tocar y hacer música y aprender más sobre política para matar cada milímetro de ignorancia que tenga dentro de su mente.
Él ni siquiera se parecía a un nerd, ni siquiera intentaba pretender serlo. Siempre le gustó ser el “Bastian” que es por dentro, el natural, el mismo de siempre… el loco por la música clásica y el rock, el amante del arte y todo lo que tenga que ver con la política.
—Hola futuro presidente de los Estados Unidos. —Se habló a sí mismo en el espejo, guiñándose un ojo—. Hoy estás reluciente, como siempre.
—Bastian, estamos en Argentina, no en Estados Unidos. —su hermana terminó de abrir la puerta que se encontraba medio abierta y entró al baño junto a él, como si eso fuera lo más normal del mundo.
Su hermano ni siquiera se sorprendió.
—Solo lo dije para sentirme un actor de alguna película de Hollywood—contestó cepillándose el cabello de color caoba.
—¿Cómo te fue ayer en tu clase de música?
—Perfecto, empezar a ir a esa escuela de música fue lo mejor que me podría haber pasado. Hoy tengo que ponerme a practicar con el contrabajo.
Nanny cepilló su enrulado cabello y con un poco de crema para peinar, revivió aquellos suaves, brillosos y voluminosos rulos que le colgaban hasta por los hombros.
Los hermanos mellizos eran totalmente idénticos: altos, castaños, de cabellos rizados, de ojos color avellana y nariz respingada.
Para los que lo rodeaban, ellos eran conocidos como los “larguiruchos”.
Cuando la joven de diecisiete años caminó hacia su pieza, casi se tropezó con la pelota de juguete de Papa frita, su perro de raza Bretón.
—¡Papa frita, la pelota!—exclamó Nanny, sosteniéndose del marco de la puerta.
Papa frita se acercó corriendo y agarró su pelota con la boca.
—No, jugar ahora no.
Nanny entró y abrió su armario para elegir la ropa que llevaría hoy al colegio.
Una remera de manga corta de los Rollings Stones, un saco de hilo negro, unos jeans azules y sus típicas zapatillas converse moradas.
—Bien, lo de siempre…—mientras se abrochaba los botones de sus jeans, llamó a los gritos a su hermano para que le trajera el libro de historia.
—¿Es este?—preguntó Bastian, dejándolo sobre la cama de su hermana.
Nanny dio media vuelta, con su torso desnudo, que por suerte llevaba el corpiño puesto, y sonrió al verlo.
—Sí, es ese.
Y no es que a ella le importara que su hermano la viera semi—desnuda tampoco. Le da igual. De todos modos, ambos estuvieron juntos desnudos en el útero de su madre por nueve meses y hasta salieron de allí juntos, sin ropa alguna que los cubAvellaneda. Pero para tenerse un cierto respeto, ambos respetaban las reglas de la “desnudez”.
—Gracias hermanito.
—Linda remera. Unos de los mejores.
Cuando Nanny había terminado de prepararse para ir al colegio, guardó la carpeta y los libros en su mochila y luego tendió su cama para que su pieza tuviera un mejor aspecto.
El grito de terror de su hermano proveniente de la sala de estar la alarmó. Nanny corrió hacia allá y rogó que nada loco o extraño haya pasado.
—¡Papa frita, me rompiste el joystick de la play! ¡Perro puto!
Nanny rió ante el panorama: su hermano enloquecido, el perro arrepentido y la consola de la PS3 en el suelo, masticada y babeada por Papa frita.
—Buenos días ma…pa…—Nanny los saludó con su ojos aún dormidos.
—Buenos días linda ¿budín, café?—preguntó su madre.
—Por favor.
Su madre le sirvió un plato con rebanadas de budín y un café cortado con tres cucharadas de azúcar, tal y como le gustaba a ella.
—¡Mamá, el perro me rompió el joystick!—se quejó Bastian al entrar a la cocina.
—Y bueno, hijo, si vos lo dejás a la vista, es obvio que lo va a romper… ¿no viste todos los calzones y bóxer que le rompió a tu padre?
—Ese perro es un hijo de puta, me rompió toda la ropa interior. —Acotó Samueluel, leyendo el diario.
Nanny rió por lo bajo.
—Reíte vos nomás, cuando te rompa uno de esos libros que leés ya no te va a causar gracia. —Su padre la fulminó con la mirada.
—No, Papa frita me ama y por eso jamás rompería algo mío... pero no me vas a decir que no es gracioso… ¡tus calzones!—estalló, muerta de risa.
Cuando Nanny al fin había terminado de reír, se levantó de la mesa solo para darle un pedazo de budín a Hamburguesa, su hámster.
Por alguna extraña razón, la muchacha le ponía nombres de alimentos a su mascota.
El timbre musical de la casa sonó.
―¡Es Tiziano! ¡Chau, nos vamos al colegio!―¬Nanny saludó a sus padres con un beso en la mejilla, agarró a su hermano del brazo, quien aún no había terminado de desayunar, y lo arrastró hasta la salida.
—¡No, no, no!—Bastian se agarró fuertemente del marco de la puerta, mientras su hermana lo obligaba a salir.


—¡Tizi!
—¡Nanny!
Tiziano era el mejor amigo de Nanny desde hace más de cinco años. Él siempre usaba esos jeans ajustados con alguna sudadera de color negro o gris, el pelo rubio alborotado y zapatillas Vans. Nadie creería que es homosexual con esa apariencia de chico ganador... salvo por algunos comentarios que hacía de vez en cuando.
Los mejores amigos se abrazan. Ahora Tiziano debería saludar a Bastian, el chico que lo vuelve loco con su forma de ser.
—Em, hola Tiziano, mejor amigo de mi hermana. —Bastian lo saludó con un apretón de manos y una sonrisa falsa.
Esta era una de las razones por las que no quería salir de su casa y su hermana lo obligó. No podía verlo a Tiziano ni en figurita.
—Hola Bastian, sexy y encantador hermano de mi mejor amiga. ―Tiziano le guiñó un ojo. Bastian levantó la mirada rápidamente y comienzó a caminar a la par de su hermana, ignorándolo.
—Nanny, ¿pudiste terminar el trabajo de historia y política?—preguntó Tiziano, sacando su teléfono para controlar la hora.
—Sip. Era re fácil.
—Sí claro, para vos… yo odio la política y todo lo que tenga que ver con ella, es lo peor de todo. No debería existir.
—Tiziano, si la política no existiera, la comunidad sería un caos. —Contestó su amiga, sacando chicles de su bolsillo— ¿Querés?
Tiziano toma uno.
—Claro, vos decís eso porque te gusta la política. Y bueno… a tu hermano también. —Corrió la vista hacia él, sonriéndole ampliamente. Bastian lo miró preocupado y levanta la vista hacia arriba, lamentándose—. Por Dios Nanny, Bastian hoy se ve sexy con ese cabello alborotado… me encanta.
Nanny bufó, cansada.
—Me decís lo mismo todas las mañanas, Tiziano, me aburren tus comentarios babosos.
—¡Bueno, que te quede claro que si fuera heterosexual me enamoraría de vos!
—Uf, no gracias. Te prefiero así como sos.
—¿Ves? Eso es lo que me gusta de mi mejor amiga, que me acepta tal y como soy y que si ella tuviera la oportunidad de cambiarme de sexo, no lo haría.
Bastian sacó su Blackberry de la mochila y se puso a escuchar música con los auriculares. No soportaba al amigo de su hermana y mucho menos sus comentarios, ¿Cuándo iba a entender que él jamás le daría una oportunidad?

—Nanny, ¿Cuándo Bastian se va a fijar en mí?—le preguntó su amigo sentado a su lado, con ambos codos sobre el libro de matemática.
—Tiziano, te dije que mi hermano no es gay ni bisexual. A él le gustan las chicas.
—¡Pero nunca salió con una!
—Él es lento, solo eso. No te quiero dar falsas esperanzas, a mi hermano le gustan las chicas. No te lo vuelvo a decir.
—Pero… pero… ¿Dónde consigo a otro chico como él? ¡Bastian es único! Agh, hubiera sido mejor que vos fuera hombre.
—Tiziano, cortala, me tenés harta. —Murmuró Nanny, anotando los ejercicios en su cuaderno.
—¡Sos una amargada! ¿Ves? Ah… ya sé por qué, ¡Vos nunca tuviste novio! ¡Por eso! Tengo que conseguirte uno enseguida.
—¿Qué? ¿Vos estás loco? ¡Ningún novio, yo estoy mejor así!
—¿Te gusta alguien?—Tiziano elevó sus cejas y sonrió de forma pícara.
—No. Basta.
—¡Vamos!
—El amor entorpece la mente… y yo quiero ser una mujer inteligente. Así que…
—¡Mentira, vos no sabés nada del amor! Estás seca de pecho, eso es lo que te pasa.
—Tiziano, te callás o te…—Nanny cerró su mano fuertemente y golpeó sus nudillos contra su palma.
—Nanny… Mirá, en este salón hay chicos muy lindos… claro, aparte de tu hermano y el profesor, ¿No?
—Basta.
—Como… em…—Tiziano paseó su mirada por todo el salón y sus ojos se clavaron sobre Lucas—. Lucas, ese mismo, me gusta para vos.
—¿Me estás cargando, Tiziano? Ese es Lucas, el chico más odioso del mundo. Yo lo odio a él y él me odia a mí, ¿Entendés? Nos odiamos.
—Los que se odian de chiquitos se aman de grandes.
—Puras mentiras. —Bufó.

—Hola chicos, ¿Puedo jugar? Mi hermano se fue a su clase de música y bueno, estoy sola…—la pequeña Nanny de once años se acercó a su primo Omar y a su amiguito Lucas, quienes pateaban la pelota felizmente.
—¿Vos vas a jugar a la pelota?—el tono de voz de su primo no era para nada amistoso. Nanny tenía un mal presentimiento.
—Más que nada te usaríamos a vos como pelota, ¿No te ves? –agregó el niño de cabellos oscuros y ojos azules, quien Nanny lo había conocido como Lucas.
Nanny frunció el ceño, comprendiendo que ellos no estaban intentando ser simpáticos.
—Bueno, solamente vine a jugar… pero veo cuan estúpidos son, así que me voy. Gallinas, no quieren que juegue con ustedes porque saben que les voy a ganar.
—¡Andate fea, anda a comer chocolate por algún lugar lejos!—gritó Omar, molesto.
Su amigo Lucas comenzó a reír.
Nanny presiónó su puño, aguantando la ira que ambos le habían provocado.
—¿Así que te vas, gorda? ―exclamó Lucas, con la pelota en sus manos y una sonrisa triunfadora.
—¿Qué me dijiste?—Nanny da media vuelta, observando con odio a aquel chico.
El niño, quien aún sostenía su sonrisa con orgullo volvió a repetirle: —Gorda.
Nanny se abalanza hacia él, arrancando pelos, rasguñando pieles y golpeando ojos.
Desde ese día, Nanny odió a Lucas. Y Lucas la odió a ella.

—¿Alguien me puede decir qué es la racionalización de radicales?—el profesor Rodríguez comenzó a escribir el subtítulo en el pizarrón.
Julio, el chico más inteligente y divertido del salón levantó la mano.
—Julio.
—Es un proceso en donde se tiene que eliminar la raíz o raíces que están en el denominador de una fracción. —Contestó seguro.
—Muy bien.
El rostro de Tiziano había cambiado por completo cuando escuchó hablar a Julio. Y no es porque le haya gustado él, sino porque su lámpara se prendió.
—¡Ese, Nanny, ese chico es perfecto para vos!
—¿Julio?—Nanny acunó su cabeza en sus manos—. Julio es demasiado imposible… es lindo, sí. Pero no, ¿Me escuchaste? No quiero perder tiempo en cosas como estas.
—¿En qué no quiere perder tiempo, señorita De la Vega?—preguntó el profesor Rodríguez, observándola de reojo.
Todos clavaron sus vistas en ella.
—¿Podría decirme, Nanny, cómo podemos racionalizar un monomio como el del punto uno?
Nanny se paralizó. Su respiración se entrecortó y ahora se encontraba presionando fuertemente el brazo de su mejor amigo. No podía responder, ella no tenía ni la mínima idea de qué decir. Toda su vida odió participar en clase y justo en este momento el profesor la había pescado distraída.
Sus mejillas enrojecieron, sus nervios llegaron al extremo…
—Para racionalizar el monomio del punto uno, hay que multiplicar el numerador y el denominador de la fracción por la raíz del denominador cuyo radicando se eleva a la diferencia entre el índice y el exponente. —Contestó Bastian, rápidamente.
Nanny suspira aliviada.
—Muy bien Bastian, usted es un buen hermano… ¿No es así?
La clase dejó de mirar a Nanny y ya nadie se acordó de que tenía que responder algo. Su hermano la había salvado.

—¡Por eso te amo, hermanito!—Nanny lo abrazó y le dio un beso en la mejilla.
—¡Ay, no Nanny! ¡No en la salida del colegio, nos van a ver!—su hermano se alejó de ella, limpiándose la mejilla derecha.
—¿Y qué tiene? Sos mi hermano mellizo y te amo, ¿Eso es avergonzarte?
—No, no entendés. —Rió sonrojado.
—Bueno está bien, cuando lleguemos a casa te preparo lo que quieras.
—No hace falta. —Bastian frotó la cabeza de su hermana con sus nudillos.
Nanny no podía estar más agradecida con la vida por haberle dado a un hermano tan único e inteligente como él… ella sabía que Bastian tenía en cuenta sus más grandes miedos y por eso se arriesgó a ayudarla.
Ella no podía hacerlo sola, no todo.
Como en aquella fría tarde de invierno, en que Laura y Samuel llevaron a sus mellizos a comer a Mc Donalds de Avellaneda.
Nanny corría en forma de zigzag por la vereda, esquivando largas piernas y grandes traseros calientes que avanzaban hasta la esquina. Para ella era una aventura correr por entre medio de la gente… era como escapar del mundo y perderse para siempre.
Pero cuando sintió un líquido en forma de gota gigante caer sobre su nariz, la niña dejó de correr.
Algunas personas al verla se echaron a reír sin dejar de continuar con su camino, y cuando Bastian se detuvo a verla, una pequeña risa se le escapó.
—¡Mamá!—la niña corrió hacia su madre, y abrazó fuertemente sus rodillas, con lágrimas en sus ojos— ¡Un pájaro me cagó en la nariz!
Nanny se sintió aún peor al escuchar que su padre Samuel también reía.
—¡Basta, no te rías!—su rostro se había enrojecido de furia y bronca, y las lágrimas comenzaban a caerle por las mejillas.
Cuando Nanny casi usa su bufanda para limpiarse el blanco estiércol de pájaro, su hermano se acerca, y con el puño de su buzo favorito de Bugs Bunny, le limpia la nariz a su hermana, sin ningún problema.
Él no podía verla mal, sabía que Nanny era muy sensible y que necesitaba el apoyo de su hermano.

—¡Hola, llegamos!—exclamó Nanny, con su típico vozarrón de saludo al entrar a su casa después de la escuela.
Bastian deja su mochila sobre la mesa y camina hacia la cocina, persiguiendo el exquisito olor a espaguetis.
—Mmm…—olfateó el aire.
Nanny se desató el cabello, se sacó las sucias converse moradas y comenzó a caminar libremente por el fresco pasillo.
—¡Mami, llegamos!—volvió a gritar, caminando hacia el living.
Unas voces desconocidas se escucharon desde allí, casi en un susurro.
Cuando Nanny entró, su piel se erizó por completo al volver a ver a aquellos rostros que no veía hace varios años.
—¡Sobrina!—la tía Susana se levantó del sillón y corre hacia Nanny para abrazarla.
La joven se sorprendió ante su reacción y como una roca; fría y dura, saluda a su tía.
De inmediato sus ojos bajaron y su mirada se encontró con aquellos ojos oscuros como la tierra.
—¡Prima!
—Omar…—sonrió deslealmente. Después de todo, Nanny no podía evitar esconder su gran impresión al volverlos a ver.
Él expande sus brazos y la rodea con ellos, casi como si la amara.
—¡Tan… tanto tiempo!—exclamó Nanny sorprendida.
—Te extrañé mucho prima, ¡estás más alta!—sonrió, observándola de pies a cabeza.
—Y vos… ¡también! Y bastante diferente… ¿Qué te pasó en estos años?
—Viajes Nanny, muchos viajes. Y fiestas, por supuesto…
—Ya veo.
—¡Bastian, primo!—Omar lo sorprendió con un abrazo cuando apenas había entrado. Bastian abre su boca, estupefacto e inseguro. Jamás pensó que volvería a ver a su primo Omar, y de esa forma.
—¿Omar?—ambos estrellaron sus manos en forma de saludo—estás cambiado, viejo.
—Vos también primo. —Se te ve más nerd—Omar alborotó el fino peinado de Bastian con sus manos.
—Chicos, su primo y su tía Susana llegaron de sus viajes por Europa y se van a quedar unos días. —Comentó Samuel, poniéndose de pie.
—¿Qué? ¿La tía Susana también?—preguntó Nanny, algo molesta.
—¡Ay pero si son los sobrinos más hermosos del mundo!—Susana, con una copa de vino argentino en la mano, se abalanza hacia sus sobrinos mellizos y los abraza de un apretujón.
Ella tenía algunas canas en las raíces del cabello y el color anaranjado se estaba decolorando. Su rostro se veía algo cansado y gastado… Bastian podría decir que la tía estaba vieja y arruinada.
Y fea, feísima.
A Bastian se le erizó la piel al pensar eso y se estremeció. 
“La tía se ve igual a la bruja pelirroja de la película —Abracadabra—“, se dijo a sí mismo para sus adentros.
—¡Cuánta emoción, la familia reunida, otra vez! ¡Como en los viejos tiempos!—exclamó emocionada.
Nanny no sabía si festejar y reír falsamente o salir corriendo y escapar para siempre. Ella no quería que la tía Susana y Omar se quedaran unos días en su casa. Una de las razones era porque Susana vivía criticando su forma de vestir y ser, y otra de las razones era porque Omar no siempre era simpático con ella… salvo en los momentos que la necesita para algún favor.
Por eso, Nanny supo que los siguientes días no iban a ser para nada divertidos.

Pájaros en el techo (basada en hechos reales)Where stories live. Discover now