Epílogo

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Epilogo

 

 

Anoche me había llegado un mail de Alberto que decía que habían encontrado el cuerpo de Omar sin vida sobre las tumbas de Nicolás y la tía Laia horas después de nuestra fiesta de egresados. Me dieron ganas de llorar al pensar en él, en lo poco que vivió, en lo mucho que fue engañado. Solamente deseé que estuviera bien y que antes de morir, me haya perdonado.

Ya habían pasado tres años desde que él había desaparecido de nuestras vidas y la tía Laia falleció de aquella enfermedad. También desde que nos enteramos que Susana había sido asesinada en su propia casa días antes de nuestra graduación.

A veces lo pienso y me gustaría volver el tiempo atrás, justo cuando Nicolás, Omar, yo y Bastian estábamos en aquella estación de tren. Enfrentaría a Susana y le diría que no, no descuidaría a mis primos, que ella es una mierda y que no va a poder arruinar mi familia.

Pero es demasiado tarde, todo ya pasó.

Extraño con todas mis fuerzas a mi bella tía Laia, extraño su sonrisa, su risa, sus ojos, su cabello, su voz, sus cantos, su entusiasmo, sus ganas de pintar… todo. A veces, en las noches, me quedo pensando en ella y miro hacia el techo con la esperanza de que me esté viendo.

Pero andá a saber si ella me ve.

Tal vez esté con Nicolás, por fin los dos juntos. O tal vez esté también con Omar, no lo sé.

Pero extraño a mi familia, extraño todo.      

Todo fue una maldita injusticia.

Mamá y Papá se mudaron en una casa en la costa para disfrutar de su jubilación juntos, mientras que Bastian se casó con Carla, su novia.

“Hola hermanita, te extraño. Ayer llegamos temprano, ¿sabías que Australia es mucho más bonita de lo que imaginábamos? Los abuelos de Carla nos dieron hospedaje y cuando apenas tengamos el dinero suficiente, nos vamos a comprar una casa. La estoy pasando de maravilla, estoy muy feliz de empezar nuestra vida juntos acá. Sabés que cuando quieras pueden venir con Julio y pasar unas vacaciones, por mí lo mejor sería que te vengas a vivir, Porque sabés? Me cuesta vivir sin verte todos los días. Me está costando mucho despegarme de mi melliza y es difícil vivir como adulto. Te extraño demasiado, extraño tu sonrisa, el sonido de tu risa (que a veces suena como chancho, a veces como foca pariendo), extraño pelearte, extraño cuidarte (aunque ya no sea necesario hacerlo, siento esa necesidad), extraño abrazarte, extraño tus histerias, tus mañanas de mal humor, extraño tu voz… Espero que estés pasándola bien con Julio, decile que si te llega a lastimar me tomo el primer vuelo de acá hasta Buenos Aires y lo mato. Aunque creo que no va a hacer falta, es un buen tipo. Antes de que me fuera él y yo hablamos y realmente está enamorado de vos. Me sorprende la manera que enloqueces a los hombres, Nanny. Te ama, tu hermanito Bastian”.

“Hijita, ¿cómo anda todo por allá? ¿Viste que al fin aprendí a usar bien el correo en el celular? Por eso te mando este mail en vez de llamarte, es que quiero aprender a ser más tecnológica (aunque me cueste) jajaja! Seguro cuando lo leas yo voy a estar caminando en la arena, agarrada de la mano de tu papá, escuchando las olas del mar (no es por presumir, pero la vida de una mujer que se acaba de jubilar está re piola –como diría Bastian-) y pensar que vos tenés que vivir con la idea de seguir estudiando, empezar a trabajar para crear una familia! Jajaja qué lindo que yo ya pasé por eso, ahora estoy re pancha. Bueno perdón estoy siendo algo forra –sí, estoy implementando palabras más modernas para no sentirme tan vieja-. ¿Cómo anda tu vida? ¿Julio cómo anda? Decile que nos consiga entradas gratis para sus recitales porque ni en pedo gasto trecientos mangos! Jaja! Che, para cuándo vienen? Los extraño, con tu viejo estamos más solos que un hongo. Dale, no sean ratas y vengan un fin de semana que tenemos una habitación de más exclusivamente para ustedes. Te amo hija.

Pájaros en el techo (basada en hechos reales)Where stories live. Discover now