Capítulo 21

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Al día siguiente, apenas me desperté, salí corriendo para la casa de mis primos. Durante la noche no pude pegar un solo ojo con las historias que creaba con ellos en mi imaginación. Estaba demasiado ansioso como para esperar unas horas y volverlos a ver para seguir espiándolos.

Sus vidas eran mejores que la mía.

Nanny todavía dormía, en su rostro se dibujaba una curva proveniente de sus labios que daba la pauta de que había tenido una buena noche. Entré a la habitación y me escondí en el placar. Deseé que cuando despertara, lo primero que haga no sea abrir estas puertas.

Desde acá arriba se podían escuchar las risas y gritos de mis tíos procedentes de la cocina. Imaginé que podrían estar preparando juntos el desayuno, charlando con Bastian o mirando alguna película de comedia.

Justo cuando me estaba aburriendo, pequeños murmullos y susurros crecieron cerca de la puerta y me paralicé. Conocía esas voces, eran ellos.

—Boludo, no entrés. —Era Bastian, pero… ¿A quién le estaba hablando?

—Necesito hablar con ella, ahora.

—Pero Lucas, está durmiendo.

Era él, Lucas vino a verla a Nanny.

—Está bien, ¿pero puedo verla, al menos?

—¿Estás loco? ¡No! Es mi hermana, no abras la puerta o te cago a piñas.

—No voy a hacer nada, solamente quiero verla.

Observé por debajo de la puerta y noté cómo las sombras de sus pies se movían de un lado al otro.

—Voy a ser sincero con vos. Primero, cuando Nanny llegó ayer del colegio estaba furiosa e histérica y me contó lo que le dijiste. Segundo, no creo que te quiera ver o hablar con vos, ¿sabés? Yo creo que tendrías que darle su espacio para que pueda pensarlo bien.

—Está bien, pero de todos modos puedo verla mientras ella esté durmiendo, ¿no?

—¡No!

La puerta se abrió rápidamente y me sobresalté. El rostro de Lucas se asomó y observó desde allí a Nanny por unos segundos. El brazo de mi primo entró junto a él y lo sacó a la fuerza.

Quise salir corriendo e ir y gritarle: —¡Vamos estúpido, luchá por ella!

Pero sería imposible. Yo ya no estoy en sus vidas, me fui.

La puerta se cerró de un portazo y Nanny abrió sus ojos. Al instante su teléfono sonó. Pensé que sería la alarma, algún mensaje… pero no. Era su mejor amigo Tiziano. El homosexual.

—¿Hola? —Era más que obvio que mi prima apenas podía hablar, recién se levantaba. —¿Tiziano? ¿Qué? ¿Me estás jodiendo? Sí… no… Pero… ¡Ah! ¡No! ¿En serio? ¡Ay! ¡Ah! ¡Vas a volver! ¡No lo puedo creer! ¡Dios mío, boludo! —Sus ojos se habían ensanchado y su cara de dormida desapareció— ¿Cómo hiciste para convencerla? Ah… ya me parecía. Em… sí, Julio y yo somos novios. ¡Basta! ¡No digas eso que me ponés nerviosa! Sí, nos besamos… basta, no, sí. ¡Bueno! ¡Te voy a estar esperando! Te quiero, chau.

Nanny saltó de la cama con una sonrisa y se quitó el pijama de encima. En ese mismo momento la había visto en ropa interior.

Y qué estúpido fui al decirle toda mi vida que era gorda. ¿Gorda dónde? Nanny tenía un cuerpo hermoso, y no el de una actriz de Hollywood o el de una modelo francesa. Nanny se veía bien, demasiado.

Mis ojos dejaron de observarla cuando noté que se acercaba al placar. Retrocedí algunos pasos y no respiré. Cerré los ojos y esperé volver a ver oscuridad.

Por suerte ella no me había visto. Así que volví a mi lugar y seguí observándola.

Dios, voy a ir al infierno por esto.

—¡Julio! —Exclamó al teléfono— ¡Tu hermano Tiziano va a volver! ¡Sí! ¡No sé para cuándo pero vuelve para quedarse!

¿Su hermano? ¿Pero qué mierda? ¿De qué me perdí?

Esto de ser espía no es un trabajo del todo fácil, tengo que estar observándolos las veinticuatro horas y sólo lo hago la mitad del día. Ojalá estuviera Nicolás para hacerlo mientras yo no estoy.

Esa tarde, cuando caminaba por las calles de mi infancia, me puse a pensar en Laia. Recordé sus últimas palabras y mis impulsos cada vez eran más fuertes. Estaba impotente, soberbio. Tenía ganas de cenar venganza, de hacer justicia.

Pero de lo único que me animaba era espiar a mis primos, de vivir la vida de otros.

Corrí hacia mi antigua casa y ahí es cuando la vi: a la persona que más odiaba en este mundo. Llevaba puesto uno de sus típicos vestidos viejos de ama de casa, -un simple e inocente disfraz-. A su lado había un bolso y una maleta; y en su mano sostenía una llave.

Supuse que había vuelto después de su escapada, que volvería con el simple objetivo de terminar con nuestra familia. Porque claro, una odiosa y envidiosa vieja como ella no se detiene hasta lograr lo que quiere.

Ya no la voy a dejar continuar.

Jamás la quise ni la amé; siempre, desde el fondo de mi corazón, supe que ella no era nada mío, que solamente era una farsante. Por eso al verla exploté de rabia.

No se iba a salir con la suya.

Yo tenía que terminarlo todo.

Por mi hermano y por mi madre. Por Nanny.

Gritó al verme, suplicó por su vida, imploró por perdón.

Querida tía, yo no soy Dios, yo no perdono.

Desperté en medio de una zanja, todo mi cuerpo olía a putrefacción y mis manos y rostro estaban repletos de sangre seca.

No me sorprendí al verme de esa forma. Porque al menos, la oscuridad que se encontraba dentro de mí y me consumía poco a poco, ya no estaba.

Todo había acabado cuando terminé con la vida del corazón de la penumbra de esta historia.

Ahora ella está cumpliendo con su condena eterna.

Luego me tocará a mí.

Y por eso no estoy feliz.

Ni siquiera supe en dónde estaba cuando desperté, solo supe que mi cuerpo estaba adolorido, mi rostro llevaba con sí algunos rasguños y mis labios sangraban. Mi garganta ardía y mi cabeza quería explotar.

Cada vez se me hacía más insoportable seguir con todo esto, me sentía muy solo. Quería desaparecer.

Pájaros en el techo (basada en hechos reales)Where stories live. Discover now