Capítulo 15

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Nanny

Cuando Lucas dijo que el que participó del robo de nuestra casa fue mi propio primo, vomité. El estómago me dio vueltas y mi cabeza se exprimió como cuando mi hermano prepara jugo de naranja.

Caí al suelo y respiré hondo. No me sentía bien, las cosas no iban como esperaba.

Lucas corrió hacia la mesa y me entregó un vaso de vidrio que contenía un líquido marrón, algo parecido a un té, pero más extraño.

—No quiero. —Contesté avergonzada. Me sentí el doble de humillada que cuando Lucas se rió de mí. Pero él no estaba riendo, no esta vez.

—Son hierbas naturales, mi tío las preparó. Te va hacer bien —insistió.

Bastian me levantó del piso y nuevamente me senté en la cama. Mi pelo estaba salpicado de mi propio vómito.

—Yo qué sé si no le pusiste veneno. —No lo observé a los ojos, no quería.

—Mira. —Lucas bebió un poco. Vi que tragó el líquido porque su garganta se movió—. Yo no tomaría algo envenenado. No sería tan estúpido.

Estiré mi brazo y bebí las hierbas. Eran asquerosamente amargas. Jamás había probado algo tan repugnante, y realmente no sabía si era más repulsivo beber eso o estar cerca de él. No entiendo por qué se está comportando de esa manera, por qué se preocupa. Ni siquiera rió cuando vomité, ni siquiera se está burlando de mí.

Me veo horrenda, estoy hecha un asco.

—Quiero que me expliques todo. —Agregué.

—Y yo quiero que me expliques por qué manchaste mi alfombra nueva. —su rostro estaba serio. Lo fulminé con la mirada.

—No tengo ganas de bancarte, ¿Sí? —contesté.

—Mira niña, ahora no tengo tiempo para hablar. Mi banda y yo nos vamos a buscar a los de la cuadra. Mi hermana se queda para cuidarte, así que no seas un estorbo como siempre. —Lucas caminó hacia la puerta, y de un portazo, desapareció.

Bastian salió detrás de él pero lo detuve. No quería más problemas, todo esto ya era suficiente.

—Nanny…—la chica hermosa de cabello rubio entró. Era Justina, su jean estaba manchado de sangre fresca. —Lucas me dijo que los acompañara hasta su casa. Y las órdenes son órdenes.

—¿Dónde estamos, Justina? —insistí con mi pregunta.

—Esta casucha que ves, es el cuartel secreto de nuestra banda. Nos llamamos “los Hood”; o bueno, eso es lo que queremos lograr. Nuestros enemigos, Los de la cuadra, la descubrieron gracias a mí y por eso me siento culpable. En realidad, es una larga historia… Soy una estúpida, ¿sabías? —Justina agarró un balde con agua y un trapo de piso.

—No, no. Deja que lo hago yo. —Me acerqué a ella y le arrebaté el trapo de las manos—. Me siento muy mal por todo esto, la verdad es que mi intención no era vomitarles el piso de madera…

—La verdad es que estás bien, Nanny. —me interrumpió. Su mano estaba sobre mi hombro—, sea lo que hayas tenido estás bien ahora. No te sientas mal por nada, la que debería sentirse mal acá soy yo. Ahora lávate la cara en el baño que nos vamos.

—¡No! —Exclamó Bastian—. No podemos volver.

—Bastian, tienen que volver.

—¿Pero qué se supone que vamos a hacer? ¿Cómo voy a cuidar a mi hermana solo? —replicó. Justina bufó.

—Sus padres están en casa, los vi hace unos minutos atrás. Estoy segura de que si están con ellos, nada les va a pasar. —Aseguró.

Enjuagué mi boca, intenté lavar mi pelo y limpié mis manos y cara. Aún estaba pálida, pero me sentía nueva. Todavía no entiendo qué es lo que me pasó ni dónde estamos. Supongo que me esperan más cosas por descubrir.

Pájaros en el techo (basada en hechos reales)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora