Prólogo

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Para el cumpleaños número diez de Nanny y Bastian, su tía Susana le había regalado a la niña un Tamagotchi, esos bichitos que están dentro de un aparato colorido que tenés que atenderlos cada vez que tienen hambre, y al niño, un buzo de Bugs Bunny, ese que tanto deseaba desde hace tiempo.

Nanny se había puesto tan contenta con su regalo que adoptó a su nueva mascotita y día a día la cuidaba como si fuera la cosa más importante de su vida. El pequeño bicho robótico se había convertido en una adicción, y su dependencia hacia él había llegado al extremo.

Su hermano mellizo, Bastian, no estaba de acuerdo con que su hermana se divirtiera con una de esas porquerías y no con él. Desde que Nanny se había convertido en su esclava, no le dirigía la palabra en ningún momento. Y eso lo mataba de celos.

Un domingo, cuando la tía Susana y la tía Laia habían llegado a casa de la familia de la Vega para almorzar pasta, Nanny había notado el triste rostro que tenía su tía favorita, Laia. Y como siempre, corrió hacia ella para abrazarla, esta vez, dejando el Tamagotchi sobre el acolchado de su cama. Su tía Laia la recibió con tanta emoción y cariño que luego de hacerle un par de cosquillas, le tendió un chocolate Kinder. Nanny por un momento se sintió mal al pensar en su hermano mellizo que no había recibido un chocolate, hasta pensó en convidarle la mitad, pero en ese momento vio cómo la tía Laia abrazó y besó a Bastian, regalándole uno igual al suyo. La niña sonrió satisfecha y corrió hacia su hermano para comparar sus chocolates y medir cuál era el más pesado, ya que eso significaba que dentro estaría la mejor sorpresa de todas.

Por la puerta, segundos después, entra la tía Susana con sus hijos gemelos: Omar y Nicolás. Uno de ellos tímido, y el otro extrovertido. Uno con la apariencia de un ángel, y el otro con la apariencia de un demonio.

Bueno, eso es lo que creía Nanny cada vez que jugaba con ellos… porque Omar siempre le pegaba o se burlaba de ella; en cambio Nicolás siempre le sonreía simpáticamente, la apoyaba en sus ideas con los juegos nuevos y siempre estaba de su lado. 

“Nicolás es el mejor primo de todos”, pensó la niña.

Los niños gemelos corren hacia sus primos mellizos, Nanny y Bastian, para abrazarlos después de una semana de abstinencia a los juegos entre pares. Los cuatro crearon una pequeña ronda, y, saltando mientras giraban, festejaron su reencuentro. Hoy sería un gran día para los cuatro, ya que después de comer, irían a dormir a la casa de la tía Susana para pasar unos días de las vacaciones.

La tía Susana se acercó a Bastian y lo estrujó en un abrazo mientras besaba su mejilla derecha, dejándole la marca de sus labios en color rojo carmesí. Bastian protestó con un quejido y se limpió las marcas de su rostro con su buzo gris de Bugs Bunny. Sus primos rieron al verlo, menos Nanny, quien sabía que ahora le tocaba a ella. La loca de los besos se acercó a su única sobrina mujer y la besó fuertemente en la mejilla, luego en la frente y después en la cabeza.

—¡Cada día más hermosos, mis sobrinos!—exclamó la tía Susana, arreglándose su enrulado peinado pelirrojo.—¡Tengo la familia más hermosa de todas!—caminó trastabillando por culpa de sus tacones viejos y se acercó hacia Samuel, su hermano preferido.

—¡Hola, querido!—besó ambas mejillas.

Samuel se encontraba ayudando a su hermosa y querida esposa Laura, mientras ella revolvía los espaguetis y él rallaba el queso.

—¡Laura!—la saludó alegremente.

—Hola Susana, ¿cómo andás?—Laura secó sus manos con el delantal de cocina que llevaba puesto.

—¡Chicos, saluden a sus tíos!—gritó Susana, llamando a sus gemelos.

Los pequeños obedecieron y llegaron corriendo al instante a la cocina, para abrazar a sus tíos.

Pájaros en el techo (basada en hechos reales)Where stories live. Discover now