Capítulo veintiséis.

803 61 24
                                    

Al día siguiente no habían rastros de la tormenta. Bianca y Nicola fueron a clases y vieron a la profesora Burbage en la tarde y, aunque ya estaba claro que entre Severus y la mujer no había nada más que una amistad, la pelirroja seguía actuando con agriedad hacia ella.

No vio a Severus sino hasta la clase de pociones que tenía con los gryffindors.

Bianca se dio cuenta que la actitud de Severus era más fría y no pudo evitar enojarse cuando descargó su furia contra el pobre de Neville.

Al término de la clase recogió lentamente sus cosas y con un pequeño gesto le dijo Nicola que luego la alcanzaba. Por fin se quedaron solos cuando la puerta se cerró y se acercó a él que se encontraba de espaldas revisando las cosas en su armario.

- Severus, ¿podemos hablar?

- ¿Eh? Ah, sí. Claro.

Bianca se sentó en la silla de su escritorio mientras el seguía revisando sus cosas.

- ¿Podrías decirme qué sucede? Estás más... no sé... Enojado y has hecho sufrir a Neville, aunque respecto a eso no hay tanta diferencia.

- No pasa nada, amor. Tranquila.

- A mí no me engañas. Habla ahora.

- Sólo me incomoda la presencia de Moody. Aún no entiendo por qué Dumbledore pensó en contratarlo como profesor.

- No eres el único que se pregunta en qué pensó el viejo. Aún no he tenido clases con él, hasta hoy, pero no sé cómo vaya a actuar si me reconoce. No quisiera que le recuerde a medio colegio quién es mi padre.

- No dirá nada. Dumbledore ya le habrá advertido, pero si te hace o dice algo que te ofenda, dímelo y yo mismo me hago cargo.

- Gracias. En serio.

- Eres mi novia, debo protegerte.

Bianca se levantó y lo besó. Al mayor le causó gracia que su pequeña tuviera que ponerse en puntas de pies para alcanzarlo y la sentó en el escritorio. Se preguntaba qué había hecho para tener a alguien tan maravillosa como ella. Siempre lo hacía.

- ¡Oh por Merlín! ¡No era necesario encontrarlos así! ¡Mis ojos!- se escuchó una voz a sus espaldas que los alarmó y tuvieron que separarse.

- ¡Carajo, Nicola! ¡Nos asustaste!

- ¿Acaso yo tengo la culpa de que no cierren bien la puerta? Si van a hacer cochinadas, que por mantener mi mente sana no imaginaré, les recomiendo cerrar la puerta.

- No íbamos a hacer nada, MointClaire.- dijo Severus entre incómodo y enojado.

- ¿Ah, sí? Entonces explíqueme por qué mi amiga estaba sentada en el escritorio con usted en medio.

- Neecks, hazme el favor de no molestarnos.

- Bien. Deberían agradecer de que sólo fui yo y no McGonagall u otro profesor que no sepa de la existencia de su relación. Que lindo escándalo hubiera sido, ¿eh? Ahora apresúrate que llegaremos tarde a la siguiente clase.

- ¿No te había dicho que te adelantarás?

Se acomodó la ropa y le dio un corto beso en los labios.

- Te veo luego, ¿si?

- Está bien.

- Romeo, tu Julieta te esperará acá en su mazmorra, ahora vamos de una vez.- dijo Nicola viendo con diversión como Snape trataba de no echarle un cruciatus.

La pelirroja tomó de la muñeca a Nicola y se la llevó fuera de la habitación. Un poco más alejadas en el pasadizo la miró y le dijo:

- Sabes que te arriesgas al hablarle así, ¿no?

La hija del Señor Tenebroso (Severus Snape)Where stories live. Discover now