Capitulo 100: MIEDO.

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Narra Marc:

Aun no me lo creía. Mi hermano y mi novia. Los dos me la habían pegado pero bien. En mis propias narices. Estaba claro que no debía de haber confiado en Alex. El instinto nunca me falla y había podido ver como se comportaba estos días. Bueno no solo estos días. Venía dándome cuenta desde hace tiempo. Sus detalles con ella eran muy distintos a como hubiera tratado a otras chicas. Era demasiado obvio...se que ambos se tenían bastante confianza para contarse sus cosas...pero desde hacia tiempo había cosas que no me estaban gustando por parte de Alex. Esperaba que ella llegase para comer en el hospitality o incluso iba a buscarla, sus comentarios casi siempre iban relacionados con Ana, o incluso en varias ocasiones se enfadaba sin razón con ella. Sus miradas, sus tonteos, su risita nerviosa...Joder como no me había podido dar cuenta antes. Incluso le regaló una pandora por su cumpleaños sin tan siquiera comentármelo. Estaba claro que sus miradas en la piscina no eran normales...ahora quedaba claro que no habían sido imaginaciones mías. Y también que no había leído mis conversaciones de whatssap sin querer. Y yo como un idiota pensando que solo eran celos por mi parte. Incluso le pedí disculpas. Si es que no puedo caer más bajo. Pero joder...me ayudó a prepararlo todo...me ayudó a darle mi sorpresa...y ella...

Me había engañado de tal forma que aun ni me lo creía. ¿Cómo había podido hacerme esto? ¿Con mi hermano? Después de todo lo que había hecho por ella...Joder hacía apenas dos semanas que me había presentado a sus padres. Y yo había caído como un tonto. Me la habían estado dando a mis espaldas. Y yo como un imbécil preparando un futuro para los dos. Mientras ellos se reían en mi puta cara.

Y no sé en qué momento se me cruzó la idea por la cabeza pero acabé llamando a la persona que me prometí a mi mismo que no volvería a llamar. No la veía desde mi cumpleaños y digamos que después de aquello ninguno había intentado volver a contactar con el otro. Incluso había borrado su número de la agenda, pero aun lo recordaba y.... no iba a quedarme en Cervera comiéndome la cabeza y dolido por las esquinas mientras mi madre nos pedía explicaciones. Así que en cuanto puse un pie en el aeropuerto me largue. Ni siquiera me despedí de ninguno y la verdad es que tampoco me apetecía. Yo había planeado unas vacaciones fantásticas para todos y en cambio ellos me habían pagado de la forma más ruin que existía. Pero antes de hacer lo que tenía en mente, necesitaba desahogarme, necesitaba la opinión de un amigo. Y ahí estaba Edgar para escuchar toda la historia con lujo de detalles. Y puede que sí, que me pasase contándole alguno de esos detalles e incluso los exagerase. Pero la pequeña satisfacción que sentí tras contárselo ya no me la quitaba nadie. Por supuesto no le conté nada de lo que tenía pensado hacer ahora, solo que no quería estar en casa con Alex dando vueltas y que me iba el fin de semana a Andorra.

Y bueno... digamos que de los siguientes acontecimientos no estoy orgulloso. Sí. La volví a llamar. Volví a quedar con ella. Y sabía que lo que iba a hacer no estaba bien. Pero en ese momento no quería pensar en Ana. Ella sabía para lo que la había llamado, igual que sé que sabía que yo "aun" estaba con Ana y que lo tenía claro. Solo iba a ser un polvo mas...solo eso...no iba a pasar de ahí...sin sentimiento, sin nada...solo sexo...pero...cuando el ambiente ya se había caldeado lo suficiente como para pasar de escalón.

No pude...no pude terminar lo que había empezado. La besaba, la acariciaba y me imaginaba que era ella. Pero no lo era. No eran sus ojos, no era su sonrisa, no era su pelo, no era su piel, no era su olor, no era Ana...Y no podía. No pude seguir. Mi cabeza me decía que siguiera, que continuase, que me vengase, que no iba a pasar nada. Pero mis sentimientos eran demasiado fuertes y me daba igual que ella lo hubiera o no hecho con mi hermano, pero yo no podía. No podía cruzar esa barrera aun. Tenía demasiadas dudas y rencor recorriéndome la mente. Y me sentía fatal por haberlo intentado. Ni si quiera sé que fue lo que se me pasó por la cabeza para llamar a Laia. Pero la noche no había empezado del todo bien y tampoco iba a acabar de la mejor forma. En cuanto le dije que no iba a seguir con esto, que no me iba a acostar con ella, se vistió, cogió sus cosas y se fue. No sin antes amenazarme de que me arrepentiría de ese momento. Y la verdad es que ya lo estaba haciendo. Me arrepentí desde el mismo instante en que cerró la puerta. Pero no de que se fuera, sino de haberla llamado. Porque sabía que me iba a traer problemas. Sabía que no se iba a quedar así la cosa.

La casualidad más bonita del mundo. (Marc Márquez)Where stories live. Discover now