24. Destinados.

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Magnus se recostó junto a la camisa blanca con letras bordadas. Era su único recuerdo de Alec, lo único de él que quedó en su loft. Magnus se había recostado a su lado por tres dolorosos años, esperando que Alexander volviese a él.

Tras haberse marchado, Alexander había desaparecido por completo. La propia Maryse lo buscaba y llegó a irrumpir en sus horas de rehabilitación física con el fin de exigir saber dónde se encontraba su hijo mayor. Magnus había esperado que Alexander lo contactase de alguna manera, pero ese momento jamás llegó.

Temía por lo que le hubiese pasado a Alexander. Temía que el propio joven decidiese apartarse de él. Alexander tendría ya 26 años, con la orden de restricción inválida desde hacía dos semanas. Y a pesar de ello, Alec simplemente no regresaba a su lado.

La terapia física fue demasiado para Magnus. Necesitaba a alguien a su lado, ayudándolo a superar el dolor. Sus piernas, destrozadas, debían soldar los huesos lentamente; su brazo debía recobrar elasticidad y movilidad. El dolor era constante pero podía soportarlo. LO que verdaderamente desgarraba a Magnus era no poder contar con Alexander. Catarina y Ragnor siempre asistían a la terapia, cuidando de él con la paciencia y lealtad que su hermandad merecía. Sin embargo gran parte del tiempo, Magnus no podía tolerarlos cerca, puesto que fueron ellos quienes habían apartado a Alexander de su lado.

- Mucho has sufrido desde que él llego a tu vida.- le dijo Catarina, una tarde particularmente solitaria e irritante.

- Mucho he disfrutado con él en mi vida.- espetó Magnus.- Además, a su lado esto sería tolerable.

La mirada de Magnus expresaba la nostalgia de sus palabras. Sentía el corazón partido y Catarina, que poseía cierta natural fortaleza – debido a su trabajo – se mostró sublimemente afectada.

- Tiene toda una vida por delante, Magnus.- dijo Catarina. Su voz, que hacía unos minutos era fría y directa, se tornó dulce y apaciguadora.- El separarse de ti, el ser despedido de tu empresa, le permitirá vivir la juventud que posee. Tú ya has cometido tus propios errores, deja que él los cometa.

Tras eso, Magnus intentó evitar la presencia de Catarina. Sin embargo encontró que, así como Magnus buscaba conectar nuevamente con Alexander, su familia buscaba lo mismo.

Al cumplirse el primer año de su separación, un niño de cabello negro se hizo presente en el umbral del loft de Magnus. Sus castaños ojos suplicaban una información que él no poseía. Magnus no pudo más que invitarlo a visitarlo cuando desease.

Max, al principio era acompañado por Isabelle, mirándolo siempre con cierto recelo y evitando cruzar palabra con él. Solicitando libros que Alexander había dejado en el loft de Magnus. En una ocasión Isabelle se vio obligada a salir con la banda, en una gira extensa, por lo cual Max llegó al loft solo.

El niño sostenía una carta fechada de hacía una semana, una carta que parecía haber sido colocada entre el correo Lightwood, dirigida hacia Max. Dentro del sobre se encontraba una dedicatoria con letras y cifrados.

- ¿A qué debo tu visita en mi hora de rehabilitación?.- preguntó Magnus al abrir la puerta y encontrarlo solo.

- Recibí una carta de Alec.- comentó Max.- Es una carta cifrada.- añadió en susurros, como si hablase de algún tipo de plan secreto para derrocar algún gobierno.- Utilizo el alfabeto que invento para divertirme. Es un tipo de escritura que solo nosotros comprendemos.- añadió sentándose frente a Magnus.

Bane se encontraba ejercitando las piernas, que tras la última cirugía parecían moverse mucho mejor. A pesar de ello aún sufría un terrible dolor. Le era difícil mantenerse sobre sus piernas, el dolor continuamente lo perforaba como si reviviese aquellos disparos intento a intento.

Mi Hermoso AlecWhere stories live. Discover now