9. Cachorro Latente.

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Alexander miraba por la ventana, un maullido lo hizo girar para ver a un perezoso felino arrojarse sobre sus piernas. Presidente Miau se pegó a él y Alec acarició su pelaje, había transcurrido dos meses desde que conoció a Magnus Bane, ahora tenían una relación formal, de cierta manera. Solo Isabelle, Clary, Jace y Max lo sabían, este último lo había reconocido en la fotografía, ahora ya olvidada, y también reconoció la camisa blanca. Alec miró a Magnus recostado en el sofá, dormía profundamente, ese día tenían una cita, pero... Magnus había estado tan ocupado por las semanas pasadas que sus ojos verde-dorados tenían marcas oscuras alrededor de ellos, estaba extenuado, por lo que Alec le pidió que mejor descansara.

Magnus se había adecuado tanto a la compañía del nephilim que solo con él cerca se relajaba.

Alec se puso en pie y dejo caer al gato, este lo siguió a la espera de que cuando este se sentase, él saltaría sobre su regazo. Alec recorrió la casa mientras tocaba algunas piezas extrañas de la decoración, los discos de acetato que sumaban una enorme colección, un "tocadiscos" y hasta un fonógrafo que no comprendía el por qué se hallaba allí. La puerta de la recamara se encontraba abierta, normalmente no era así, jamás había entrado a la recámara de Magnus y viéndolo respirar profundamente se acercó, allí estaba la camisa blanca sobre la almohada con las letras resplandeciendo.

Presidente le cortó el paso, por lo que Alec sabía que Magnus despertaría. Camino rápido hasta llegar a la silla otomana y sentarse con Presidente sobre sus piernas, miro a Magnus dar un suspiro, moverse con lentitud y ponerse en pie. El televisor estaba prendido en una película llamada "El Bebé de Bridged Jones", que de hecho le resultaba muy desagradable, pero Alec debió fingir mirarla.

- Perdón, esto no era lo que esperaba para hoy.- dijo Magnus sonriéndole, se apresuró a lavarse la cara y los dientes, de nuevo mientras hablaba de algunos pequeños problemas que surgían en la empresa.- Lo que me recuerda.- añadió tronando los dedos, saco de su bolsillo una credencial de identificación y una llave.- Es una credencial VIP para que puedas visitarme cuando lo desees, el otro es la llave de mi casa, por el mismo motivo.- agregó inclinándose para besarlo en la mejilla.

Alec lo quería mucho, Magnus era importante para él, entrelazo sus manos detrás del cuello de él, lo jalo lentamente mientras lo besaba. Magnus se dejó caer junto a él. Los labios del brujo eran adictivos y dulces, el roce de ellos encendía la piel de Alexander, quien ya deslizaba los dedos en el cabello de Magnus, las puntas azules y brillantes. Se acercó más a Magnus sentándose sobre su regazo, sintió los dedos de Magnus recorrer con delicadeza desde su cintura hasta sus caderas y descender más. Alexander ardía por otro toque de Magnus, sentía la sangre agolparse contra sus mejillas y sus oídos.

- Eres adictivo.- susurró Magnus contra su cuello mientras sus labios se deslizaban de allí hacia su oreja.

Dio un leve y dulce mordisco en el lóbulo de la oreja, el nephilim, como lo llamaba Magnus, dio un gemido corto y sentía que su cuerpo ya no reaccionaba, que su pecho se inflamaba. Con un arranque de desesperación se puso en pie, le dio un tirón y lo empujo contra el sofá donde había estado durmiendo.

- Te quiero.- dijo Alec mientras colocaba sus largas piernas, una a cada lado de Magnus, y se inclinaba sobre él como una pantera sobre su presa.

Magnus estaba más que excitado. Había sido un mes de caricias, besos y marcas en la piel que demostraban lo mucho que lo deseaba y algo en él se quebraba por la necesidad de poseer al joven de ojos azules. Necesitaba sentir más, mucho más. Deslizo una mano entre el pantalón y la cintura de Alexander, este se estremeció cuando sintió los largos dedos de Magnus bajar lentamente acariciando desde su ombligo hasta un poco más abajo. Los dedos blancos se clavaron en los hombros de Magnus sintiendo la caricia encenderlo más. Alec hundió el rostro en el hueco entre el cuello y la clavícula dando un gemido profundo y ronco.

Mi Hermoso AlecDonde viven las historias. Descúbrelo ahora