Capítulo 50 -La Luz y la Oscuridad-

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Al final de "El Anillo"

Imperturbables, las dos figuras esbeltas eclipsaban el resplandor que surgía del interior de la nave, como si parecieran aguardar algo. La excitación de los expedicionarios, lejos de reducirse, aumentó considerablemente, sobre todo en Peter que tímidamente dio un paso hacia atrás. Si bien ya no temían por su integridad, sin embargo una extraña sensación aún los desafiaba.

De manera serena y pacífica, ambos seres descendieron por la rampa; el grupo se miraba con cierta perturbación.

—No os mováis, chicos. Parecen querer decirnos algo —tranquilizó Eddie.

Aunque tan sólo los separaban quince pasos de distancia, la radiación de luz desprendida del interior evitaba en un principio apreciar la apariencia física; aquella intensidad no obstante fue reduciéndose gradualmente, hasta el punto de permitir distinguirlos con claridad.

De manera asombrosa, Peter dio un pequeño brinco y corrió a su encuentro, abrazándose con fuerza a uno de ellos; se trataba de una figura femenina. Sorprendida, la mujer con cabellos oscuros tardó en reaccionar; mas de inmediato entendió que debía corresponder, aunque de una manera más tibia de lo que lo hizo el científico.

Tras respirar tranquilos, la previa excitación se transformó rápidamente en una relajación parecida a la que sólo unos parientes cercanos puede conceder.

—¡Izaicha! —exclamó Peter, después de concluir un largo y emocionado abrazo.

—Compruebo que ya no teméis mi presencia —comentó ella con una expresión fría pero suave al mismo tiempo.

—¡Izaicha, que agradable encuentro! —saludó alegremente Eddie.

La tensión de Marvin y Norman volvió a su estado normal, y mientras sonreían correspondieron con un pequeño movimiento de cabeza a modo de saludo.

—Os presento a Tohuaachzchh —dijo en su lengua Izaicha, como con una especie de siseo difícilmente pronunciable—. Este es su nombre original. Para vosotros: Towach. Es mi compañero y pareja; lo que en vuestra civilización llamáis matrimonio.

Towach dio un par de pasos hacia adelante y de manera cordial tendió la mano como se suele hacer entre los seres humanos:

—Bienvenido a nuestro mundo, hermanos.

Peter se enrojeció y titubeó a la hora de presentarse.

—Disculpa... yo... yo... no sabía...

Marvin se moría de ganas por hacer una de sus bromas, pero comprendió que no era el momento ni el lugar; y se contuvo.

—No te preocupes —dijo de forma pacífica Towach al ruborizado Peter.

Su estatura era algo más alta que la de su compañera, también de pelo y ojos oscuros, y con cuerpo atlético. Su rostro parecía haberlo esculpido un artista renacentista. Los rasgos, al igual que los de Izaicha eran perfectos y definidos. Ambos vestían un uniforme blanco ajustado de una sola pieza; era como una especie de malla elástica que les cubría todo el cuerpo hasta el propio cuello, con un estrecho cinturón rojo. En el centro del pecho mostraban un pequeño distintivo también de color rojo, con dos líneas horizontales paralelas, y dos puntos gruesos entre ellas.

—Aquí, la unión de pareja es muy diferente a lo que ustedes conocéis en vuestra cultura —explicó Izaicha con una leve sonrisa—. Nuestra libertad y respeto mutuo es absoluto, y no existen divergencias ni discriminación alguna entre el sexo masculino y el femenino. Sin embargo, a diferencia de vosotros los seres humanos, nuestra naturaleza tampoco dispone del mismo grado de sentimientos. Lo cual no significa que no sintamos amor. Sólo expresamos nuestras emociones de una manera distinta; es algo que forma parte de nuestra raza.

EL SECRETO DE TIAMATDonde viven las historias. Descúbrelo ahora