Más de cuatro

27 2 0
                                    



Mi estómago ya no parecía eso. Era una bola gigante con vida propia. Rodrigo y yo reíamos ante esos comentarios, pero amábamos a esa bola gigante que resguardaba a nuestro bebé.

Todo iba bien, el embarazo más que estupendo según el doctor. Pero cada consulta que pasaba notaba algo raro en su cara. Rodrigo se ponía nervioso, nada pasaba más allá de un —hay que esperar al parto.


—Rodrigo, no—intento detenerlo, aunque no quiero, lo admito. Su cara, su mirada con picardía, sumado a meses sin sexo... Hay que sacar propias cuentas.

—Un ratito...

Para el colmo estoy indefensa. Me acabo de dar una ducha, la cual me costó varias respiraciones y mucho esfuerzo. Ahora, que tenía la intención de relajarme, por consiguiente, estaba desnuda en nuestra cama, con los ojos cerrados acariciándome la pancita.

No pasaron ni 10 minutos cuando sentí abrir la puerta... Seguido: sus manos en mis piernas y luego sus labios desde mis talones empezaban a subir.

—Nada nos prohíbe esto —mordió mi muslo. Tomé aire.

—Ganas...


Si soy sincera apenas articulé esas simples sílabas. Me abrió las piernas. Mordí mi labio, mirándolo fijamente. Aunque... esta vez mi pancita impedía mi absoluta visión.
Sentí sus labios en mi otra pierna. Luego se separó y besó a nuestro bultito. Sonreí. ¿Cómo algo tan tierno se podía dar en un momento así?


—Permiso chiquita, pero papá necesita... —no encontraba palabras. Reí.

—No le digas nada sucio —le advertí.

—Perfecto. Entonces, sólo permiso —beso de nuevo mi piel y se hundió en mi vulva.

—Ah —grité.

¡Dios! ¿Hace cuánto exactamente no hacíamos nada? Un par de meses... y ¡Cuánto lo necesitaba!
Sentí cómo su lengua comenzaba a comenzaba a moverse, lamía cada milímetro de mi, ya húmeda, vagina.


—Oh, mi amor...

Su lengua se adentró en mí, una y otra vez. Sentí cómo los dedos de los pies comenzaban a dormirse: hormigueos, hormigueos. En las manos... apreté los ojos cuando sus dientes capturaron mi clítoris y luego lo chupó. Entonces una corriente me recorrió completa, fuerte, placentera. Chupó de mi hasta que me tranquilicé. Aunque pensé que sería imposible si no quitaba su boca de mí.

Subió sonriendo y sin aplastarme me besó. Mi sabor, su sabor... gemí.

—No me cansaré jamás de ti.

Lo miré. Lo amo.

—Me matarás si lo haces.

Mírame, aquí estoy [EDITANDO] #TWGames2016 #EditorialWonderland2016Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon