Recuerdos

44 6 1
                                    


Pasaban los días y todos iba de maravilla, su sonrisa era la de antes, su mirada... Incluso ya habíamos pedido una consulta con médicos especialistas. Todo marchaba estupendo, estábamos más que felices.

Mis días de trabajo se hacía cortos, iba alegre en un 100%. Segura de que cuando saliera lo vería, lo besaría, abrazaría. Simplemente estaría con él.

Volví a casa el viernes más temprano y me fui directo. Me di una ducha y cambié.

—¿Lo verás hoy de nuevo? Porque debo decirte que tienes bastante abandonada a tu amiga.

No pude evitar reír y abrazar a Mar. —Lo siento amiga, pero el deber y el amor me llaman... Juro que te dedicaré un día.

—Que va, me encanta verte sonriendo de nuevo.

—Soy feliz —sonreí—. Y qué onda, ¿cómo va todo con Vicente?

—¿Te das cuenta que ya ni me tomas en cuenta?

Reímos y nos sentamos en el sofá.

—Te escucho, tengo un tiempo pequeño para ti.

—Ves —chilló—. Bueno te cuento: va todo increíble, te juro que es el hombre perfecto, me trata con delicadeza, con cariño —suspira—. Bueno tiene unas fallitas, ya sabes —ríe—. Pero no pasan más allá de dejar la tapa del baño arriba.

—María —reí—. ¡Ni vive aquí!

—No. Pero cuando tú te quedas donde Rodrigo y me dejas sola y abandonada, mi hermoso novio me viene a hacer compañía.

—Ah, perfecto. Entonces no la pasas mal —reí.

—La verdad, no.

Conversamos más de una hora, de ambas con lujos y detalles. Vicente pasó por ella y yo luego de arreglarme me fui a casa de Rodrigo.

Entré luego de que Violeta me saludara con un fuerte abrazo. Me comentaba siempre que Rodrigo nos dejaba unos minutos a solas que estaba contentísima de que reconstruyéramos nuestra relación, que Rodrigo había vuelto a ser el mismo de antes y eso la dejaba muy tranquila.

Pasé a su cuarto, ya que se había recostado hace un rato. Sonreímos al tiempo que nos vimos. Caminé hasta sentarme a su lado y nos besamos por un par de segundos.

—No sabes cuánto he necesitado ese beso.

—Me imagino que igual que yo —le di otro chiquito.

—Mi mamá va a salir —me sonrió pícaro abrazándome.

—Mi amor, no puedo.

—¿Periodo? —preguntó y yo asentí. Él sonrió—. ¿Te acuerdas cuando te llegó por primera vez?

Arrugué la nariz y nos recostamos abrazados —Sí fue horrible y vergonzoso.

>>

Tenía 13 años, estaba en clases y de la nada me entraron unos dolores insoportables. Pedí permiso disimuladamente para ir al baño. Me encerré en una de las cabinas y mis ojos se abrieron y me aterroricé al ver mi ropa manchada. Los primeros segundos fueron confusos hasta que mi mente sola me aclaró qué era lo que me estaba pasando. Hice lo que pude para arreglar mi vergonzoso estar y corrí a enfermería. Me ayudaron con toallitas femeninas. Y todo quedó bajo control, menos el apestoso dolor.

Lo peor era que la siguiente hora era de Educación Física y realmente apenas caminaba, me sentía peor que mal.

Lo único que me gustaba de esa clase era que en la cancha contigua a la nuestra estaba un curso, algunos años más grande, de Rodrigo. Ya era mi amigo, pero ambos pasábamos por edades distintas, a mí a veces me daba vergüenza hablarle... pero ya luego de que tomábamos confianza nada nos paraba.

Mírame, aquí estoy [EDITANDO] #TWGames2016 #EditorialWonderland2016Where stories live. Discover now