Un nuevo comenzar

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A la mañana siguiente; abrí mis ojos. Aún seguía abrazada a él. Nuestras piernas entrelazadas. Podría haber asegurado que todo había sido un sueño; pero no. Era la realidad más linda; él había vuelto a caminar, estaba sano por fin. Aunque obviamente se nos venía mucho por delante; muchos cuidados.

La noche había sido maravillosa; en lo que me acordaba. Lo único que tenía clarísimo era que no quería ver a Vicente por un buen tiempo.

Lo contemplo dormido; ¿Puede ser más perfecto? Su respiración pausada, calmada. Una noche por fin sin dolores; sin incomodidades y juntos.

Sus labios, sus ojos, su nariz, su pelo... Todo perfectamente ubicado en el lugar correcto. No había fallas, para mí, no las tenía.

Acaricié su mejilla; suave y acerqué mis labios a los suyos. Los rocé provocando en él un suspiro. Con sus ojitos cerrados, pero claramente despierto comenzamos a besarnos lento, delicado. Disfrutando de esa simplicidad.

—Te amo... —susurró.

—Yo más.

—¿Mucho?

—Si. Aunque no me emborracharé más contigo porque te aprovechas de mi.

—¿Yo? —preguntó sonriendo—. Lo disfrutaste; así que no me aproveché señorita...

—Está bien; admito que estuvo rico —reí y me escondí en su cuello—. Pero estaban María y Vicente, mi amor qué vergüenza...

—Bueno; ahí debimos fijarnos, pero ellos estaban en su mundo no creo que...

—Es obvio que si se fijaron... Pero ya está —reí.

Sus manos acariciaban mis piernas hasta mis nalgas.

—¿Quieres hacer el amor?

Levanté mi cara y lo miré. —Estás loco. No me gusta hacer eso, Herrera.

Ambos reímos y yo me acomodé sobre él mientras comenzábamos a besarnos.

Cada noche en sus brazos era distinta; ninguna se igualaba a la anterior y la superaba con creces.

Rodrigo lograba con un simple roce hacer que el universo recorriese todos mis sentidos. Una palabra; un simple gesto e incluso una mirada me hacían sentir que volaba.

—¿Sabes una cosa?

—Quizás...

—Eres la mujer que más amo en el mundo. Quiero estar toda mi vida contigo Álvarez.

—Yo te amo... Eres mi príncipe azul —sonreímos—. Y también quiero y necesito estar toda mi vida junto a ti.

—No podría dejarte. Desde que volviste a mi vida... —suspiró—. Ay amor... No sé qué haría sin ti.

—Si yo no haría nada sin ti... Me imagino que tú ¿Igual? —reímos.

—Absolutamente de acuerdo.

Di gracias cuando nos levantamos y Mar con Vicente no estaban. Una ducha nos sentó bien para luego desayunar.

Luego; en la terraza estuvimos sin hacer más que besarnos o hablar cosas sin importancia.

—¿Te gustaría ir a la nieve?

—Herrera estamos en pleno verano —reí.

—Pero cuando llegue el invierno —rió también.


•••


Mírame, aquí estoy [EDITANDO] #TWGames2016 #EditorialWonderland2016Where stories live. Discover now