Un mes

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Mi madre y hermana ya habían vuelto hace un par de días al pueblo. Las cosas seguían bien y realmente daba gracias por ello. Desde que me vine a la ciudad que no he hablado con mi padre, sé que las cosas con él no son las mejores, menos ahora que sé que pagó, o hizo el intento de pagarle a Violeta por sacar a Rodrigo de mi vida. Es de lo más bajo y lo tengo clarísimo; aun así es mi papá y lo amo.

Tomé el teléfono y ante la mirada interrogante de María, marqué el número de mi antigua casa. Volví a marcar cuando el tiempo de marcado terminó y nadie contestó. Seguía sonando hasta que su voz ronca se escuchó al otro lado.

—Hola papá.

—Claudia —dijo seco.

—¿Cómo estás? —pregunté.

—No mejor que tú imagino, pero bien. ¿Por qué llamas? Tu mamá no está.

—Quería hablar contigo —escuché un suspiro.

—Estoy bien si es lo que quieres saber. Ya volvió tu madre y hermana así que solo no estoy...

—Oh, disculpa por robártelas unos cuántos días.

—Querían verte —dijo con indiferencia.

—Vale, creo que no fue el mejor momento para llamarte, quizá en un par de años podamos arreglar algunos temas pendientes.

—Ojalá este vivo.

—Siempre hablas tonterías.

—¿Algo más?

—Sí. A pesar de todo papá, te amo. Cuídate —colgué.

—Creo que no fue la mejor idea —comentó María.

—Tal vez no —suspiré—. Bueno, realmente esperaba que fuera así de frío como lo fue...

—¿Indiferencia?

—Absoluta —respondí.

Desayunamos juntas fuera de casa y cuando faltaba un poco para las 12 me fui hasta la casa de Rodrigo, nos besamos y luego salimos directo a la clínica: su primer control.

Estaba nerviosa y él claramente lo estaba mucho más que yo. Esperamos hasta que lo llamaron y entramos juntos. Después de un chequeo general lo enviaron a sacarse unas radiografías, exámenes de sangre y otros de rutina. Apenas estuvieron listos volvimos con ellos. Hugo, su doctor, los revisó detalladamente, explicándonos exactamente qué partes de su columna estaban afectadas, y cómo debíamos realizar los masajes en las piernas cuanto antes, de otra forma se iban a comenzar a doblar y sería un daño irremediable.

Fuimos a la farmacia, entusiasmados. La verdad es que el pronóstico era bueno y nos llevaría sólo unos cuantos meses notar claramente mejoras. Compramos las cremas necesarias y volvimos a la casa. Violeta había salido y pasamos directo al cuarto.

Se recostó y le quité los pantalones, zapatos y calcetines.

—Tengo miedo —admitió.

Lo miré, lo comprendía absolutamente. Me senté en sus piernas sin aplastarlo mucho y lo tomé de las mejillas. —Escúchame Herrera, creo que te lo he dicho muchísimas veces: Estoy contigo, y juntos vamos a salir adelante. Sabemos, como dijo Hugo, que vas a sentir dolores en los músculos, pero ahí voy a estar, y haré hasta lo imposible porque cesen.

Lo besé en los labios, dándole confianza y una forma de demostrarle que realmente estoy con él. Me senté a su lado y puse crema en mis manos para comenzar a masajear su muslo izquierdo, hasta llegar a la punta de su pie. Repetí la misma rutina con la pierna derecha y así sucesivamente a medida que pasaban los días.

Mírame, aquí estoy [EDITANDO] #TWGames2016 #EditorialWonderland2016Where stories live. Discover now