¿Buenas noticias?

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Han pasado semanas, muchísimo más tranquilas. Rodrigo ha comenzado a trabajar en la empresa de su primo. En el área de marketing, se dedicaba a hacer algunos diseños y en conjunto con un grupo de gente armaban la publicidad de distintas marcas. Estaba entusiasmado y se veía feliz. Realmente estábamos felices, todos; tranquilos, cada uno haciendo lo que le gustaba...
La más complicada era mi hermana y no he podido evitar burlarme de su condición de embarazada alarmista.

Ya te quiero ver cuando tú estés en mi lugar —casi me gritaba—, y yo simplemente le respondía un "falta para que me toque a mí".

Era viernes y fui a recibir a Rodrigo a la puerta. ¡Cómo me encantaba verlo en camisa y pantalón; a veces corbata u otros días con los primeros botones desabrochados, ¡porque venía cansado! Esa formalidad lo hacía ver más varonil, las prendas se ceñían a su cuerpo... Sólo estaba esperando que me invitase a su oficina para marcar territorio. Claro de él no desconfiaba, sino de las arpías que deben andar intentando llamar su atención.

Cenamos junto con María y luego nos fuimos a mi cuarto, se quitó los zapatos y se tiró en mi cama.

—¿Cansado?

—La verdad si —suspiró—. Tuvimos que terminar varios afiches y cuánta cosa porque se adelantaron algunas campañas.

Me acomodé a su lado y le quité la camisa.

—Date la vuelta —así lo hizo y comencé a hacerle masajes.

—Lograrás que me duerma... —gimió.

—¿Y? Quiero que te relajes y descanses.

Suspiró y se rindió ante ello. A los 10 minutos sentí su respiración pausada y tranquila, estaba dormido. Lo tapé y me fui al baño a lavar los dientes. Volví, me puse pijama y me acosté a su lado.
3.26 A.M y mi teléfono comenzó a sonar. Mataría al desubicado...

—Bueno... —contesté apenas. Sólo me bastó oír a mi mamá del otro lado para despertarme de una.

Corté y comencé a vestirme.

—¿Qué pasa? —me preguntó aún dormido.

—Chris —nerviosa—. Chris... Emilia... Mi sobrina va a nacer —el nerviosismo se transformó en emoción.


Él también se levantó de un salto y en 5 minutos íbamos camino al hospital.

Sin palabras, sin detallar lo eterno que se hizo esperar. Estaba más que nerviosa, me sentía mareada... que tonta. No tenía por qué sentirme así. Pero pasaban los segundos y nadie nos decía qué pasaba con mi hermana y mi sobrina.

Y hasta esos razonamientos llegué. De un momento a otro aparecí en una sala, conectada a suero. Miré extrañada a mi alrededor. ¿Era una broma, una pesadilla? ¿De qué se trataba todo esto?
Cerré los ojos, fuerte, y los volví a abrir, pero nuevamente aparecí en el mismo lugar.

—Amor... —miré hacia un lado y vi a Rodrigo con los ojitos lloroso. Me asusté.

—¿Mi hermana? ¿Mi sobrina? Rodrigo, habla —casi grité.

—Tranquila —dijo. Cómo si pudiera—. Tu hermana está bien y tu sobrina nació perfectamente.

Un alivio me recorrió completa.

—Dios, qué alivio... Pero ¿Qué hago aquí?

—Te desvaneciste de la nada, quizá el nerviosismo, la tensión... —se le escapó una sonrisa.

—Hay algo más. te conozco.

Suspiró y me admitió que no sabía cómo iba a tomarlo.

—Habla Rodrigo, por favor...

—Está bien. Te trajeron aquí porque te desmayaste. Te hicieron unos exámenes para saber la razón y ... —sonrió.

—Puedes dejar de sonreír como baboso y decir...

—Es que no. No voy a poder dejar de hacerlo —me interrumpió. Se levantó y se acercó a mí, rozó mis labios—. Estás embarazada.

Abrí mis ojos y lo alejé tantito para poder mirarlo bien. Iba a preguntarle si era cierto o era una broma, pero sus ojitos llenos de lágrimas y esa sonrisa babosa que no se le quitaba con nada... definitivamente no estaba mintiendo. Sentí humedecer mis ojos y llevé una mano a mi vientre. ¿Un hijo, del hombre que amaba? Definitivamente debía ser lo mejor que me podría haber pasado.

—Un...bebé —parpadee. Era raro asimilarlo.

—Un hijo, nuestro —me susurró y nuestros labios se unieron. En ese instante la emoción afloró y lloré. Besándolo, lloré.

"Te amo", era lo único que decíamos entre besos.

Cuando ya me dejaron salir de esa camilla y me desconectaron del suero vino todo el sermón del doctor. Tenía 3 semanas y debía ser sumamente cuidadosa los primeros cuatro meses... entre otras cosas típicas, para mí, nuevas, que se le dicen a una embarazada... aún no lo asimilo.

Entramos en la habitación de mi hermana, miré las caras y me fijé en el reloj: eran ya las 6.30 de la mañana y el cansancio a todos los invadía.

Me sonrieron. Mi madre quiso abrazarme, pero en ese momento no era yo la importante; la frené y me acerqué a Chris. La abracé y le susurré un "Gracias por regalarme una sobrinita". y casi con necesidad di la vuelta a la cama y me puse a mirar a la pequeña Emilia.

Era... Preciosa es poco. ¡Dios! Era una cosita tan pequeña, tan frágil...

—¿Puedo cargarla?

—Si —dijo Chris y me ayudó a tomarla—. ¿Estás practicando? —rió.

Negué sonriendo ante el comentario. Me sentía tan rara. Sentí a Rodrigo acercarse a mí y apoyó desde atrás su carita en mi hombro.

—Es hermosa —me susurró y dio un besito en el cuello y nos quedamos admirando a la pequeñez que había en mis brazos.

Al rato nos sacaron de la habitación y ahí sí dejé que mi madre me abrazara. Un abrazo con tantas emociones que juntas lloramos. Creo que, saber que en mí, había una personita creciendo, me había puesto bastante sensible.

Luego de las felicitaciones correspondientes de mi cuñado, con Rodrigo nos fuimos a casa y el cansancio nos ganó. Llegamos directo a la cama y dormimos hasta las 3 de la tarde. Gracias sábado.

Al despertar sentí su mano acariciar suavemente mi vientre. Lo que me hizo recordar de nuevo que había algo ahí. Alguien.

Puse mi mano sobre la suya y aún con los ojos cerrados sonreí.

—¿Estás despierta?

—Acabo de despertarme —me di la vuelta para quedar de frente.

—No sabes cómo me siento —me besó.

—Yo aún no puedo creerlo... es tan repentino, tan de la nada.

—Tu periodo no te había bajado...

—Jamás he sido completamente regular, lo sabes... por eso no estaba preocupada.

—Pero jamás te has pasado de la semana.

—Eso es verdad —sonreí.

Me abrazó y hundió su carita en mi cuello.

—Anhelo tenerlo en mis brazos, o que esa pancita crezca rápido...

—Eso implica muchas cosas —me mordí el labio—. Se nos vienen muchos cambios y te aviso desde ya que tú te harás cargo de él en las noches —reí.

—Oh. Partimos mal entonces —rió—. Lo doparemos de noche así hacemos el amor —me besó el cuello.

—Herrera —gem—. Qué malo eres con tu hijo.

—¿Escuchaste qué lindo suena? Mi hijo, tu hijo...

—Nuestro hijo —dijimos a la par y nos besamos.

Mírame, aquí estoy [EDITANDO] #TWGames2016 #EditorialWonderland2016Where stories live. Discover now