Debería haber sido distinto

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Pedí la semana, seguíamos en el pueblo. Antonio, ese ser que lamentablemente es mi padre estaba con prisión preventiva mientras se desarrollaba a fondo la investigación. No mostraba ni una gota de arrepentimiento y era lo que más nos dolía.
Estábamos en mi casa. Era martes y llevaba más de la mitad del día acostada. Rodrigo estaba a mi lado. Lo notaba bien a pesar de todo y realmente no lo entendía.

—¿Enserio estás bien? —le debo haber preguntado por milésima vez. Suspiró y me acarició la mejilla.

—Estoy bien. Es fuerte saberlo... —noté sus ojitos por primera vez en estos 3 días cristalizados—. Pero más me duele verte a ti así.

—Mi amor no... —lo abracé y por fin, se descargó empezando a llorar. Me abrazaba fuerte.

—Sufrí. Me costó salir adelante. Todo se hizo mucho más fácil cuando apareciste —le sequé las lágrimas, aunque no dejaban de caer.

—Voy a estar siempre contigo, no llores que parte el alma —lo besé—. Perdóname. Perdóname, por favor...

Me miró sin entender, pero luego negó.

—A ti no tengo nada que perdonarte. Estoy vivo y contigo.

—Debería haber sido distinto —suspiré—. Pero así fue y mi papá es un...

—Hey. No, basta.

—Es que...

—Mi amor, la justicia se encargará —suspira—. Ojalá no lo tomen preso... Pero a la vez espero que aprenda que tú siempre has sido de mi propiedad...

Logró sacarme una sonrisa con aquello. Le di besitos pequeños y le repetía que era sólo de él y que siempre lo sería.

Era miércoles ya y Antonio estaba de vuelta en casa. Si bien tenía los suficientes cargos el hecho de que Rodrigo no hubiese muerto lo beneficiaba. Aunque para su pesar debía pasar todas las noches en la cárcel.

Nadie le dirigió la palabra, sólo Rodrigo. Un simple "Buenos días" y Antonio casi lo mató con la mirada.

—No te desgastes, Rodrigo —le dijo mi madre y luego se dirigió a mi papá—. Que pases aquí en la casa el día no quiere decir que las cosas serán como antes. Olvídate de que tienes mujer. Apenas pueda me iré de aquí.


Eso le dolió. Lo noté. Se levantó de la mesa y se fue al cuarto. Me acerqué a mi madre y la abracé. —Mamá —Susurré.

Se volteó a nosotros.

—Ustedes sólo deben dedicarse a ser felices, que nada se interponga.


Los días pasaron, la tensión aflojaba. Que él caminara por la casa para nosotros era casi como si no estuviera. Nos dolía, sí. Pero no podía, no debía ser de otra forma.

El viernes por la tarde volvimos a la ciudad, pero no solo los dos, también mi mamá y hermana con Luis. Dentro de la semana buscaríamos un lugar donde ellos comenzarán a vivir. Posiblemente Chris y Luis una casa y mi mamá otra.

Para la comodidad de mi familia, María se fue al departamento de Vicente y yo a casa de Rodrigo. Le resumimos todo lo ocurrido a Violeta y quedó en shock. Entró en desesperación y sólo pudimos calmarla cuando logró dormir.

Antonio estaba haciendo mucho daño. Demasiado.

Nos fuimos a su cuarto y me puse el pijama. Realmente estábamos cansados y bastante estresados. Apagamos la luz y nos abrazamos dentro de la cama.

—Qué semana —suspiré.

—Ya terminó...

—De verdad no estás molesto o algo por el estilo —pregunté.

—Podrías haber muerto. No es tu culpa... Sigamos pensando que fue un accidente —suspira—. Te admito que me es difícil, pero no tengo por qué estar molesto contigo si tú no hiciste nada. Al contrario, sufriste, y sabes que eso no lo tolero, desde pequeños, odio ver que estés mal.

Mírame, aquí estoy [EDITANDO] #TWGames2016 #EditorialWonderland2016Where stories live. Discover now