Nueve de Octubre

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Me levanté temprano. Muy temprano para ser sincera. Había una conferencia de prensa de un equipo futbolístico y debía acompañar al periodista para fotografiar. Llegamos allá a las 9 y estuvimos hasta casi las tres de la tarde.

Era fácil imaginar mi humor: de perros. Aparte de que hace días, y varios que no veía a Rodrigo. Eso me tenía con los nervios de punta. Llegué al departamento y me serví algo rápido. Sentí ruido en mi cuarto y me levanté extrañada. Abrí despacio la puerta. Casi me da un infarto. Todas o la mayoría de mis fotografías estaban pegadas por todos lados: paredes, cortinas, cama, muebles...

¿Quién podría haberlo hecho? ¿Para qué? Sentía pena, eran mis cosas... no entendía quién, ni cómo... Me tiré al suelo a recoger las que estaban tiradas, para luego empezar a despegar una a una.

—No entiendo por qué lloras... arruinaste mi sorpresa, llegaste temprano.

Me giré de inmediato al distinguir su voz. Se me apretó el pecho. Una sensación de alivio me albergó. Y al instante, al darme cuenta y analizarlo: estaba de pie, sin muletas, sin carrito. Cruzado de brazos apoyado en el umbral de la puerta.

—Maldito —le grité y me levanté. Se acercó a mí y me abrazó. Rompí en llanto.

—No llores. Quería darte una sorpresa... ya estoy sano.

—Mi amor, te juro que eso me hace feliz —le dije como pude y luego le empecé a dar golpecitos—. Pero me tenías mal, no sabía qué pensar, qué hacer. Tenía miedo de que no quisieras estar más conmigo, eres un imbécil...

—Te amo —me besó y sonrió—. Tomaré ese insulto de buena manera.

Le rodeé el cuello con mis brazos y nos unimos en un tierno beso. Fue mágico. Hace muchísimo tiempo que no lo besaba así. Siempre teníamos que estar sentados, acostados... sonreí, simplemente sonreí. Susurré un "te amo" en sus labios y lo volví a besar.

Nos recostamos en la cama después de ordenar unas cuantas fotos, abrazados. Felices, sin miedo.

—¿Qué te dijo el doctor?

—Que te podía hacer el amor desenfrenadamente.

Reímos. Estaba loco.

—Lo digo enserio, Rodrigo. ¿Alguna indicación?

—Nada muy importante. Aún no puedo correr ni hacer movimientos bruscos, así que aún no puedo hacerte el amor de esa forma, pero claramente será más rico.

—Eres un tonto. Deja de hablar sexo.

—Lo voy a intentar, lo prometo.

Nos pasamos el resto de la tarde juntos. Besándonos. Hasta que llegó María y su novio. Los chicos fueron a comprar algunas cosas y nos pusimos a celebrar con algunas cervezas y cosas para comer.

Jugamos, conversamos, reímos hasta que el alcohol empezó a hacer sus efectos en los cuatro. Parecíamos adolescentes. Lo juro, creo que me dará vergüenza mirar luego a Vicente. Pero el panorama era así: Mari y él estaban en el sofá, besándose y no sé si más, yo estaba muy concentrada en lo mío. Estábamos en la mesa. ¿Cómo llegamos allá? Habíamos puesto música bajita y nos pusimos a bailar, provocándonos. Hasta que me topé con la mesa y él se me acercó. Nos besamos intenso —Tócame—. Le susurré. Aquí vino lo peor, abrí mis ojos sólo un par de segundos y mi amiga justo en ese instante liberaba el pene de su novio. No me quejaba en absoluto de Rodrigo, pero él estaba bien dotado. Sentí cómo el aire rozaba mi pezón y al segundo la humedad de su boca lo rodeaba haciéndome jadear. No podía creer lo que hacíamos necesitaba privacidad. Pero el alcohol no me dejaba controlar al cien mi cuerpo. Sólo quería que me tomara allí. Me toqué el otro seno... la situación me excitaba cada segundo más. No sólo era mis gemidos y los de Rodrigo. Si no también los de mis amigos, que eran mucho más frenéticos. Evidentemente habían pasado al tercer grado.

—Quiero entrar en ti —me susurró ronco.

Sólo sentí cómo me volteó, me bajó la ropa. —Abre las piernas y recuéstate en la mesa—. Me dijo. Así lo hice, recosté la mitad de mi cuerpo, estaba de boca hacia la mesa y sentí cómo pasaba sus dedos de mi vagina a mi ano.

—Mar —chillé.

Creo que entendieron porque sin más Vicente la cargó y se la llevó a su cuarto; mientras el pene de mi novio se movía entre las dos cavidades, dudando en cual entrar. Sentí la punta en mi ano. Me asusté. Su mano pasó a mi clítoris y mi mundo se empezó a nublar. Uno de sus dedos entró en mi vagina... al tiempo que su pene lentamente se adentraba por atrás. Un sonido desgarrador salió de mi garganta en un principio.

Luego el placer me inundó, era el cielo. Sus embestidas eran fuertes... la mezcla de dolor y placer... En minutos me desplomé y lo sentí correrse. Se retiró con cuidado. Yo tardé en volver en sí.

Me vistió y me abrazó llevándome al cuarto, realmente como podíamos... sentía sus manos recorrer mi cuerpo. Me sentía dolorida. No era la sensación más cómoda, pero necesitaba más de él.

Nos quitamos la ropa, él llegó hasta el bóxer y yo me quedé completamente desnuda ante sus ojos, mirando fijamente su miembro.

—Se me hace que quedó con ganas —lo miré a los ojos y sólo atino a bajarse el bóxer. Me recosté en la cama y abrí mis piernas— ven, te necesito. 



•••

Lo importante es que volvió a caminar :D

Mírame, aquí estoy [EDITANDO] #TWGames2016 #EditorialWonderland2016Where stories live. Discover now