Presiento que hoy empieza la acción

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La casa de Marina estaba un poco alejada del edificio.

—Supongo que Marian sí que está haciendo méritos con Max. Mira que levantarse todos los días a las seis de la mañana para arreglarse y luego ir por el hasta el centro. Eso yo no lo haría por nadie.

La volteé a ver mientras ponía los ojos en blanco. De todos los temas de conversación que existen, ¿enserio estaba hablando de eso?

— ¿Podrías no hablar de tu hermana?— le dije aun molesta.

—Perdón— se encogió de hombros.

No podía creer que lo único que ese viejo pretendía al acercarse a nosotros era conseguirle un marido a su maldita hija. Por favor, su hija era una zorra, así que podía conseguirse al que quisiera.

— ¿Desde cuándo sabes que querían hacer eso?

— ¿Hacer qué?— me preguntó con el ceño fruncido.

— ¿Cómo que qué? ¡Quitarme a mi novio!— le grité.

—Oye, tampoco me grites, eh. Que te estoy ayudando— me dijo en un tono medio moderado.

—Lo siento, pero estoy a punto de explotar del coraje.

—Sí, te entiendo. Los escuché hace un par de semanas hablando sobre esto, pero nunca creí que estuvieran hablando de Max. Si no, te hubiera avisado antes.

— ¿Por qué?— le pregunté — ¿Por qué a mí?— me presioné el puente de la nariz —Hay un millón de hombres allá afuera.

—Cuando Marian se encapricha con algo, hace hasta lo imposible por conseguirlo. Y claro, como es la consentida de mi padre, pues le permite todo, incluso la ayuda— dijo con algo de nostalgia.

—Lo siento— le dije.

—No, no lo sientas. Al contrario, eso me hizo darme cuenta de la clase de personas que eran. Por eso dejé de hacer méritos con mi padre y en cuanto pude, me salí de ahí.

—Entonces, ¿no vives con ellos?

Negó con la cabeza. En ningún momento quitaba los ojos del camino.

—A veces, cuando Henry necesita de un chofer, me llama, pero nada más. Yo no iba a amargarme la vida con esas personas, Liesel.

— ¿Te trataban mal?— le pregunté. Necesitaba que estuviera hablando para distraerme.

—Pues algo así, pero Henry siempre prefería a Marian. Siempre. Para él yo siempre hacia las cosas mal, nunca tenía razón, todo era mi culpa— suspiró.

— ¿Y tú madre?— tal vez me estaba entrometiendo mucho en su vida, pero de verdad necesitaba no pensar en el problemón que traía encima.

—Se divorció de Henry y se fue. Y no, no nos abandonó, Henry se quedó con nuestra custodia.

— ¿Y por qué no te vas con ella? Supongo que ya eres mayor de edad, ¿no?

Negó con la cabeza.

—Me faltan unos meses para cumplir veintiuno.

Esto se ponía cada vez más increíble. Una mocosa quería quitarme a Max.

— ¿Y cómo es que vives sola?

Noté que se tensó un poco porque se aferró más al volante.

—Conseguí que una amiga me rentara su departamento— Marina aparcó el carro —Llegamos.

Tu cielo, mi destino. Fanfic de 'La ladrona de libros'.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora