Ya no hay ganas de seguir el show

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— ¿Quién te crees para venir a hablarnos así a nuestra casa?— dijo con tono neutro.

— ¿Qué? ¿Te molesta que te digan tus verdades?— le respondí.

—No voy a tolerar que te portes así en frente de mi padre.

Puse los ojos en blanco y Marina salió por la puerta.

— ¿Enserio crees que me trago la cara de mosca muerta que le pones a Max?— me le acerqué.

—Pues qué bueno que ya sepas por lo que voy— me sonrió con una ceja arqueada.

— ¿Y tú crees que voy a dejar que me lo quites?— la imité.

—Yo no te estoy quitando nada, Liesel. Tú solita lo estás alejando de ti. De hecho, me lo estás poniendo todo demasiado fácil.

—Yo nada más te advierto una cosa, niña— la empujé —Aléjate de Max o me vas a conocer— le dije cara a cara.

—No me das miedo— se paró derecha para sobresalir unos cuantos centímetros —Eres tú la que todavía no me conoce. Pregúntale a tu amiga— señaló a Marina con la cabeza.

—Esto es entre tú y yo. A ella no la metas— le dije.

—Claro— se rio y se alejó unos pasos de la puerta para quedar más cerca de Marina — ¿Ya le dijiste que te gustan las mujeres?

Volteé a ver a Marina e inmediatamente la cara le cambió de color. Eso también me tomó por sorpresa a mí.

—Por supuesto que lo sé— dije lo más segura que pude —, pero a diferencia tuya que usas la discriminación como arma— hice comillas —, yo la acepto como es porque no tiene nada de malo.

Marian se rió por lo bajo.

—Ay, ya sé. Piensas volverte lesbiana cuando te quite a Max y no te quede nada, ¿verdad?

Esto era el colmo. Tomé vuelo y no le di una cachetada, le di un puñetazo que la derribó.

—Y ve de chismosa con Max a decirle que te golpeé. No, es más: ¡Max, acabo de darle un puñetazo a Marian! ¡Ven a consolarla!— grité.

Marian me veía con coraje. Obviamente se estaba aguantando.

—Mejor vámonos, Liesel.

Volteé hacia donde estaba Marina y le hice una seña para que se esperara.

— ¡Eres una salvaje!— gritó Marian mientras se levantaba, y justo llegaba Max seguido de Henry.

— ¿Qué te hicieron?— éste último corrió hacia su hija.

— ¿Qué no le queda claro? La golpeé.

—Lárgate antes de que llame a la policía— me dijo mientras abrazaba a la mentirosa que se había puesto a llorar.

— ¿Por qué?— me preguntó Max en voz baja.

—Diles porque, Marina— la miré.

—Por hipócrita— dijo en un susurro.

—No— miré a Max — ¿Tú qué piensas sobre la discriminación, Max?— le pregunté.

Max me miraba con el ceño fruncido sin saber que decir.

—Tú querías saber porque ésta siempre le echa tierra a su hermana, ¿no? pues porque no aceptan que ella es...

— ¡Cállate, Liesel!— me gritó Henry —O te vas o llamo a la policía— tenía la cara roja y la vena del cuello saltada.

Tu cielo, mi destino. Fanfic de 'La ladrona de libros'.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora