Epílogo.

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Chantal cargaba en sus brazos a la pequeña criatura de ojos turquesas; Sydney e Ian discutían sobre qué programa verían en la televisión. Ambos habían cambiado mucho con el paso de los años pero parecía no importarles que su padre se hubiera marchado de forma repentina de sus vidas once años atrás; su madre parecía estar mucho mejor desde que no estaba involucrada amorosamente con su progenitor.

Ian había cumplido los diecisiete años y estaba en su último año en la preparatoria con un gran futuro asegurado en la administración de empresas, su figura de niño pequeño con rizos rubios había cambiado por la de un muchacho delgado y alto con ojos brillantes, hoyuelos y un gran carisma que derretía a muchas de las muchachas que pasaban por su vida. Ian estaba en el equipo de fútbol de su escuela y parecía tener mucho éxito en el rubro de los deportes y la música, ya que mientras sus padres estaban ocupados discutiendo sobre su divorcio, él decidió que tomar clases de guitarra iba a ayudarlo a despejar sus pensamientos.

Sydney, por su parte, parecía ser todo lo opuesto a su madre durante la adolescencia. Con quince años de edad, solía ser el centro de atención en todas las fiestas a las que asistía con sus mejores amigas. Luego de ganar por muchos votos de diferencia con su contrincante en la presidencia estudiantil, Sydney sintió que la política era algo que le intrigaba mucho y a diferencia de su hermano, ella no quería seguir los pasos de su madre. Había obtenido muchas de las virtudes de la mujer que le dio la vida, sus ojos azules, el color de cabello, el rostro angelical que le hacía parecer un ángel caído del cielo mezclado con el fuerte carácter de su padre y sus hoyuelos.

El último bebé Irwin en llegar al mundo, más conocido como Bastian Irwin. Él parecía ser una copia exacta de Ashton, lo que le recordaría toda su vida a Chantal que jamás debería volver a cometer el mismo error con un hombre por el resto de su vida. Al igual que su hermano mayor, Bastian se veía interesado en los deportes y en la música... luego de aprender a tocar la batería y la guitarra a los cinco, el niño no dejaba de mostrar señales de que sería un gran músico en el futuro.

Con el paso del tiempo, la vida le demostró a Chantal que podría comenzar desde cero pero esta vez sin regresar a los brazos de Ashton. Ella parecía haber mejorado desde que él no estaba a su lado, ya no se sentía tan mal al momento de tomar decisiones. Los días sin Ashton parecían darle la paz que tanto estaba necesitando. Ahora era libre.

Chantal conoció a un muchacho llamado Phillip, él parecía haber sido la solución a todos sus problemas. Tenía una personalidad un tanto característica, pero la forma delicada que tenía para dirigirse a ella le demostró que era todo lo que había estado necesitando. Claro que Chantal no podía continuar a la cabeza del negocio que su abuelo Gale le heredó así que por un elevado porcentaje, ella decidió dividir las ganancias con su ex esposo.

Ashton solía visitar a sus hijos durante el fin de semana, él trataba de ser un buen padre mientras luchaba con el alcoholismo. Él no tuvo mejor opción que ahogar sus penas con su viejo amigo, el alcohol y las drogas solían ser una buena escapatoria para los problemas de su vida diaria.

La castaña se había casado por segunda vez con Phillip y ambos estaban muy contentos con su relación. A él parecía no importarle en lo absoluto que los niños no fueran sus hijos propios ni mucho menos que Chantal proviniera de una relación un tanto problemática. Mientras que ella no dejaba de pensar en la reacción de Ashton en cuanto supo que estaba con otro hombre.

—Así que... he oído que tienes a alguien nuevo —Él mantuvo la mirada hacia abajo, sabía que si la miraba a los ojos iba a querer besarla. Pero ella ya no le pertenecía, ninguna fibra de su ser le pertenecía. Ella ya tenía a alguien nuevo en su vida y no podía cambiar aquello. —Estoy feliz de que al menos uno de nosotros haya podido progresar.

Psychopath. »ashton irwinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora